viernes, 25 de enero de 2013

José Reyes: Una síntesis de valores imperecederos

Por Henry Osvaldo Tejeda
Siempre se ha visto que cuando un líder tiene mucho tiempo en una función, sea pública o privada, llegado el momento de abandonar el cargo desde donde benefició a tanta gente, viene el tiempo difícil  de la soledad; la angustiante soledad.

Sucede que, esa misma gente se van retirando poco a poco, como ocurre con la marea del mar, y llega el momento en que cuando ese líder mira a su alrededor, se encuentra solo, que le han dejado el vacío porque casi todos se han ido, y solo le acompañan los familiares más cercanos y sus más íntimos amigos; no los "amigos"
íntimos que estuvieron a su lado mientras duró en la cima, poniéndose de manifiesto lo que se conoce como "La soledad del poder".

Muchos de sus "amigos" durarán un tiempo dejándose ver para llenar las apariencias, pero a la postre,  "si te vi ni me acuerdo". He conversado con decenas de personas, que quieren ver y oír al actual alcalde; la gente está ávida de verle la cara, pero ese hombre está atrincherado en un fortín lleno de paredes y policías municipales, huyéndole a la gente a la que tantas mentiras le dijo y a los que tanto engañó con la doble cara y moral que le acompaña como su sombra.

Hoy, varios meses después de salir del cargo, todos preguntan por el bueno de José Reyes, y no es para menos, ya que esa figura emblemática de esta provincia ha marcado un hito en la historia de cómo debe comportarse un ser humano en todos los aspectos de su vida para que, cuando ya no esté su impronta sirva de ejemplo para las futuras generaciones, el armazón de la sociedad futura.

No todos los reveses que sufre el ser humano, puede decirse que son para mal, porque si ponderamos bien las cosas, al Dr Reyes, le hacía falta quitarse de tantas decenas de garrapatas que él, por ser tan buen amigo del amigo y hasta del enemigo gratuito que le acarreaba el simple hecho de ser el alcalde, siempre se resistía a sacudírselas.

 Pero ahora que el bueno de José se siente tranquilo y en paz consigo mismo por la labor cumplida, consciente de que hizo el trabajo para el que fue elegido, y más aún, seguro de que son muy pocas las personas de este pueblo de La Romana a las que no les llegó la mano su amiga de ese noble ciudadano.

Reitero, mientras más hubiera durado en el cargo, más garrapatas se hubieran adherido a él, y para que vean lo cierto de lo que digo, de que nadie sabe cómo es mejor, tuvo que venir la maldad de la traición a darle la tranquilidad al Doctor José Reyes. Siempre tuvo la sombra de la traición caminando detrás de él como si fuera su propia sombra. 

Resulta hasta paradógico que, una maldad, hecha en contra de un ser humano, le haya llevado la tranquilidad a esa persona, y es lo que ha ocurrido con el amigo José. Ahora, los que están cargando con la mancha del oprobio son sus malos amigos, los traidores, los que lo engañaron, los que le decían una cosa por otra, los que solo medraban bajo el manto del líder;  los mismos de los que él  sabía que solo reptaban como crótalos a su alrededor, y a los que de forma tan sucia prefirieron quedar ciegos con tal de ver tuerto a José Reyes.

Soy amigo de José y lo seré mientras vida tenga, al igual que mi familia y como se puede notar, la figura de esa síntesis de valores
incorruptibles llamada José Ramón Reyes, gravitará por siempre en la mente de cada munícipe de esta ciudad, no importa el color, ni el credo, ni el partido, ni procedencia. José siempre estuvo y estará presente, en todo al que su mano amiga, le fue tendida, sin esperar nada a cambio.

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