lunes, 26 de junio de 2017

Vivencias en San José de Ocoa: Mi amigo Maneni, el hospital de la maternidad, y su empleíto

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez 

Maneni, es el apodo de un viejo amigo de infancia, a quien luego de más de tres décadas de no saber de él, me lo encontré en una de las redes sociales.

Luego de chatear por largo rato, me dijo que viven en la capital, me dijo que ya estaba "jarto" de tanto trabajar, y que lo único que necesitaba para pasar el resto de su vida tranquilo, era un "empleito" cómodo y donde él se sintiera a gusto.

Le dije que se acercara a cualquier amigo suyo que estuviera "pegao" en el gobierno y le solicitara lo que él andaba buscando, porque en este  país de la mierda si no es con una "cuña" no se consigue nada, y mucho menos un empleo "a la carta" como el que él quería. En realidad él no andaba buscando un trabajo, sino, un empleo.

Luego de un abrazo virtual abrazo que incluyó un apretón de manos imaginario, rompimos la taza desde los celulares, y cada uno pa'su casa,  como a los dos o tres meses de ese coloquial diálogo, "le tiré" de nuevo, esta vez por Whatsapp para preguntarle sobre lo que habíamos hablado; esto me dijo:
_Muchacho, busqué y rebusqué en mi memoria a ver a quién pudiera yo tener de amigo en el gobierno, hasta que dí con un viejo amigo, quien es también conocido tuyo y compañero de velorios de "amanecía", también de Noche de Vela, específicamente, la que hacían donde Ramón Manita en La Labranza". 

"Se trata de Fulgencio, el hijo de Doña Maruja la que tenía la fritura en el Pueblo Arriba, la misma a la que le rematábamos la carne y los fritos que le quedaba de la venta de la noche cuando veníamos bajando desde los cabareses del Hoyo, o desde el negocio de la vieja Libina cuando ya habíamos puesto fin a las parrandas. Algunos veníamos ya "despachados" y livianitos del cerebro.

"Por si no lo recuerdas, la madre de Fulgencio, era muy amiga de Susana la que tenía un salón de belleza con la tuve unos amoritos hasta pendejos. Digo pendejos, porque al primer intento de pedirle un “chin" más que besitos y "lengueteos", ella me salió huyendo, y al tiempo, fue que una amiga me dijo que ella le había comentado que yo iba demasiado rápido y que me cogió miedo. 

Le dijo también que, ella no estaba en esa vaina de salir "preñá" de ningún pendejo picaflor, que luego se largaría con otra después de pegarle una barriga a ella, es decir, un hijo sin "pai".

Mi amigo me preguntóe preguntó, si yo sabía de quiénes él me estaba hablando y tuve que decirle que si, no porque yo recordara nada de esas personas, sino, porque quería saber el resto de su historia. Le dije que yo también había estado dándole Rewing al cassette de mi vieja memoria, y que encontré algunos nombres que podían ayudarle, pero me cortó la palabra para decir: 

_No ombe, no, ya no es necesario, porque ya encontré un trabajito que, mejor de ahí, se daña. Siempre he querido un trabajito así porque la verdad es que cualquiera se enamora de un empleo como ese, y a veces pienso que hasta me atrevo a trabajar gratis. Ya te puedes imaginar lo bueno del empleíto. ¡Ay, si supieras!

Me desesperó mi amigo con esas últimas palabras, se me llenó el tutú (El juicio) de interrogantes, y me preguntaba ¿qué vaina tan buena habrá conseguido este maldito loco que tanto le ha alegrado la vida?
Le seguí interrogando:

_Pero Maneni, ni me has dicho el nombre del amigo, ni el puesto que tiene en el gobierno, ¿qué esperas para contarme?

_Bueno, descubrí que el director del hospital de la maternidad, ya sabes, el mismo donde van a parir las mujeres pobres del país incluyendo a las haitianas. A quien me encontré, es nada más y nada menos que Arturito, aquel muchacho amigo nuestro al que le decíamos "Jeringuilla", porque solo hablaba de heridas, de inyecciones, de hospitales, y de todo lo que tuviera que ver con  medicina, y que siempre decía que iba a ser médico. Ahora lo es, y muy importante, según me dijo. Me las arreglé y conseguí su número de teléfono, y lo llamé. 

Me dijo que él era el jefe de ese hospital de mujeres, y me preguntó si yo era médico, y en qué área me gustaría trabajar.

_Le dije que no, que él sabe que yo toda mi vida he sido albañil, y a veces chulo fui hasta chulo de mujeres allá en "EL Hoyo" (Cabareses de Ocoa), pero que él me conocía de toda la vida y que debería  tener por lo menos una idea del área en que me podría colocar". Le dije que no piense en profesiones, sino, en el amigo.

"Fui sincero con él, le dije que lo que quería era un empleíto para pasar el resto de mis días, porque la vaina en este país "ta dura con cojones".
"Él entendió y no me preguntó más sobre profesión ni otras pendejadas, pero me dijo:
_Coño, Maneni, me resulta difícil colocarte aquí, ya sabes que esto es un hospital de maternidad muy delicado, y no tengo idea de dónde colocarte. 

_¡Diablos, y yo que pensé que podías hacer algo por mi! Fue lo único que me salió, ya que se me bajó la nota con esas palabras suyas, me le tiré a muerto, le dije que tenía un recua de carajitos y que mi mujer no estaba trabajando. 

Luego de esa andanada de miseriosos datos, de repente, se paró de la silla, se me acercó y me dijo: _Coñooo, siiii, pero cómo no me  había pensado en esto? -Estaba hablando solo-
_¡Resuelto, viejo amigo, ya lo tengo! -Me dijo de repente, y siguió diciendo-
 _Recuerdo muy bien qué era lo que más te gustaba cuando eras aún un adolescente, porque yo te veía cuando pasabas por la fritura de mi mamá, y sabía que tu venías de esos bares del bajo mundo, es decir, de los cabareses del "Hoyo" (*), y otras veces del cabaret de Libina (**), y como tienes toda una vida bregando con mujeres de todos tipos y aquí es con mujeres que se brega, ¿qué te parece si te hago el afeitador oficial de las mujeres que van a parir?

_Cuando Fulgencio dijo afeitador de mujeres, me quedé mudo y alelao, y tartamudeando le pregunté:
_Pe...pe.. pero, te refieres que voy a afeitar las mujeres ahí abajo? Quiero decir, entre las piernas?
El me contestó:
_Pues claro, y dónde más es que se afeitan a las mujeres cuando van a parir, acaso en los jarretes? Pero dime, lo quieres o no?
Mi respuesta sonó en todo el hospital
_¡¡¡¡Síííííí, Diablazo, claro que síííííí!!!!!! 
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(*) El Hoyo: Así se le llamaba el lugar donde estaban ubicados los prostíbulos de San José de Ocoa.
(*) Libina, era una señora que, en sus mejores tiempos, ejercía "el oficio más viejo de la humanidad", y cuando se retiró, puso luego su propio negocio que más que un cabaret, parecía una Casa de Cita. Libina, era muy querida respetada entre la juventud ocoeña. Su negocio, no estaba ubicado en El Hoyo, sino, en la en la periferia de la parte alta del pueblo, y su negocio, tenía la fama de que "sus mujeres", eran las más limpias y sanas del oficio.

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