Henry Osvaldo Tejeda
Mi perrita Pelusa, nunca ha tenido amores; todavía no ha visto a Linda por lo menos, hasta donde yo sé, porque vive en el patio cerrado y no la dejamos juntarse con la realengada del barrio: ella está suelta en el patio junto a otra perrita llamada Geisha, pero eso no quiere decir que cuando ella está falta de macho, no se ponga de coqueta a hacerle ojo bonito a uno que otro perro del barrio que mete la nariz por el portón del patio, y es posible que hasta den su chuleadita, pero nunca han ido al fondo del proceso; por ahora, sus relaciones con algún perrito, no han pasado de ser platónicas; todo se ha quedado por ahora ahora por arribita, y en la investigación por parte del agentao perrito, que busca un chance para llegar al fondo del caso, o de “La Cosa“; lo cierto es que Pelusa aún es señorita.
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Desde que empezaron las visitas del perro al portón Pelusa se sienta al lado del portón esperando a su Romaeo |
Es una pena, porque no es justo que una perrita se pase la vida sin chocar los carritos, y sin pasar de simples conversaciones secretas por las rendijas del portón del patio. Cuando los perros no andan merodeando la casa, LA pobrecita Pelusa se sienta horas muertas en el portón, frente a la rendija por donde la olfatean y la chulean los enamorados Romeoss del barrio. Ella se sienta tranquilita, y cada vez que la veo ahí, me recuerdo de la canción Penélope, y de la canción de Maná, "En el muelle de San Blas". Se le ve triste y melancólica siempre mirando hacia la calle a ver si aparece su amado, pero tampoco la voy a defender tanto, debí decir, sus amados porque no es que Pelusa sea tan recatada, no, la perra es puta y tengo que reconocerlo porque ya la he encontrado chuleando con más de siete perros, pero siempre que la veo en eso, le repajilo a los perros, y ella me mira fijamene, como quien dice: ¿Qué pasa?

Eso es lo que no me gusta de ella, por eso la dejo dar uno que otro paseíto por el barrio; yo sé que si lo hago, en unos cuentos meses tendré la casa llena de perritos de todas pintas, colores y razas. La otra perrita de la casa, no es tan alebrezcaíta com Pelusa, y eso, que tiene un nombre de mujer de vida alegre japonesa (Geisha). Bueno, debo bajarle un poco a eso de "muchas razas", porque no son tantas las que hay en el barrio, son solo las dos de siempre; la "Royal Engou" (Léase, Realengo), y la "Virou Leit", que no es otra que los Vira lata, pero todos se dedican a lo mismo, es decir, a bucear en zafacones por el día, y buscar perras en celo por las noches. Algunos, son expertos en robar en frituras, pero los fritureros les han desgraciado la vida a tantos de esos perros que, al parecer, ya se regó la voz..No, perdón, quise decir que se regó el ladrido de que es peligroso robar en frituras, por eso es que algunos prefieren el sabor de los pañales de niños ya usados. No sé qué sabrosura es que le encuentran a eso, a lo mejor les saben a pizza; ¿Quién sabe? Lo que sí sé es que ese manjar aparece en todas partes sin correr riesgos, pues solo tienen que voltear un zafacón.
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Geisha, la más pequeña de las dos perritas de la casa |
Por mi casa residen dos perritos pequeños, más o menos, del tamaño de un cerdito de dos meses de nacido. Pelusa, la perrita más grande de mi casa no es tan grande, pero es más alta que esos dos pedazos de perros, y Geisha, la perrita más pequeña de la casa, es más o menos del mismo tamaño que ese par de aproximación de perros de esta historia.
Como esos perritos viven merodeando el portón trasero de mi casa, de vez en cuando, el hijo mío se le olvida cerrarlo, por lo que ya he encontrado tres veces al engendro perruno más temerario dentro del patio. El otro perrito, es mucho más tímido, y creo que todavía no se sabe enamorar, a ese solo lo he visto un par de veces charlando de lejitos con las perritas de mi casa, pero sin intentar propasarse con ninguna de ellas, ni ponerse de indecente a mostrar sus partes desde lejos, no, ese perrito no parece ser tan perro. Pero el otro perro, carajo, yo nunca había visto un pulgoso que se ponga más "arrecho" y tan rápidamente como ese animalito.
Ese reintegro de perro no pierde el tiempo, parece que sabe que si lo encuentro, le voy a mandar detrás la primera chancleta o escoba vieja que aparezca. Ese alocao perrito no pierde el tiempo dizque en enamorar a Pelusa, no, él lo que quiere es mambo de una vez, pero la perrita, al ser señorita todavía, cada vez que ese remiendo de perro ese se le quiere encaramar, ella le ladra en tono de boche o le pela los dientes. Pero no creo que es que no le guste que le anden "curcuteando" la puerta de campo, creo que ella le tiene miedo, a lo desconocido. Parece que las perras señoritas se han olido lo que pasa cuando un coito entre ellos llega a su fin; el atrabanque.
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Eso es un abuso de la naturaleza |
Lo que pasa luego de la relación sexual entre dos perros, lo he catalogado como un abuso de la naturaleza, porque no es justo que luego del placer experimentado y el tiempo que pasa un perro para que la perra lo acepte, luego de pasarse hasta una semana a que le toque el turno, porque son tantos perros que, hay que hacer fila, para que al final, cuando haya logrado clavar el clavo, se le arme ser un nudo gordiano entre él y la perra.
En este tipo de problemas entre los perros, siempre el más pequeño es el que sale perdiendo, porque en el "juidero", el perro más grande se manda en una carrera y arrastra al otro como si lo llevara esposado (a). No, ombe no, eso es un abuso. Si por lo menos, el perro más grande se moviera normal y lentamente para deshacerse del nudo, el dolor no fuera tan grande, de hecho, así me parece que lo hacen ellos cuando nadie los está jodiendo, pero siempre aparece una caterva de carajitos del barrio acosándolos, haciéndoles bullyng y tirándoles tereques y cachivaches viejos, y para no aguantar esa lluvia de pedradas, ambos perros se mandan a "juir", pero hay uno de ellos que es el que va más forzado, porque está obligado a correr de reversa. Ese que va forzado de reversa, solo correría de frente si por el lado contrario, aparece otra pandilla de carajitos, entonces se cambian los papeles porque hay que devolverse. No, eso no es amor; el flechazo de Cupido, se les vuelve una pedrá. Así, cualquiera ni se enamora.
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Ahí está Pelusa acechando por la rendija del portón a ver si ve al perro de la historia. |
Bueno, el hecho es que, encontré a ese animalito que se cree un perro de verdad, metido en el patio de mi casa me puse a observar a ver cuáles eran sus intenciones, aunque me las sabía. Empezó de una vez, intentando descubrir otra América debajo del rabo de mi perrita Pelusa, pero al ser tan pequeño, no daba pie con bolas y estaba perdido como Cristóbal Colón, que no encontraba la ruta hacia Las Indias. Si los perros pensarán, ese estúpido animalito hubiera usado una caja de cartón que había cerca de él. El hecho es que ese energúmeno perro, estaba desesperado y con la catana fuera de la canana (Catana, es un sable corto y curvo que usaban los Samurái) tratando de acotejarse con dos patas encima de Pelusa y moviendo las patas traseras en pinganilla, como si estuviera bailando Ballet, hacia donde él creía que estaba el punto exacto para lograr su tarea, pero nada de nada, nananina, no había forma, no alcanzaba y para colmo de males, en ese momento llegó mi hijo a la entrada del portón y cuando vio que ese pedazo de perro quería desgraciarle el señoritazgo a Pelusa, entró sigilosamente al patio y un poco más allá se inclinó para coger un cachivache cualquiera del suelo para "jondeárselo", pero no le dio tiempo a hacerlo porque ese engendro de perro parece que tiene ojos en las nalgas, y lo vio cuando se abajó. El Perro Romeo, apeó las patas de encima de Julieta,quise decir, Pelusa, y puso pies en polvorosa.
Ese animal parece que tenía el diablo metido, parece que al no poder resolver con Pelusa, se encojonó y se paró en seco en medio de la calle volteando la cara hacia el portón, y allí me vio. Yo le dije "Perro de la mierda, azaroso, fuera de aquí", y hasta amagué dizque con tirarle mi celular (Dije, que solo amagué) y ese leproso trozo de perro me enfrentó, y cada vez que yo volvía a amagarle me ladraba y me pelaba los dientes, como quien dice ¡atrévete sucio de la mierda, pa´que veas lo que es un perro sacudío y medío por buen cajón! Hay que estar vivo para ver vainas. Cerré el portón y me entré a la casa. Ahora, cuando paso por su casa, lo veo en la puerta, pero no me tiene miedo, se queda mirándome y me pela los dientes. Yo pensé; "Pero este asqueroso animalito si que es agentao! ¿Acaso cree que uno está obligado a aguantarle sus perrerías?
Esta historia yo la había finalizado antes de los próximos
párrafos, pero surgió algo con ese trasto viejo de perro que, no tuve más remedio que continuarla.
Horas antes de la publicación de esta historia, escuché a las perritas ladrando de manera no
acostumbrada y al salir al patio, ahí estaba el héroe de la historia. Alguien
de la casa olvidó cerrar el portón, y el trapo de perro se coló en el patio.
Pero en su enamoramiento, no se dio cuenta de que alguien serró el portón,
quedando él adentro. Cuando me vio, quiso volar brincando la pared de la calle
cuya altura es de por lo menos diez líneas de block y el brinco de él no
llegaba ni a tres. Nos pasamos como 15 minutos corriendo yo detrás de él por
todo el patio dándole la vuelta a la casa varias veces; hasta que decidí
llamarlo muy "amablemente", mientras abría el portón un poco.
Ven perrito lindo,
cochita pechocha de papá; ¡Ven, que ya te perdoné tu "Arrechura"!, tú
tienes todo el derecho de enamorarte; ven que eso es normal! ¡Ven que te vamos a consentir los amores....
El hecho es que, esa imitación de sabueso se creyó mi
amabilidad. Se lo creyó tanto que, hasta empezó a mover el rabito haciéndome
gracia. ¡Craso error, papacito! Cuando estuvo a mi alcance, le di un majaguazo
por el "mofle" con un pipote plástico que yo tenía escondido detrás de mí. Debe
agradecérmelo, porque supongo que le maté todas las pulgas, por lo menos de ese
lado de las nalgas. El pote coge cinco
galones de líquido, pero estaba vacío.
Cuando le di el majaguazo, tiró un brinco y se mandó
a correr de nuevo, y yo otra vez detrás de él, pero se metió en una parte del
callejón norte de la casa donde me era difícil darle otra ración de pipotazos;
ese lugar, en el breve tiempo que tuvimos ese jaleo, se convirtió en su
embajada para asilarse. Yo me jarté de perseguir a "La Cosa Esa" que
priva dizque en perro, y luego decidí
dejarlo salir, dando por un hecho que, ese solo majaguazo era suficiente para
que ese marrano perro no volviera a jurungar más la paciencia en mi casa. Dejé
el portón abierto, y me ubiqué lejos para que saliera y él vio por fin su
libertad seis metros más adelante; salió de su asilo, miró para todas partes, y
al no verme, en muy pocos metros puso la primera, la segunda, la tercera y
metió el overdrive hasta el gollete, dando un brinquito largo como el que da un
político del patio, no sin antes dejar un guayón en la tierra que casi lo hizo
volar hacia la calle. Luego fui a cerrar el portón, y ¡Oh, sorpresa!, ahí
estaba ese retrojo de perro, acechando a ver si era que yo me había ido, para
volverse a meter.
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Ahí´se ve al enamorado perro, acechando a ver si yo me fui para volver a meterse en el patio |
Creo que los perros traen de fábrica un compartimiento lleno
de "Chinito"*, porque, carajo, ¿y qué arrechura del diablo es la que
se les mete a esos indecentes e inmorales animales? No les importa que los vean
en la calle haciendo sus sinvergüencerías. ¡Perro es perro! ¡Sumaníficanimameo!
*Chinito: Sustancia líquido que usan los hombres de "capa caída" para mantener el pene erecto, para alargar el coito.