viernes, 1 de mayo de 2015

VIVENCIAS EN SAN CRISTÓBAL: VENGANZA A TRAVÉS DE UN PRIMO POSTIZO

Por Henry Osvaldo Tejeda
Hace casi un año, estuve viendo el Muro de facebook de un sancristobalence, que reside desde hace décadas en los New York. Se trata de mi viejo amigo Elías Domínguez quien subió
Subió a su página de Facebook, una foto en la que había un señor con quien tuve un percance en la década de los setentas cuando yo residía en San Cristóbal. Viví allí por 13 años.
Al ver la foto, exclamé:
¡Oh, mira qué lindo! Ahí está fulano con carita de "yo no fui"! Omito el nombre porque en realidad, "fulano", no era una mala persona, aunque ya había hecho intentos de traiciónar a un familiar mío con quien él trabajaba, pero esta no es la historia, tampoco viene al caso.
Este hombre, se querelló en la policía en mi contra, según él, porque yo lo había amenazado de muerte; lo que a él le pareció una pistola no era otra cosa que engrapadora grande de las que se usan para pegar afiches en madera, árboles, etc. A la sazón, yo trabajaba en el Dpto. de Promoción de la Compañía Anónima Tabacalera.
Nuestro héroe, tomó su denuncia tan en serio que, llevó el asunto a los tribunales de San Cristóbal donde salí descargado, como tenía que ser.
Me encontré con el juez que estuvo en el caso, y en voz baja me dijo:
_ Ese tipo es tan cobarde, que si le hubieras apuntado con una escoba, iba a decir en el tribunal que lo querías matar con un fusil Máuser.
No me gustó para nada que me haya llevado a un tribunal, nunca antes había estado en uno como acusado, y me quedé con esa "zurrapa" (*) en el "tutú" (léase, mi cabeza) por tanto, busqué un policía que prestaba servicios en el pueblo, y del que yo sabía que tenía los mismos apellidos míos, es decir, Tejeda Báez, quien a su vez, era primo de un general de la época de idénticos apellidos y que en esos momentos era el jefe de la policía. (1988).


Le conté al policía del daño que el héroe de esta historia me quiso hacer, y le sazonaba el chisme tanto que, a veces, tenía que bajarle algo. Bueno, he aquí mi conversación con él:
_ Primo" (no éramos ni conocidos, y ya empecé a decirle primo), no creo que usted vaya a dejar que "un carajo a la vela" le haga daño a un Tejeda Báez, y dejarlo que salga con la suya! Estas palabras, llevaban implícito un reproche y él se "la llevó" enseguida.
_Claro que no primo, solo dígame dónde podemos encontrarlo y ya verá usted, dijo "mi primo"-
_ Bueno primo, estoy seguro de que él se encuentra ahora mismo, en una aguinaldo navideño de "La Tribu", en La Piscina", un lugar de recreación donde se hacían grandes fiestas y que pertenecía al Hotel San Cristóbal (Antes, el hotel de Trujillo, y tras su muerte, pasó al Estado Dominicano).

Hotel San Cristóbal
La Tribu, era el nombre de un nutrido grupo de amigos, liderada por el buen amigo Leónidas Duvergé, jefe de promoción de Barceló & Cía. en la provincia. Todos los sábados del mes de diciembre, se hacía un gran aguinaldo en distintos lugares del pueblo, a los que asistía lo más graneado de la sociedad sancristobalence.
Estos aguinaldos de La Tribu, se empezamos a hacer en casas familiares y amigos de Leónidas, pero por la cantidad de personas que asistía, hubo que trasladarlos a lugares con más capacidad de espacio. Desde sus inicios, yo asistía a los mismos, pero luego de pasar a trabajar con la competencia de Barceló, tuve que dejar de asistir.
Los más connotados y fieles contertulios sancristobalences, que no se perdían un solo de los aguinaldos de La Tribu. Al centro, con gafas negras, su organizador
Leónidas Duvergé

El policía raso de quien me había hecho primo en sólo tres minutos, buscó otro agente y nos fuimos a La Piscina. Desde que llegué a lugar, vi al "objetivo" (vocabulario policial) que estaba en una de las mesas más cercanas a la tarima de los músicos, que en esos momentos estaban en receso. El lugar estaba "timbí" (Léase, lleno) de "aguinalderos".
_ Primo, allá está nuestro objetivo, le dije al policía señalándole al tipo.
_ Bueno, pues vamos a salir de eso ya primo, porque yo estoy de servicio esta noche en el destacamento y no quiero que el capitán se dé cuenta que salí medio de "lechuza", yo vine porque usted es mi primo.
Yo me relamía de gusto, al ver tan cerca mi venganza, por tanto, le dije al "primo" que esperáramos a que la orquesta empezara a tocar, para hacer más dramática la escena que me bullía en la mente, cosa que se produjo en esos mismos momentos.

El tipo se paró a bailar, y cuando estaba metido en mambo, y al momento de que el "objetivo le daba una vuelta a su pareja con el brazo izquierdo levantado, ahí mismo llegamos nosotros, y para que lo oyera todo el que estaba en el entorno, le dije a "mi primo": ¡Mírelo ahí primo, tránquelo!
¡Acompáñenme al destacamento señor, está usted preso! Le dijo "mi primo" (Diablos, qué gustazo me dí).
El tipo, que no esperaba algo así, miró hacia todos los lados a ver si era que lo estaban confundiendo, y que fuera alguien que estaba detrás de él a quien le habían dado la orden.

Cuando Se dio cuenta de que había sido yo quien le armó el muñeco, abrió los ojazos como dos mamilas de niño, y lleno de vergüenza, recorrió con la vista todo el salón para luego proceder a salir del lugar.
Se lo llevaron mientras yo me retorcía del gusto. Mi venganza se consumó, y el protagonista, es decir, yo, se quedó en la fiesta a manera de celebración. Hubo un momento en que me dio pena y le iba a decir a "mi primo", que lo dejáramos, pero recordé que me llevó a un tribunal y olvidé la idea de soltarlo.
¡Ay, la juventud, tiempo de locuras, y travesuras, pero esa es la juventud, divino tesoro!


* (Zurrapa): Residuos que quedan de algo tangible (ej: la borra del café luego de ser colado); intangible (ej. Recuerdos que quedan luego de recibir un daño moral)


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