martes, 16 de noviembre de 2010

VIVENCIAS EN SAN CRISTOBAL: MI AMIGO EL DE LAS BERENJENAS

Por Henry Osvaldo Tejeda
(Re-editado)
Mientras yo vivía en San Cristóbal, ciudad donde me pasé trece años y donde laboré como Encargado de la Sección de Cobros del Banco Agrícola, y me tocó vivir y ver los desastres causados por el huracán David. 

Allí tuve la oportunidad de conocer tanta gente de distintas pintas y raleas, con las cuales compartí tantos buenos momentos, la mayoría de ellos en la terraza del legendario Hotel Constitución, en el mismo centro de la ciudad.
 El Zurdo, y Chino Bobea


En el Hotel Constitución, conocí a Chino y a su hermano Teo Bobea, hijos del del dueño del lugar; también conocí al Zurdo, a Leo Duvergé, a Leonidas y a su hermano Ángel Duvergé, Bilio, Adonis, y decenas de buenos "tercios", que siempre fueron muy sanos muchachos de las sociedad de Sancristobalence, y gente "del medio".
En una de esas cherchas en el hotel Constitución, 
Bilio

Leo Duvergé
conocí a Cuchito, uno de esos pintorescos personajes que aparecen en los pueblos a los que, con solo oírles unas cuantas palabras, es suficiente para uno desternillarse de la risa por el alto contenido de jocosidad con las que cuentan sus historias, y la calma con que lo hacen. 
En la imagen, Cuchito cuenta una de sus historias
Coincidimos con Cuchito, nuestro personaje de la historia, en una mesa de la mencionada terraza del Constitución, donde él le contaba a varios amigos de sus problemas económicos, pues en esos días había sido cancelado del trabajo, creo que laboraba en Autoridad Portuaria. 

Cuchito era un de esas personas muy leídas, siempre lo veía con un dirio en las manos, y en ese entonces, contaba sus de sus vaivenes económicos y de sus "descascaramientos" (léase, vicisitudes), con una jocosidad tal que, en lugar de darle a uno conmiseración por su crítica situación económica,  lo que provocaba eran carcajadas de oreja a oreja acompañada de uno que otro chorrito de "orine". Imagínese usted, no parar de reír nunca mientras se escucha a un personaje de este tipo, contando historias tan hilarantes mientras ingerimos cerveza por "cacharrá".


Contaba Cuchito sobre su "olla", de su desesperante "Malaria" (mala situación económica) de la que según me dijo, lo hizo cambiar de manera drástica la dieta diaria de toda la familia, y decía, muy angustiado, que todo lo que regularmente come la gente de clase media baja,  para él y su familia, pasaron a ser ya historia patria.



 Me dijo -Esta vez riéndose- que la situación los llevó a tener que empezaron a comer una dieta de arroz y habichuelas con Berenjenas, ocho días a la semana. Lo de "ocho días a la semana" lo dijo para magnificar el su mala situación.  

_Cuando yo miraba a mi esposa, lo que veía ya era una berenjena". Cuando dijo eso, ahí mismo empezó el calvario de mis tripas por el tanto reír.



Me contó que, un día bien temprano, recibió la visita inesperada de un amigo con su su familia,  cinco en total, y que se puso  hasta nervioso al ver lo "rollizo" de ellos, es decir,  la gordura de los integrantes de la familia, y lo único que atinó a pensar fue, "Nos jodimos" si esta gente se antoja de algo".

Por lo bajo, le dijo a su esposa: 

_Mira cariño, esto se jodió, solo fíjate en la panza de cada miembro de esa familia, y sabes que ya ni en el colmado nos fían, así es que, ve inventando algo para la comida de las doce, y échale mucho "Royal" para que se aviente y rinda mucho.

_Pero, ¿y qué Diablos me voy a inventar, si lo único que hay en la despensa es cucarachas y berenjenas? Si se quieren "jartar" de eso para mi no es ningún problema, yo se las cocino y, punto. -dijo la mujer enfadada-


En eso estaban cuando llega la "Marchanta" (vendedora ambulante regularmente, campesina) y les vocea: 

https://iliocapozzi.blogspot.com/2010/11/vivencias-en-san-cristobal-mi-amigo-el.html

_¡Marchantaaaa! ¡Marchantaaa! ¿Va'queré berenjena hoy?
Los esposos se miraron nerviosos; tenían que callarle la boca a esa mujer tan inoportuna, no vaya a ser que se vaya de la boca con eso de las berenjenas y los visitantes se dieran cuenta de la dieta única de la casa. Pero La Marchanta seguía en sus trece. 
_¡Marchantaaaaaaa! Hoy le traje una chulería de "berenjenase", tan pa'chupase lo dedose!
_Maldición! Que me trague la tierra, Ahora viene esta "caga cocina" a complicar las cosas, murmuraba el Cuchito con unos sudores fríos, pensando que esa vieja azarosa pudiera meter la pata y que las visitas se dieran cuenta de que solo estaban comiendo berenjenas como "metura" del plato del día que siempre es arroz con habichuelas-

(Metura: Dícese del manjar que acompaña la comida normal del dominicano, y puede ser: carne de distintos tipos, Bacalao, Arenque, Pica Pica -sardinas, etc...)

La Marchanta se pegó de la puerta de entrada, y con un cigarro de tabaco picado en la boca, le dice a la señora de la casa: 
_Mire marchanta, tengo una "berenjénase" hoy que son mejore que la de ayer y que la de ante de ayer. E'má, son mejore que toa la que le he vendío en losúltimo tre mese".

La mujer miro hacia arriba como queriendo decir: !Trágame tierra! ¡Satanás, no seas tan haragán, ven a llevarme". Y sabiendo que los visitantes están oyéndolo todo, dijo casi voceando:

_Nooo, hoy no queremos berenjenas, tu sabes que aquí solo comemos esa cosa cuando a mi esposo se le antoja, y eso es solo un mal día cada dos o tres semanas, y lo hace para variar.  

Mientras decía eso, la doña, le iba cortando los ojos a la vendedora como señal del demonio que tenía por dentro por la imprudencia de suya.

 (Cortada de ojo: señal de disgusto que se le hace a una persona para que no joda tanto).

La Marchanta le responde:

 _Pero no me diga uté que e' cada do o tre semana que utede comen berenjena, porque eta mima semana le he vendío to'lo día, y ya hoy e Sábado.

"Esto es el colmo"
-pensaba la atormentada mujer, mientras relojeaba hacia la casa a ver si la visita estaba atenta a lo que ella hablaba con ese tiesto de marchanta, y fue cuando se le ocurrió lo que creyó que era la mejor idea  para salir de ese atolladero, y le dijo a la vendedora:

 _Está bien marchanta, déjeme una docena de berenjenas para no hacerle el desaire.

_¿Uté ve marchanta? Ahora si tamo hablando. -Agradeció la vendedora-


Mientras seleccionaba las berenjenas, la Doña se le  acercó discretamente, y mirando también para adentro de la casa a ver si los visitantes estaban viendo lo que pasaba con la marchanta, y le dijo a esta: 


_Marchanta, recuerde usted que son fiadas.

_No hay problema -dijo la vendedora- pero yo pensaba que hoy sábado me iba uté a pagá toa la  que me debe de lo cinco día anteriore.

_Pero qué vieja del carajo más inoportuna!  -dijo en  voz baja la doña, mientras miraba el lugar donde estaban los visitantes que, por suerte, estaban siendo distraídos muy hábilmente por su esposo. ¿Distraídos? Bueno, eso creía ella.


_No puedo pagarle hoy, porque mi esposo no ha podido cambiar el cheque y usted sabe que los sábados no abren los bancos. -Le balbuceó la doña-


La Marchanta entregó las  berenjenas y se fue, y la mujer entró a la casa, pero cuando estaba cerca de los visitantes oyó de nuevo la voz de la vendedora que, desde la calle, le voceó:

¡Marchanta, no e por na, ¿oyó?, e'solo pa que se arrecuerde! lo que tiene que pagame son ocho días de berenjenas que me debe!
Dicho esto se fue. ahora de verdad.

 La Doña, desde que oyó la voz de la vendedora se le metió una flojera las rodillas, y goteó largo a largo como un aguacate maduro, en el piso. La levantaron y le preguntaron qué le pasó, a lo que muy ingeniosamente ella contestó:

_Es que me doblé un pie y no encontré de qué agarrarme, pero ya estoy bien. 

Con esas palabras se borró la indiscreción de la vendedora, y todos quedaron conformes con la explicación, o al menos, eso le hizo creer el amigo visitante.

¡Uffff!, por fin se largó esa grajosa satánica. -Se dijo la doña-

Como a las 11:50 de la mañana estaban reunidos todos en la sala, y el mas gordo de todos los visitantes preguntó al padre: 

_Papi, ¿Qué vamos a almorzar? Ya tengo mucha hambre.
La esposa de mi amigo, que oyó al glotón muchacho, dijo:

_Aún no hemos pensado en nada, porque al ser tan improvisada su visita no teníamos nada dispuesto, al menos por el momento, pero ya se nos ocurrirá algo.

Se oyó la voz de una de las dos hijas de los visitantes: 

_ Yo estoy antojada de un sancocho de esos que la gente dice que le echan siete carnes y que le echan también unos trocitos de longaniza criolla, pero también me gustaría que le echaran peperones, porque eso debe saber riquísimo.

Mi amigo se quedó paralizado; hizo más muecas que un burro cuando termina de "arreglar" a una burra, se imaginó que tenía un tridente del que usa el Diablo, y se imaginó dándole puyones por la barriga a la obesa chica.

 "pero y que carajos se estará creyendo esta maldita "desteñía"?  ¡Maldita pecosa del carajo, tan enana y tan jartona! ¡Maldita carajita, ve y dile a tu novio que te  dé peperones hasta que te "jartes"! -Murmuró Cuchito entre entre dientes-

Nuestro héroe se calmó y  quedó pensativo y triste, porque hasta él llegaron viejos recuerdos de cuando podía comerse un rico sancocho, y cuando la chica mencionó ese manjar a él se le hizo la boca agua, porque el sancocho formaba parte de su antigua dieta, bueno, al menos, cuando aún era gente. Pensó-" 

_Hija mía, no seas tan indiscreta, recuerda que no estás en un restaurante. -dijo el  padre de la intrusa visiblemente ruborizado, y su esposa, una señora de estas encopetadas que se quieren tirar los follones mas  arriba del fullín, salió en defensa de su hija diciendo:


_No la regañes, es solo un deseo de ella; a mi por lo pronto, me gustaría en estos momentos unos churrascos con un  buen vino de Oporto y unas aceitunitas ahogadas en un aceitico de Oliva extra virgen. 


_¡Wao, que ricura! Dijo mi amigo el dueño de la casa en voz alta, mientras decía entre dientes: "
¿y no quieres también una buena bacinilla de miaos como bebida, maldita vieja azarosa?"

El esposo visitante, que ya se había dado cuenta de la precaria situación económica de de su amigo, le dijo a su esposa:


_Mira mi amor, tenemos que irnos antes del almuerzo y tampoco podemos esperarlo, nosotros vivimos muy lejos pero nos detendremos a almorzar en el restaurante que vimos en el camino como a 10 kilómetros de aquí, así es que, dentro de unos 15 minutos, ya estaremos comiendo.


Cuando nuestro héroe de la historia escuchó esas palabras, dijo, dizque alarmado:

 _¡Ay, noooooo, amigo del alma! no nos hagas eso, tienen que comer algo antes de irse. Ni él mismo se estaba creyendo lo que decía, pero tenía que hacer el bulto.

Cuando dijo ésto, la esposa se lo quiso comer con los ojos, pero no dijo nada, no con la boca, pero si él hubiera sabido leer las miradas, habría entendido que la mujer lo estaba sentenciando a muerte, por "boca aguá". No tenía que decir más nada luego de enviarle esa mirada  cargada  de puntillas, cadillos, tachuelas, y agua de batería, a manera de bomba Molotov.


Como nuestro héroe supuso que ya era inminente la partida de sus visitantes, se envalentonó  aún más y dijo:
Pero hagan un esfuerzo y vamos a prepararle algo criollo, algo que se prepare rápido, ya que mi esposa tiene muy buen sazón y les aseguro que se chuparán los dedos luego de la comida!


La esposa no podía creer lo que estaba oyendo, y le envió otra mirada; pero ésta última, para uno que sepa de magia negra habría  reconocido en ella una buena amenaza cargada de Budú con pinches de alfileres y demás vainas "negroides" de las que practican los haitianos.


El amigo visitante, que se había tirado la oreja de la conversación entre la marchanta y la esposa de mi amigo, en un tono conciliador dijo:

_Bueno amigo mio, ya que tú insistes (la esposa de mi amigo cruzó los dedos, mejor dicho, sobó los dedos como si tuviera una pistola en la mano), aceptaré tu invitación, pero con la condición de que tu esposa nos prepare un buen plato de algo criollo.
¡Miuaaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!

 El grito fue emitido por el gato de la casa, pues la esposa de mi amigo le pisó la cola, a ver si el visitante dejaba de hablar de comida pero no lo logró, porque el tipo se repuso del susto, y siguió diciendo:


 _Me gustaría probar el sazón de tu esposa en unas........ (suspenso) berenjenas guisadas.

_¿Queeeeeeee queeeeeee? ¿Acaso dijiste Berenjenas? Dijo nuestro amigo, escandalizando hasta al gato, quien tiró un brinco y cayó en la cocina.
_Sí, amigo del alma, hablé de berejenas.

Cuchito no podía creerlo, tanta felicidad no podía ser cierta, la palabra berenjena en boca de su amigo lo había puesto pletórico de alegría. ¿Pedir precisamente berejenas, lo único que ellos podían brindarles? No lo podía creer.

 Para sus adentros, Cuchito, prometió ir a Higuey a pie con un "block de 8" en la cabeza como promesa a la virgen de la Altagracia, por no dejar que ese hombre pidiera un plato de carne, cosa esta que hacía tantos meses que no veía y que ya ni recordaba cómo era la carne.


_ Sííí, dije berenjenas! -Repitió su visitante y viejo amigo- ¿Qué tiene de malo? -Dijo  el amigo sonriente-
¡¡Coooooooñoooo, berenjenas! Síí, Berenjenas!!!!!!! -voceaba nuestro héroe!!!

La esposa, repusta del infarto al "Mioyeyo" y hasta medio contenta, solo pudo atinó a decirle por lo bajo a su esposo:
_De por Dios Cuchito, sé un poco más discreto.

_¡Ay, madre del verbo, de la que nos salvamos! -Dijo el bueno de Cuchito.
Este personaje, murió hace varios años.

 Debo aclarar a los lectores, que el personaje es de la vida real, y que la mayor parte de la historia, son adornos del autor para  hacerla más hilarante.