lunes, 2 de septiembre de 2019

CHÁCHARAS: LA IMPORTANCIA DE UN "SAN ANTONIO"


Por Henry Osvaldo Tejeda
Los dominicanos somos sui generis, podemos parecernos en algo al resto del mundo pero que va, somos otra cosa; así le decían sus fanes a Olga Lara para diferenciarla de Vickiana, en el sentido de que Olga era mejor cantante, claro está, solo la voz, porque el motor y la transmisión de la máquina de esta última le llevaba la milla al cuerpo de Olga Lara, aunque esta, también lucía muy bien.
Cuando el dominicano común se encojona, a lo primero que le echa manos para mejorar su mal genio, es al idioma, lo destroza de tal forma que si Cervantes estuviera vivo se hubiera "mochado" la única mano que tenía al momento de firmar con San Pedro (Hoy yo digo, "firmar con los Orioles ¿.,?) su contrato de viaje sin retorno, dicen que él perdió la otra mano en la batalla de Lepanto, pero pudo haber sido por meter la mano en unos sostenes sin permiso, eso está confuso todavía).Pues bien, Cervantes, le hubiera solicitado al rey de España actual, que retirara la embajada española de este país por los tantos asesinatos contra el idioma castellano. Cervantes, hasta hubiera amenazado con venir al país a recoger todas las ediciones del Quijote de la Mancha, y en un acto público no oral ni contradictorio, pasarse el libro por la ranura del sieso, la misma que divide las dos montañas traseras y peludas de su esquelética figura, en repudio a la manera tan fea de hablar el idioma castellano por parte de los dominicanos.

Se dice que somos un país muy especial, y eso no es mentira; en este país, no nos sentimos satisfechos con las palabras que nos ha dado el idioma de Cervantes para desahogarnos de las rabietas, ya que estas, superan con creces lo eximio del alcance de esas palabras castellanas; me explico:
La palabra "coño", siempre la tenemos a flor de labios para decirla por cualquier pendejada o pequeñez; veamos. 
Cooooño, se me olvidó pagar el teléfono! (coooooño, ahora que hablo de eso, a mí se me ha olvidado pagar el teléfono, que joder). La palabra coño en este caso, se ajusta perfectamente a la magnitud del problema, porque irse a pagar la factura no es algo doloroso.
Pero amigos míos, cuando vas corriendo descalzo y lo más quitado de bulla, y por mano'el Diablo tropiezas con una piedra bien filosa de esas a las que les dicen lajas, o te caes al tropezar con un tocón, una bacinilla vieja, o  que resbalas con una plasta de mierda o con cualquier cosa y te golpeas en los cojones, no me digan ustedes que esa simple y manoseada palabra coño es suficiente para uno desahogarse de ese trancazo. 

¡No señor, eso  no es  así!,  en un momento  el  cerebro, decide que no solamente decir ese simple coño nos calmaría el dolor del tropezón  o del golpe, porque la palabra coño en esos momentos la consideramos muy corta comparada con el gran dolor del golpe, y es entonces cuando vemos necesario anexarle unos adornitos, traducidos a palabras que nos sirven de  paliativo: he aquí lo que quiero decir:

Coñazazazo, maldita piedra del carajo!, ¡¡¡Recontracoño, piedra hija de la gran putazaaa!!!!
Si es en un hoyo de la calle en el que caes, aparte de usar la palabra coño con su anexo, es posible que también optes por "mentarle la mai" al síndico o al mismo gobierno: ¡Coñazoo, maldito Ayuntamiento! ¡Azaroso gobierno; ladrones del coño, tapen los malditos hoyos de las calles!
Para desahogarnos, es muy importante  agregarle algo al coño, y parece que eso alivia porque, no solo te calma un poco dolor por un golpe u otra calamidad, sino que, te desahogas diciéndole al gobierno todo lo que se te ocurre en esos momentos, claro está, siempre que no haya ni policías ni calieses cerc, porque  si los hay, te limitas al coño "gritao" sin sus anexos.

En esos anexos" encontramos la contraparte perfecta de nuestro dolor, y aunque no lo crean, me parece que eso es hasta psicológico. Hay cosas que no son reales y que solo están en el "tutú “de la gente (Tutú, es sinónimo de cabeza, juicio o azotea, en lenguaje ocoeño). Otro ejemplo de eso es que, cuando llega la luz luego de un apagón, sentimos la sensación de que nos entra un aire fresco por las puertas aunque estas estén cerradas; eso no es real, pues ese "aire fresco" solo está en nuestro "tutú".



Sigo con el tema. Hay golpes malditos; uno de ellos, el más doloroso, es que uno se da "por ahí abajo", el lugar al que los ocoeños le llamamos las gandumbas, porque tienes que aguantar el dolor sin hacer otra cosa que retorcerte, a ver si el dolor lo puedes repartir en el cuerpo entero, pero nada, no hay forma, sin siquiera puedes darte masajes en ese territorio porque te duele más, y ahí es que está lo maldito de ese "vejigazo". Si el golpe es frente a un público, sientes vergüenza de agarrarte las gandumbas para que la gente no sepa que estás "privao" de un dolor de cojones, por lo que nos sentimos aún más impotentes y el encojonamiento es doble; es el momento en el que los hombres, nos sentimos más impotentes.


En este país, muchas personas de esas que se las dan de decentes y dizque muy recatadas, prefieren implosionar (explotarse por dentro) antes que dar un grito que manifieste el dolor que sienten en la digna y sutil área  de los materiales colgantes.


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