miércoles, 25 de junio de 2014

CHÁCHARAS DE UN MAL RATO MUSICAL

Por Henry Osvaldo Tejeda


Wolfang Amadeus Mozart
 Unos amigos, me llamaron hace días para invitarme a que asistiera al cumpleaños de uno de los jefes de la familia de ellos, y me pidieron que, por tener yo amplios conocimientos musicales, hiciera una selección de música clásica de la de los grandes maestros.

Yo recordé que se me había perdido casi toda la música de la pc en uno de esos tediosos "formateos' que se le hacen de vez en cuando a la máquina para actualizarla, pero si no haces lo que se llama un "back off" se te pierde todo lo que hay en el disco duro wur vas a formatear.

En vista de ese problema, decidí descargar la música que desde Internet con un programa muy bueno que tengo instalado en mi computadora.

Entre los temas que se me habían perdido estaban: la sinfonía #6 de Beethoven (las más escuchadas son la quinta y la novena, yo oigo más la 6ta). La 6ta sinfonía de Mozart es también chulísima.

Traté de buscar temas que, por lo menos, pudieran haber sido escuchados aunque sea por una minoría de los concurrentes al cumpleaños, por tanto, busqué piezas como: "Eine Kleine"(Mozart), el Danubio azul"(Beethoven), las "The Four Seasons" y "Va pensiero"(Vivaldi), la 5ta y la 9na Sinfonía de Beethoven. Esta última, en versión popular del gran maestro español, Waldo de los Ríos.

Todo estaba sucediendo minutos antes de la actividad, estaba presionado hasta el tope y, aunque apresurado, hice lo mejor que pude, ya que quería lucírmelas ante mis amigos poniendo de manifiesto el buen gusto musical con el que (de fábrica), vine al mundo.

Descargué lo seleccionado y lo llevé en una memoria USB. En la casa del evento, tenían equipo de música adaptable a ese dispositivo.

Al descargar la música, cometí un grave error que no me voy a perdonar jamás. ¡Qué vergüenza, cojollo! Lo que pasé en esos momentos, fue para mí no sólo desagradable, sino, hasta "encojonable". ¡Ay, si me hubiera dado cuenta a tiempo!

La Hora Cero

Cuando llegué a la casa de mis amigos había una gran algarabía, había como diez niños, 15 adolescentes, como 14 viejas y viejos, siete de ellos, pasados del meridiano por mucho y otros, casi en el meridiano; había hasta un perro, que parecía estar desvelado porque a cada rato abría su bocota y emitía un sonido gutural estruendoso y hasta, lastimero. La gran mayoría de los asistentes, eran jóvenes.

Había pasado como una hora y media y ya habían sonado: Verdi, Beethoven, Vivaldi, Mendelson y hasta la Orquesta Filarmónica de Viena, tocando los valses de Johan Strauss, entre otros. Casi todo lo que llevé había sonado, pero faltaba uno de los más conocidos.

Les dije a los contertulios, que iba a hacer una ligera pausa porque quería saber el por qué no había sonado ni un sólo tema de Mozart. Cuando dije eso, la casa se quiso venir abajo; se oyó una gran algarabía y hasta el perro se paró asombrado, y
hasta ladró; parecía contento.
Mozart La Para
 
. ¡Siii, por fin, ya era hora! decía una jovencita.
Ya me estaba durmiendo, decía otro.
Dije que no volvería fiestas de viejos, decía otra.

Todo cuanto decían, era por la música que habían escuchado. Algo raro para sus oidos, lo que no entiendo es que, si no conocían a Beethoven, a Verdi, a Vivaldi, entre otros, se entusiamaran tanto con Mozart. ¿Será acaso la

¡La acabose! Eso fue "la del perro bolo", todos externaron su odio escondido hacia ese "maldito disc jockey abusador". Yo me estaba callado y, cuando se calmaron, les dije que no sabía que a ellos les gustaba ese gran maestro.

Se lo dije con ironía, con mala fe, me vengaría de los improperios que contra mi lanzaron esos analfabetos musicales. Y así, con toda mi mala leche, procedía ponerle lo que había descargado de Mozart que se titulaba, "lo mejor de Mozart", cuya duración era de 35 minutos; era para que se murieran. ¡Malditos imberbes del carajo!

Les dije, ¡ahí les va su querido Mozart! Me quise morir, quería asesinar a mi otro yo, con tal de matarme yo mismo. Lo que empezó a sonar con toda estridencia, fue el verdadero Mozart La Para, el poeta callejero, precisamente, el que esos "cagaos" querían escuchar. Me refiero a los muchachones presentes (y creo que, hasta el perro)

Yo no lo podía creer, me atoré, tosí, desacoplé un gas por detrás y me tiré un "follón de reversa" (léase, un eructo, por la boca). Ahí está el problema del que les hablé antes.

Cuando estaba en la computadora, en mi casa, por dar un click para descargar "lo mejor de Mozart" (me refiero a Wolfang Amadeus Mozart), le di a "lo mejor de Mozart" y, como en ningún lugar decía nada más, el click fue para descargar "lo mejor de "Mozart la Para". 


¡Qué vergüenza, carajo! y lo peor de todo es que, ahí fue cuando se animó la fiesta. Me largué sin despedirme.
¡Granuja, estúpido, "tumba tabique" y gran "escupe seto"!

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