miércoles, 29 de julio de 2015

VIVENCIAS EN LA ROMANA: EL VIACRUCIS DE UN AMIGO

Por Henry Osvaldo Tejeda

Hay personas que no creen mucho en los médicos por la mala práctica de la medicina de muchos de ellos, y hasta los hay que prefiere morirse tomando medicina casera antes que ir donde uno de esos de bata blanca y/o verde", para que uno le diga:

"Usted luce bien, pero creo que Ud. tiene unos cuantos defectos. Creo quese le averió el Epiplón de la base de datos del cerebro" (......)? Parece que los ácaros le han estado socavando la sordina del "bota gases", y según el tufo que estoy oliendo ahora, su estómago le está dando "riversa" (reversa) a los gases, y estos se están saliendo por la boca con un olor a perro muerto.

_Creo que usted tiene un gato enterito  en el estómago (Creo que así le llaman, o gastroenteritis, que se yo, pero es algo así) y creo que tiene un objeto parecido a un pincho incrustado entre dos costillas, bla, bla, bla, y requete bla bla. 

Tengo un amigo periodista que no es miedo lo que le tiene ya
 a los médicos de estos tiempos, ahora les tiene terror. Un día me dijo:
Te imaginas que  uno de ellos me deje unas tijeras dentro de la barriga? -No hice más que reír- Pero fue más lejos cuando me dijo:
_ Mira, si a ti te toca  un día llevarme de emergencia a una clínica, por favor, que no se te ocurra llevarme a.............. (me mencionó dos clínicas), porque no quiero formar parte de las estadísticas de los que se fueron", luego de que los llevaran a esos dos mataderos.

En décadas pasadas, el trabajo de un periodista había que hacerlo en máquina de escribir mecánica ( Olivetti, Remington, Underwood, ect.). No se tenía la tecnología de hoy, es decir, no había computadoras.

 Para elaborar un  noticiario de radio como lo hace, mi amigo
desde hace tanto tiempo, se tiene que teclear mucho, aún hoy
 con la existencia de tan modernos artefactos tencológicos que traen las cómodas opciones de copiar y pegar párrafos completos.

Nuestro héroe, era el jefe de prensa de una emisora de esta ciudad de La Romana, donde redactaba y escribía las noticias, contando con dos personas más como ayudantes en la elaboración del  cotidiano noticiario.

Un día, la secretaria de la estación le dice:
_ Jefe, es muy frecuente que yo lo vea a usted pararse de escribir para sacudir su brazo derecho, como si sintiera alguna molestia en las  manos, dígame en confianza, qué es lo que le molesta?

_ No es nada del otro mundo -contesta mi amigo- es que a veces me dan unos pequeños calambres en el brazo, y en toda la mano.
_ Pero jefe, vaya al médico para que sepa a qué se debe eso!

_ No te preocupes, no creo que sea nada malo, pero me llevaré de ti y en cualquier ratito me paso por la clínica -contesto mi amigo de manera sosegada como es su costumbre-

Como las molestias siguieron, un día en que iba para la emisora pasó por el frente de una clínica recordó el consejo de su secretaria y decidió entrar en la misma a chequearse las molestias en el brazo y de ahí, irse luego a  hacer el noticiario del día.

 Así de bien, se encontraba mi amigo en cuanto a su salud, al menos, eso creía él, porque una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja.

En la clínica, lo recibe un doctor que, tan pronto lo ve, le pregunta sobre el problema que le aqueja. Mi amigo le dice lo que ya sabemos, pero le agrega que no se siente mal de ninguna otra parte del cuerpo y que más bien, su salud está en condiciones óptimas a excepción de la dolencia del brazo y de las manos.

El doctor, puso la mano aquí, allí, se fijo en las condiciones del caparazón, miro el tapa bocinas, la ignición, las gomas y luego de ir a casi todas las piezas del carro, no, no perdón, es que
estaba pensando en un mecánico que me arregla la choncha  camioneta mía, excúsenme. Bueno, cuando chequeó el motor (Léase, el corazón), abrió los ojos de tal forma que hasta asustó a mi amigo.

_ Mira Henry, ese doctor hizo una mueca como de que yo me estaba muriendo, torció la boca, mascó, y hasta se puso las manos manos en la cabeza.

Lo que ese doctor tenía en las cuencas debajo de las cejas no eran ojos, me pareció que eran dos CD brillosos de muchos colores, y esa vaina me puso más chivo que Leonel Fernández cuando Guillermo Moreno le hizo el expediente aquel, que luego se comió Domínguez Brito, perdón, quise decir, que lo archivó sin siquiera leerlo.

Luego de todas esa muecas, el doctor le dio una pastillita de esas que se  ponen debajo de la lengua, que sirve para bajar la presión arterial, pero algo alarmado le dijo, que había que internarlo porque su problema estaba en el corazón.

Al ver la cara de asombro, y hasta de miedo del héroe de la historia, el Dr. se acomodó en un sillón y le dijo:

_ ¡Mira amigo! -Le dijo el Dr.- El Diablo tienta, por eso hay que internarte porque te puedes morir de un brinquito de cinco pulgadas, bla, bla bla, además de 37 etcéteras mas. Cuando mi amigo oyó eso de que había que internarlo y ya le estaba bajando la presión ahí fue que el hombre entró en pánico.

_ Pero Dr., yo no me siento nada mal, si ahora me está subiendo 
la presión, ha sido porque usted es el que me ha metido en miedo.
Bueno, si te quieres morir, allá tú. -Le dijo el doctor-

Mi amigo tuvo que ceder, y morirse tan temprano no estaba en sus planes, por tanto, le dijo al Dr. que hiciera lo que quisiera con él que ya estaba "Entregao".

 ¡Bueno que me pase, si la secretaria de la emisora fuera doctora en medicina no fuera nada llevarse de su consejo, pero era solo una jodía secretaria. ¡Sigue llevándote, animalazo! -Pensó-

Ahí mismo el doctor armó un alboroto; llamó a una enfermera para que llevaran a nuestro héroe a emergencias y le dijo que lo metieran donde lo tuvieran que meter, y que luego le hicieran una radiografía de todo el cuerpo, (incluyendo en los bolsillos). 

Cuando mi amigo estaba ya en emergencias, la enfermera jefa lo hizo esperar un poco pero en eso,  llego un emisario del doctor preguntando si ya había hecho la radiografía.

La operadora de la máquina, un poco molesta, le dijo:
_ Dígale al Dr que cuál es la prisa, que esto no como pelar un mango y comérselo, que esto lleva un poco de tiempo, y que tengo otras radiografías que están primero que esa.

Debo decir que, antes de entrar a la clínica, mi amigo llamo a la secretaria de la emisora para decirle que se iba a tardar un poco en la clínica, dejando instrucciones al resto del equipo de redacción del noticiario.

 No se sabe como supo la esposa y la hija de nuestro amigo de
que él estaba en una clínica, eso fue la del mismo Pecusio, allí se armó un reperpero de todos los demonios, y nuestro héroe estaba asombrado porque solo le había dicho a la secretaria que él no tenía ningún problema, que fue solo atendiendo su solicitud de chequearse la dolencia en el brazo y que estaría un rato largo en la clínica.

Por fin, hicieron la radiografía y el doctor, como si mi amigo estuviera casi agonizando lo remitió (siempre como una emergencia) a una cardiólogo una cardióloga en este caso, como me lo contó mi amigo.

 Digo amigo, porque si digo su nombre, voy a tener que mudarme de La Romana, ese tipo es arrevesao y por menos que eso, un día se quiso comer a un policía.

Cuando llegaron donde la cardióloga, lo primero que le dicen  en esa clínica es que no aceptan seguro medico, por lo que mi amigo busca la manera de conseguir unos pesos  "al módico 20" para poder resolver "su grave" estado de salud, y entre cardiólogo y cardióloga le han puesto un tratamiento de por vida,para que, si no lo mata "la enfermedad", lo mate el prestamista.

Fue tanta la gravedad que dos, dizque de los mejores cardiólogos de La Romana vieron en el desesperado "enfermo
que casi lo vuelven  loco, porque él ya no pensaba tanto en su "enfermedad" sino,  en los cuartos que tendría que gastar en un tratamiento de por vida. Esa dieta le prohibía casi todo lo que más le gustaba.

_Usted no debe comer esto, ni aquello -Le decían los médicos- "tenga cuidado con pasarle por el frente a una fritura, porque EL olor del bofe le puede subir la presión".

_ Si usted ve un centro cervecero  o cualquier lugar donde vendan bebidas alcohólicas, volteé la cara, ponga "La primera", acelere hasta el piso, deje un guallón y salga huyendo de ahí. Esa presión arterial suya está "encampaná" como una chichigua.

En eso estaba mi amigo, luego de que esos mejores médicos de La Romana," le hicieron gastar más 8 mil tululuses, toda una fortuna en esos tiempos, en que aún no se le llamaba " jediondo" al peso dominicano.

Nuestro héroe, seguía su dieta y se aplicaba los medicamentos religiosamente, pero era una carga muy pesada, porque el tratamiento que le puso "el mejor cardiólogo de La Romana de la época", más bien parecía que el médico le tuviera odio, porque una dieta así, tan cara, no se le pone a nadie.

Seguía con las molestias del brazo y las cosas iban peor,
 pues la molestia se le había trasladado a los bolsillos y eso lo estaba llevando a la ruina por lo costoso del tratamiento.

Más cansado de pagarle al médico que de visitarlo por su salud, y cansado de la dieta cuyas restricciones eran tan estrictas que no le permitían vivir tranquilo, decidió buscar otras opciones.

 Le dio  vueltas a la cabeza y.......¡¡Eureka!! Le pasó por su atribulada cabeza la imagen del Dr. José Reyes. "Siiii, eso es, mañana temprano estoy en su consultorio, aunque él sea neurólogo, alguna luz me arrojará sobre estas dolencias.

Todavía no había terminado el último canto de un gallo desvelado desde la noche anterior, cuando el  afligido paciente se presentó al consultorio del Dr. José Reyes donde tuvo que esperar por ser tan temprano.

_Hola doctor -dijo mi amigo, saludando al Dr. José Reyes-
- ¡¡Muchacho!! ¿Qué brisas te empujaron por esto predios?
_Mire doctor, he venido para que usted me ayude a resolver dos problemas. Pero si me sana del primero, se desaparece el segundo -Le dijo-
_No entiendo, explícame mejor; "desaparéjame" ese mime!!

_Mire usted, hace tiempo, mientras jugaba pelota sentí como que algo me molestaba en el hombro y fui donde fulanito,  donde fulanita, y hasta donde sutanejo, y esos doctores me han puesto en condiciones peores a como yo estaba antes de que se me ocurriera ir a visitar al primero de ellos, tanto económica, como emocionalmente.

Nuestro héroe le narro el " juidero" al que había sido sometido; las veces que había cruzado la loma de la Represa en una cuerda, guindado por las gandumbas (Parodiando, el cruce del Niágara en bicicleta) por culpa de unos galenos.

El doctor Reyes, no le quedo de otra que pasarse las manos por su cabeza, que aun no era calva, y  reírse a " carcajada suelta".
Luego, muy sereno le dijo:
_ Ve a que te hagan esta radiografía (esta vez, las indicaciones no decían que incluyeran en la radiografía a los bolsillos), espérala ahí mismo para que te la entreguen y tràela. Así lo hizo.
_ Aquí está la radiografía doctor!
Luego de chequearla, el doctor Reyes miro a nuestro héroe y sonriendo le dijo:

_ ¡Muchacho, tu no ni estas mal del corazón como te han querido hacer creer, lo que tú tienes es una tontería en el hombro que no te permitía esto, bla bla bla  y para que no vuelvas mas por aquí, compra lo que dice esta receta, tómate esta pastilla cada tantas horas y ya verás cómo desaparece el dolor, porque en realidad lo que tienes es una tontería que cuando vuelvas aquí, ya se te habrá quitado.

Así mismo fue, volvió donde el Dr Reyes, este le preguntú por el dolor, nuestro amigo le dijo:

_ Dr. estoy sano per sécula y seculorum, se abaron mis pesadillas, no mas visitas donde esos dos  azarosos cardiólogos, ya puedo beberme mi "Fría"; al diablo con todos esos medicamentos y sobre todo, adiós al "San" que el  cardiólogo" estaba jugando conmigo en cada visita semanal. ¡A joder a otro". Solo me falta salir del usurero, para completar.

Al salir, le dijo al Dr. Reyes:
_ De haber pensado en usted, otra cosa hubiera sido. ¡¡Gracias, muchas gracias doctor!!!
_No tienes que dar las gracias, siempre estoy para servirles a los amigos. ¡¡Cuídate!!!
_Eso es lo que voy a hacer doctor, pero más me cuidaré de sus colegas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario