domingo, 21 de noviembre de 2010

CHACHARAS: DE LAVADOR DE CARROS, A CASI CUNDANGO


Por Henry Osvaldo Tejeda


No crean que es tan fácil ponerse a escribir chácharas como talvez puedan estar ustedes pensando pues, aunque tengo la ventaja de que puedo saltar de un tema a pero tengo siempre un tema central, el que puedo abandonar para irme a otro cuando me de mi gana, y  hablar de varios temas a la vez.

Hablar de los homosexuales no es tan fácil, por lo quisquilloso que es este tipo de ave, pero ahí están los que no son de ese  "partido", pero les sale la mariconeria por los poros. Para eso, el pueblo, que es tan sabio, les tiene sus propios motes, frases y nombrtes.

Cuando hay alguien que, sin haberse declarado pájaro, y que la gente lo ha tenido siempre como gente seria (no es que los pajaros no sean serios, pero hay muchos que se pasan de la raya) hace además a veces que resultan tan femeninos que dan pie a que alguien vea lo que hace, y la manera en como lo hace, alguien le comenta a otra persona en voz baja: 

"Si ese hombre no es un cundango, te puedo jurar que en su testamento deja dicho que le lleven un pájaro a la morgue". 
Así es el pueblo, no se rían ni me "acaben"  por decirlo.

Es normal que los hombres de cierta edad acudan al médico a chequearse  la próstata,  aunque no dudo de que haya algunos (cundangos no declarados), que acudan con frecuencia a clínicas y hospitales diferentes (diferentes porque si lo hace en el mismo lugar, el doctor puede sospechar que el tipo solo va a que "lo claven") dizque a que le revisen el "mofle" (muffler) pero con su segunda intención.

No se le puede llamar cundango a un hombre que, cuando el médico le tiene el dedo metido hasta el gollete, quiera hasta enamorarse del doctor; nooo, según he oído, el paciente hasta puede tener una erección. 


Ya lo saben; yo no he tenido  "el gusto" de hacerme ese examen, solo digo lo que he escuchado, no comiencen a elucubrar conmigo, aunque hace tiempo que debí haber ido.

Hay un hombre en La Romana ampodado Mañarro, un lavador de vehículos quien he conversado infinidades de veces por lo relajao que es. 

Este tipo es muy jocoso y de todo saca un cuento, por eso no digo que sea verdad lo que me contó sobre la vez que fue al medico a chequearse la prostata. Miren ustedes como comenzó su historia.

_Henry, (en La Romana me llaman Henry y en Ocoa, Osvaldo) uno no puede escupir para arriba,  y tu bien sabes por que. Siempre me he reído de los maricones, y ni te imaginas la manera tan despiadada como los he criticado. -Me dijo, con un dejo de culpa, para luego seguir- 
_ Mira, hace días fui al médico por el asunto de la próstata, cuando vi al Doctor ponerse un guante, y ví el tamaño que tenía el dedo largo de la mano derecha, hasta me asuste y me dieron deseos de salir "juyendo".


_ Pero, no hay por qué asustarse, el doctor no te iba a matar. -Le dije-
_ Eso piensa uno cuando llega a la clínica, pero ese dedo parecía una mano de pilón forrada con goma. Parece que a ese médico se le ha desarrollado demasiado ese dedo de tanto usarlo, porque hasta un nudo tenia en la punta. ¡Santisimo, que ganas de salir corriendo!  

Me dijo que se quedó en el consultorio,  para aguantar estóicamente como todo un "hombre", lo que estaba por venir. Dijo como un hombre, pero él no se imaginaba para lo que un hombre puede dar en un momento de "debilidad"

_ El doctor me tranquilizó -Siguió contándome- y me explicó que eso no era cosa del otro mundo (yo pensé: claro que no es del otro mundo meterle a uno una vaina así por atrás), y que eso pasaría en un momento breve, máximo, dos minutos . ¿Queeeeee, dos minutos? Dios mío, me jodí, fue lo que pensé. Preñado salgo yo de aquí.

"Cuando el doctor me dijo:¡Póngase en "cuatro"!, y empezó a meter ese "dedo-bate" dentro de mi señorita humanidad, empecé a calentarme de forma tal que, cuando "mi novio", (carajo, perdónenme, quise decir, el doctor) quería sacar el dedo de mi "mofle" le dije: 

_Dígame Doc, ya terminó?
"Él me contestó que si. Entonces le dije: 
"No se atreva usted a sacar ese dedo de ahí, mejor échese pa'ca, pa'darle una chuliaíta. (yo no aguantaba más la risa, no tanto por las ocurrencias del amigo, sino por la seriedad con la que me las decía)

_Usted si es fresco amigo. Fue lo único que me dijo el doctor y salió del consultorio todavía con el guante puesto, pero con un leve color amarillento en el dedo del medio del guante.

Para no cansarte el cuento, te diré que, ya no hablo tan mal de los cundangos, es mas, cuando veo a un hombre bonito pienso que me cambié de bando, porque me entran unas ganas de tirarle un piropito. Noooo, no te rías, es cierto!!

Se publicó primero en elpidiotolentino@hotmail.com; elpidiotolentino@gmail.com