domingo, 29 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN LA ROMANA: EL POLICÍA Y LA MORENA

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
El colmado El Maestro, está situado en Cumayasa, una pequeña comunidad del Kilómetro 10 de la carretera La Romana San Pedro de Macorís, fue atracado por cuatro cacos que llegaron en dos motores, uno de ellos era una passola. La dueña del colmado, sabiendo lo que le esperaba si oponía resistencia a ser atracada, con toda su calma les dijo a los ladrones:
-Estoy tranquila, solo díganme lo que debo hacer pero no me disparen.
Los cacos, al ver que la doña les puso la cosa tan fácil, cogieron la venta del día además del dinero de la venta de una lotería famosa que opera en el lugar, y se largaron, no dieron ni las gracias, es más, sin más ni más doblaron una esquina y se dirigieron directamente hacia la carretera rumbo a La Romana. Luego de marcharse, la señora, a quien apodan La Morena, les cayó atrás en otro motor no para detenerlos, sino, para dar ir formar sobre el robo a la policía del lugar. Debo decir que, para salir de la comunidad de Cumayasa, los cacos, tenían necesariamente que pasar por el mismo frente del destacamento policial, cosa que hicieron con sólo dos o tres minutos de diferencia del momento en que Morena llegara al lugar con su querella.

Veamos la conversación entablada entre La Morena y el oficial del día, uno de esos clásicos policías rasos, a los que les da un pito todo cuanto pase a su alrededor y por lo que veremos, el pobre uniforme con carne y sueldo, no sabía ni expresarse bien:
_Mire agente, dice Morena, hace  apenas unos minutos que mi colmado fue atracado por cuatro ladrones que acaban de pasar por aquí.
_ ¿A qué hora fue eso doña? Dijo el agente
_ Hace sólo como tres o cuatro minutos; iban en dos motores y uno de ellos es una passola; van rumbo a La Romana.
_Ajá, ¿ Y cómo taban vestío? 
_ Uno tenía una franela roja, y otro un poloshirt azul, de los otros dos no recuerdo porque yo solo estaba atenta a los que estaban a mi lado.
_ ¿De qué tamaño son?
_ Bueno, digamos que dos de ellos son bajitos, y los otros dos de tamaño normal.
_ ¿A qué ute le llama bajito?
_ ¿De verdad usted quiere que le diga a lo que le llamo bajito?
_ Positivo, dijo el policía.
_ Bueno, yo no que bajitos,sino, más bien son enanos y mal parecidos así como usted.
El policía le viró los ojos, y continuó el interrogatorio.
_ Se fijó ute si alguno de ello tenía teni?
_ Sí, pero solo me fije en uno, que tenía unos tenis rojos

A la Morena ya se les estaba subiendo la sica al juicio por las pendejas  preguntas del policía.
El policía siguió:
_ Entonce, los otro no tenían teni, ¿Verdá?
_ No recuerdo si tenían o no tenis, no sé si tenían chancletas, lo único que sé es que me asaltaron. Dijo Morena, ya encabronada
_ Dígame algo, cuando ello la asaltaron, qué taba haciendo uté?
La morena no aguantó, y le dijo en forma airada:
_ Pero es el colmo, de los colmos. Está bien, mire, yo me estaba rascando la nalgas y echándome fresco aquí  en este pendejo de ñame que tengo aquí abajo. Dijo la morena, en una explosión de ira, agarrándose las entre piernas como si cogiera un puñado de arroz.
_ Señora, dijo el pedazo de policía entruñado. No relaje con la autoridad no se quiera hacé la chitosa conmigo si no quiere que la suelte en banda.

_ No, no relaje usted; su deber es ir detrás de esos ladrones que todavía están cerca de aquí, mientras usted pierde el tiempo haciéndome preguntas pendejas. ¡Vaya, cáiganle atrás ahora que hay tiempo y atrápelos! ¿Acaso no es para eso que ustedes tienen un vehículo? -Le dijo Morena, ya desacatá.
_ Si, tenemo un vehículo, pero no´ e pa´ andá detrá de lo ladrone como en la película. Ahora dígame uté eta  última pregunta: ¿De qué color eran los cuatro ladrone? ¿Eran blancos, prietos, de pelo malo o bueno?
_ Me cago en Ceuta, cojollo, dijo Morena, torciendo la boca y  echando chispas por  los ojos- ¿Y es  que usted piensa que yo tengo que ir detrás de ellos a preguntarles cómo se llaman, de dónde son y que dónde viven, preguntarles el número de sus cédulas, para que usted pueda ir detrás de ellos?
_ Bueno doña, eso ta feo, esa gente deben ta llegando a La Romana, eso ta ma'que jodón, lo siento, no podemo ayudarla por ahora, pero reportaremo la novedad, y le diremo luego en qué quedamo con esa vaina.
Morena, que ya no aguantaba más, le respondió:
_ Mire policía de la mierda, buen asqueroso del carajo, váyase al mismo Diablo, sin servir, chupa cheque, tumba tabique, coge fiao; nariz de pata culeca, quijá de pupitre, si usted no sirve para policía váyase al mismo demonio y renuncie cacho'e pendejo. Lo que yo creo es que usted es cómplice de esos ladrones.
El policía abrió los ojazos como dos bolas negras de billar, y sólo atinó a decir:
_ ¿Pe..pe. pero, que dice usted mujé del diablo? ¿Y´e que uté se ha vuelto loca, vieja rechoncha y azarosa? Vayase de ahí ante que la deje presa por indecente. Vaya  cojar una guaguita y ponga la querella en el cuartel de La Romana, porque aquí, ute se acaba de guayá. ¿Qué se ha creído uté conmigo, buena ponzoña?
Diciendo esto, le dio la espalda, cogió una escoba y se puso a barrer el cuartel. 

jueves, 26 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN SAN JOSE DE OCOA: FRANCISQUITO: EL RATON DE LA CASA DE LUIS PAI

Por Henry Osvaldo Tejeda
Antes de usted sentarse a escuchar cuentos de la propia boca de Luis Pai, el hijo de Pai El Bombero, un zapatero de San José de Ocoa, tiene que tener las tripas muy bien puestas y llenas de algo bien sólido, porque tan pronto ese personaje abre la boca tiene usted que empezar a reírse, y desde que comienza a hablar ya no hay manera de pararlo porque los cuentos, la mayoría de ellos según él, de sus propias vivencias, se suceden uno tras el otro.
 Escuché muchísimos cuentos de Luis, que ya ni recuerdo pero, sí recuerdo cuando me dijo una vez que estábamos sentados en un contén del pueblo frente al Bar Tres Rosas San José de Ocoa mientras le dábamos "quimbo “a un frasco de Bermúdez Dorado:
_ Mira Osvaldo, yo no sé si tú sabías que en mi casa había un ratón llamado Francisquito, pero mira, es un tolete de ratón que nos tenía la vida hecha un trapo, imagínate, ese hijo ‘e puta comía más que to'el mundo en la casa, con decirte que una noche no encontró na pa´comé en la mesa y sabes lo que hizo el maldito animal? se  comió el mantel de la mesa; un mantel nuevecito.

_Cóoooomo? 
_Mierda, Luis, no seas  tan "jablador". ¿Y por qué  se  iba a comer ese animal un mantel, si eso no sabe a na? -Le dije-
_ Crees tú que no sabe a na; yo sé que lo hizo por dos cosas- dijo Luis, como si me estuviera contando algo tan digno de creerse.  
_ Primero, por lo maldito que era, pues no encontró ni una "borona" de plátano, ni huevo, no naíta en la mesa, y la otra, creo que fue por venganza y por estúpido, porque confundió las manzanas que habían dibujadas en el mantel con manzanas de verdad. 
_ ¡Ofrézcome carajo, pero que engendro de satanás es ese? Dije.
_ Mira Osvaldo, gusto que tu hubieras visto cómo quedó ese mantel, "llenecito anete" de boquetes en los sitios donde estaban los dibujos de las manzanas, lo volvió un colador de hoyos gigantes, y cuando mi abuela vió eso, por poco le da un patatú.
_ Me ca.. en Ceuta, Luis, !Háblate con Fillán para fumigue la casa!
_ Qué Fillán de la mierda, eso no sirve pa´na.
Señores, ya yo no aguantaba la risa cuando me salió con esto de Fillán, quien era el encargado de la oficina que se encargaba de eso. Así siguió Luis Pai con la historia:
Francisquito, reposando su 
"jartura" de mantel.
_ Es que ese jodío ratón lo trajeron de un campo del Pinar por equivocación, y trajo toditas sus agregó de El Pinar, dijo Luis- 
_ Pero, y quién diablos es tan loco de enviarle a alguien un ratón desde el campo para el pueblo? -Pregunté yo asombrado-
_ Osvaldo, cállate la boca y solo atiende lo que te digo. Es que a mi abuela le iban a enviar un marrano desde el Pinar pa'criarlo en el patio de la casa, y parece que el ratón se dio cuenta del viaje y mató al marrano, se subió en las árganas del mulo y aquí vino a parar ese satánico.
_ Ese animal era un desastre, mira que, cuando le atacaba esa maldita "jambre", se iba al colmado que estaba frente al Correo y allá cenaba, luego cruzaba la calle y se metía en el patio de mi casa pero primero "relojeaba" a ver si venía algún gato para luego irse a esconder en los "cubujones" de la casa de mi abuela.
_ ¡Ah, pero al parecer, era un ratón entrenado en guerrilla, le dije.
_ Cuando no iba al colmado se comía la medias mías, pero solo se comía la parte delantera de las medias, porque parece que le gustaba mucho el sabor del sicote de las patas que yo dejaba en los tenis, te lo digo, ya sé que era él, las cúcaras no hacen esas cosas. Un día me fui a poner mis tenis y cuando me metí el pie derecho, se me salieron por delante los cinco "deos".
_ También se comía los pantaloncillos de Pai, mi papá. Pero a los pantaloncillos, solo le comía la parte de las nalgas, no sé si era que tenía buen sabor, o que encontraba algunos granos de habichuelas pegados de la tela, o alguna sarruma" de bofe, de "jociquito", o qué sé yo, qué otra vaina ma. Pai lo vivía acechando con la chaveta de trabajar zapatería.
_ Yo no podía aguantar más la risa, por lo que tuve que decirle:
_ Luis, ya cállate por favor, que ya me duelen las tripas de reírme, hablemos de otra cosa.
_ Osvaldo, pero todavía el pote de romo ta por la mitad, espérate a que termine el cuento, porque tengo que contarte lo último
_ Qué vaina contigo Luis, ¿Es que no puedes pararte ya? Ni me escuchó cuando le dije esto, pues siguió con el anexo de la historia.
Así siguió:
_ Bueno Osvaldo, parece que el dueño del colmado lo estaba acechando y le puso una ratonera de las grandotas, pero pa'que tu veas qué animal tan satánico era ese, parece que se dio cuenta del gancho que le tenían puesto y volvió pa'mi casa, cogió un anzuelo que yo tenía en una gaveta y volvió pa'l colmado. No te puedo explicar cómo lo hizo, pero lo que yo sí sé, es que "Anzuelió" una molleja de pollo que había en la ratonera. De todas formas, la ratonera sonó pero no lo cogió a él". Cuando el metal de la ratonera cayó, ya la molleja iba rumbo a mi casa por el patio de atrás.

Esto le puso la tapa al pomo de mis tripas, ahora ya me dolía hasta la boca; no aguantaba más, este azaroso Luis del cojollo me estaba haciendo casi explotar. Yo, estaba mareado de romo, amanecío, y este hombre con ese telelé que no paraba de hablar, y cada vez que lo quería parar, se le ocurría otro episodio de Francisquito, el ratón. Es admirable la imaginación de este pintoresco personaje ocoeño.
_ Luis, esta es la última vez que te digo que ya está bueno, ya, por favor, termina con esa vaina, ya me está doliendo el costillar de lado y lado, además de la barriga y la boca.
_Ta'bién, toma, pégate un trago -Diciendo eso, Luis siguió-
_ Pa'no cansate ma con la historia, te diré que, cuando sonó la ratonera el dueño del colmado se levantó y sospechó que ahí estaba Francisquito, entonces se buscó un bate y cuando el ratón lo vio, yo toy seguro que solo pensó:
_"Coño, aquí mismo me jodí. ¡Adiós mundo cruel! Ese mardito ovejo (el hombre era blanco) ahora quiere da un batazo de jonrón con mi cabeza. ¡Ta jodona la vaina! 
Luis, hizo un paréntesis para decirme:
_ Osvaldo, ese animal sabía también de pelota, porque él nos veía jugando en el pley de Las Canas, tú sabes que vivo en la misma esquina del "centerfil", y él se tiraba to´los juegos desde un boquete de esos que hay entre el cinc y el seto de tablas.
_ Si lo sé, yo también jugaba en Las Canas, pero sigue ya porque quiero saber el final de la historia.
_ Bueno, Francisquito se mandó en una carrera, con el dueño del colmado atrás; al parecer, el ratón se volvió medio loco, porque solo sabía meterse por la puerta de la cocina y esa no era la ruta de salida por donde él acostumbraba a salir, por eso, cuando vio un "boquete" en una de las puertas que da a la calle 16 de Agosto, por ahí mismito salió con velocidad de ambulancia, con tan mala suerte que, ahí mismo venía el carro de Vianey, y lo volvió un hojuela.
_ ¿No jodas; lo mató? -Le pregunté-
_ Si, lo pegó de la "tarvia" como si fuera una postalita. Eso me dio mucha pena, porque aunque ese ratón era tan odioso yo lo quería. El vecindario se alegró de que lo mataran, pero el que más se alegró fue  Olivo Sánchez, porque Francisquito se iba por las noches a acechar a Olivita, su hija, porque déjame decirte, ese animal también era brechero.

lunes, 23 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN SAN JOSE DE OCOA: EL HIJO DEL BURRO DE CUICO


Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
Introducción necesaria.
 Cuico, era el apodo del dueño de un famoso burro ocoeño sobre el cual, ya me referí en un trabajo anterior. Era un animal conocido por sus travesuras bellacas y amorosas en la década de los sesentas. Parece que al tener tantas amantes (burras, y saleas jovencitas, por supuesto), dejó hijos por doquier. Haré un paréntesis aquí antes de seguir con un hijo del famoso burro de Cuico.

"Detrás de cada mujer mandona, hay un hombre mamita".
Es la frase de un amigo de infancia que no transige con su autoridad en el hogar. Los tiempos han cambiado y ya vemos cómo han avanzado las mujeres. Las hay que les sobra el valor para hacer cosas que un hombre mamita no haría. Hace días leí que, una  mujer de 80 años, se hizo cargo de los controles de una avioneta en la que viajaba con su esposo; un piloto de 81 años que se desmayó pleno vuelo muriendo poco después.
La mujer aterrizó de emergencia con la ayuda de un piloto que fue enviado en otro avión, para ayudarla a controlar la nave a través de la radio.
 Hace tiempo, supe de una señora de unos 55 años, que quería tener una fantasía. Esta doñita, lo que soñaba era con montarse en un burro que corriera mucho y salir en su lomo a través de un campo raso "a to meter", como dicen en Ocoa cuando hablan de meterle velocidad a algo, o como se dice ahora, "coger brisa".


La doñita se fue a un rancho de alquiler de animales en pleno campo y rentó un burro, los dueños le dijeron que los burros son muy mañosos  por lo que debía ser cuidadosa. La doña se montó en el burro y emprendió la carrera. El burro resultó muy lento por lo que volvió donde el dueño, para que le buscara otro burro que corriera más.
Así lo hizo el dueño, y la doña salió a una velocidad que la hizo sentirse bien. Cuando tenía un par de kilómetros recorridos, al burro se le metió una un guiruigui raro y cogió demasiada brisa; parece que se le montó el Overdrive solo y se mandó en una carrera como "alma que lleva el Diablo".
Pasó un buen rato "en bola de humo" metiéndose por todos los matorrales, matojos, barrancas, brincaba zanjas, sotos, se subió por una jarda empinada, luego bajó de nuevo, y andaba vuelto loco salvando  todo tipo de obstáculos que hallaba en el camino; el burro estaba de remate.
La mujer encima del burro, ya toda desgreñada y desesperada, pudo sacar su celular y con mucha dificultad, mientras el burro tiraba "Volíos" pudo llamar al dueño del burro. En Ocoa, tirar brincos, es lo mismo que tirar "bolíos". No sé de dónde sacamos en Ocoa tantas palabras raras.
 - ¡Aló, aló! -La mujer llamando a los dueños del burro-
-¡Aquí base de burros, diga usted!
-Soy la mujer que le alquiló el burro, y le llamo porque tengo un problemita.
-Si señora, ya nos dimos cuenta por el GPS que tiene ese burro instalado, díganos exactamente, qué es lo que está sucediendo.
-Este burro se ha vuelto loco, parece que ha perdido la cabeza, va corriendo como a 80 kilómetros por hora y rebuzna muy raro; también se va tirando unos gases que suenan como si la guerrilla nos estuviera bombardeando; estoy desesperada, ¡dígame qué hacer!

-Señora, ¿qué le ha hecho usted al burro? ¿Le dio usted algún golpe en la cabeza; le dijo alguna mala palabra, o le mentó la mai?
-¡Nooo, imposible, qué va a ser hombre! Todo iba bien hasta que vio un bulto a lo lejos.
-Dígame señora, ¿qué clase de bulto le pareció a usted que vio?
-No, no sé, con todos estos brincos, qué carajo voy a poder ver nada, sólo dígame usted cómo puedo aterrizar porque ya este burro  no está pegado del suelo, creo que estoy en aire y pareciera que estoy subida en un camión volqueta de esos que cargan arena.
-Espere un momento, sólo trate de mantenerse encima del animal.
_ Está bien, voy a tratar, pero ándese rápido porque ahora este burro infernal comenzó a ladrar como un perro, y hace rato estaba bramando como un toro. ¡Santísimo!, no sé qué clase de animal es este; estoy aterrada, nunca había escuchado a un burro que habla.

El hombre se va a los establos en busca del gerente de burros de alquiler y le pregunta:
-Oye Luis, ¿cuál fue el burro que le alquilaste a la señora que salió hace poco de aquí?
-Bueno patrón, cuando me trajeron ese burro de San José de Ocoa, sólo me dijeron que era hijo dizque de un burro famoso cuyo dueño se llamaba Cuico, y que el papá del burro hacía cosas muy raras, incluso, hay gente que llegó a decir que lo oyeron hablando, pero solo estaba enamodo. Dizque no hubo burra en ocoa a la que él ha haya pasado por las armas, por eso es que ha dejado un reguero de burros en toda la comarca. En ese pueblecito es que más vainas raras se ven, es lo único que le puedo decir.

Del burro en el que anda la señora, me dijeron que corre como ambulancia, pero que se volvía medio loco cuando se ponía recho, y que se le metía vicio tan grande que, si no "se despachaba" era capaz de cualquier cosa. Yo no lo di mucha importancia a eso; pero  dígame patrón, ¿qué está pasando con ese animal y la señora?
 El patrón no contestó; lo entendió todo, entonces se fue al teléfono de la oficina, llamó a la  asustada cliente y le dijo:

-Señora, ¿Está usted todavía encima del burro?
-Sí, pero ahora estoy más alto, y aunque ha disminuido la velocidad, parece como que el burro creció, y he tenido que agarrarme del cocote del animal para no caerme; me parece que este animal se ha parado en dos patas, no sé. _Exclamó la angustiada señora-
El gerente lo comprendió todo en un segundo, y solo atinó a decirle a la doña:
-Señora, no se preocupe, ya está usted a salvo, ya no tiene nada que temer, sólo tiene que mantenerse encima del animal por unos minutos más y cuando usted oiga que empezó a rebuznar, sólo tiene que desmontarse con calma y esperarnos ahí, porque  ya habrá pasado todo; solo mantenga la calma. -dijo el gerente, y colgó-
 El gerente penso: Si es lo que yo estoy pensando, la doña se salvó.

La señora siguió las instrucciones, vio cuando el burro enderezó, es decir, se puso horizontal con respecto al suelo, y tal como se lo había dicho el dueño del burro, el animal  empezó a rebuznar. Era una especie de canción lo que entonaba el burro con su rebuznar, y se le notaba medio sonriente, entonces, la doñita aprovechó esa pausa y se desmontó. Ya sentada en una piedra, pudo ver que al lado del burro había una gran burra prieta que mascaba algo con cierto dejo de satisfacción.

En eso, el burro volvió a rebuznar, se echó en la tierra y empezó a  revolcarse mientras seguía entonando su rebuzne de satisfacción. ¡Supongo que se estaba riendo en su idioma! Esa es la estirpe del famoso burro de Cuico.

viernes, 20 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA: CÓMO APAREJAR UN BURRO

Henry Osvaldo Tejeda
La juventud citadina, conoce muy poco o nada de la vida del campo y es lógico, pues a lo más que han llegado es a visitar una que otra vez a familiares que aún viven en la zona rural. Si ud le pregunta a un joven pueblerino cuáles son los ajuares (Avíos,se le llama en el campo ocoeño) que se necesitan para aparejar digamos que a un burro, la respuesta el pueblerino le diera fuera esta: _ Y, ¿con quése come eso? No saben nada del campo.
Voy a dar una pequeña clase de lo que aprendí en los campos de mi tierra, especialmente en la finca de Nizao (San José de Ocoa) cuando iba a visitar la casa de mis abuelos paternos. Verán ahora cómo aparejar un animal de carga, y el nombre de los "Avíos".

Para iniciar el aparejamiento del animal; digamos que a un burro. Procedemos primero a ponerle la "Esterilla", que es una especie de colchoneta hecha de flecos, tomados de las matas de plátanos. (La que se le pone a los caballos para ensillarlos es distinta; se llama Panó y está hecha de cuero ). Esta se coloca en el lomo y le cubre, desde el nacimiento del cocote hasta unos dos pies antes del nacimiento del rabo.
La Esterilla tiene por función, evitar que el animal sea lacerado por la rusticidad de los demás ajuares. Luego se le coloca el Aparejo, que es una asentadera o, silla, donde descansan las nalgas del jinete. Viene hecho para un solo pasajero.


Desde el Aparejo, sale una cuerda doble en forma de U cerrada, por donde se introduce el rabo del animal y se ajusta rodándolo un poco hacia adelante, quedando sujetado el aparejo del nacimiento del rabo. Esto evitará que el jinete se deslice hacia adelante con todo y aparejo cuando camine por una pendiente cuesta abajo, es decir, por una jarda. A esa soga que forma esa "U", se le llama Gurupa, también, gurupela. Al parecer, ese nombre es una corrupción del término "grupa", que se refiere a la parte de atrás del animal, o sea, el anca. Hay campesinos que colocan la Gurupela de forma tal que, en lugar de pasar por debajo del rabo, pasen más un poco más abajo del mismo para evitar que, la gurupa, le cause un gran corte debajo del nacimiento del rabo algo súmamente doloroso para el animal.

Aparte de la Gurupela, al Aparejo, para tenerlo bien fijo se le pasa una cuerda ancha en la parte central por encima que le da la vuelta a la barriga del burro, volviendo al aparejo, donde se aprieta hasta estar bien asegurada con un nudo que la fija. A esta cuerda, se le llama cincha, y es ancha solo en su parte central para que no le haga cortaduras a la barriga del animal; las puntas terminan en cuerda fina para atarlas entre sí.
Los campesinos, para lograr un mejor apriete del aparejo, al momento de hacer el nudo de fijación, colocan la rodilla izquierda en el lado de la barriga del animal para poder halar con fuerza la cincha, y hacer que el nudo quede bien apretado. A esta acción, ellos le llaman "trancajilar". La RAE registra esta palabra como trancahílo; el campesino le da fuerza a la "h" y la convierte en jota.

Vean esto. Para decirle bruto a alguien, usamos la palabra burro, pero no creo que sea así del todo, pues, mientras el campesino está apretando la Cincha apoyando la rodilla en la panza del burro, este, que ya sabe que es para apretarle mucho la soga, toma mucho aire y aguana la respiración y mantiene la barriga aventada de manera que, cuando el capesino cree que ya está bien apretada la cuerda, entonces el burro, que se ha mantenido sin respirar mientras lo estan apretando, sulta el aire aflojando la barriga, por lo que la cuerda le queda bailando, es decir, floja. Esto es señal de que los burros no son tan brutos ni pendejos como creemos.

Eso fue lo que me pasó en Nizao, cuando fui a bajar la jardita que estaba al lado de la casa de mi abuelo; tan pronto el burro bajó la cabeza para comerse algo que vio en el suelo, yo salí deslizado hacia su cabeza cayendo al suelo para luego seguir rodando e ir a atajarme con una mata de naranja. ¡Que burro de la mierda tan mañoso, carajo!

Luego del Aparejo, se le pone las Árganas (del latín ángaria) que viene siendo una especie de valija con dos compartimientos, uno de cada lado, donde se cargan los productos agropecuarios y otra cosa que se deseé llevar. Éstas árganas, van sujetas a la barriga del animal al igual que el Aparejo, por debajo de la cuerda ancha de este.(Los caballos llevan otro tipo de árganas son m´ás pequeñas, y son hechas de cuero a las que les llaman valijas. En México les llaman, Alforjas y van colocadas detrás de la silla. El que alguna vez ha visto una película de vaqueros, sabrá de lo que estoy hablando. Como  a  los  burros, son


regularmente dizque mansos, no se les pone frenos  de los  que vienen  de fábrica, sino, uno hecho de soga de cabuya. Se les amarra una cuerda que le rodea el cocote, llevando una parte de la cuerda hasta el hocico donde se  le  da una  o dos   vueltas  alrededor  del mismo,  y  la parte de  la cuerda  que  queda suelta, es la que se usará para detener al animal cuando se le hale hace atrás. Las vueltas que se le dieron con la cuerda en el hocico, se le llama Bozal. El freno de los caballos, viente hecho de fábrica, y tiene una parte de metal que les atraviesa la boca, y otra parte en forma de jáquima que le cubro toda la cabeza.
Cuando se sabe que el burro es muy mañoso, en lugar de rodearle la boca con el Bozal, se le introduce la soga dentro de la boca bien pegada de ambos comisuras de la misma, y luego se le sujeta bien la barbilla. Hecho esto, se hace lo que en el campo llaman "gasá" (no tengo el origen de este nombre pero es un nudo simple), de modo que la cuerda que queda libre salga repartida en dos para cuando el jinete, o auriga tire hacia atrás con ambas cuerdas, el burro, al verse cogido por la barbilla reaccione hace atrás y pueda frenar. A este freno casero se le llama, "Barboquejo".

Hay otra especie de freno mucho mejor confeccionado, pues viene hecho para que la cabeza del animal quepa de manera ajustada en la misma, como si fuera un freno para caballos, pero hecha de soga de cabuya, cubriéndole la cabeza completa. A este freno se le llama "Jáquima" y regularmente se le pone a los mulos, y a los caballos cuando no estan ensillados, que no les molesta estando amarrados mientras pastan.

domingo, 15 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN LA ROMANA; DE PLAGAS Y DE AMORES GATUNOS

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
La Romana no sale de una plaga, cuando no es una plaga de mosquitos, es una de ratones, de  motoconchos, de vendedores ambulantes (ahora hay más de plataneros), de guagüeros de Los Mulos, de los evangélicos y su bulla en la vía pública, de programas de televisión malísimos, de locutores mamiteros, de esos que dicen: "Hola Mami, como te va mami. Dime mami qué estas cocinando; mami, dime mami,  ¿está ahí tu marío, mami?". 
Hay plaga de tigueritos ensuciando vidrios en las esquinas, plaga de  políticos sinvergüenzas, plaga de "Dame lo mío" y otra plaga que estaban de moda, los comunicadores limpia sacos y lame medias que no salen de las oficinas de los políticos y hasta plagas de funcionarios corruptos. Y así, entre otras plaguitas mas, nos pasamos la vida.
Mi gato
Yo tenía un gato, disque para controlar un poco las ratas, porque en el  patio de mi casa hay unos toletes de ratones que, si uno no sabe diferenciar bien un animal de otro, puede confundir un ratón de esos con un conejo, con un curio, o con puerquitos recién nacidos. Estos puercos ratones, se pasean por el patio como un paisano por el el malecón. Por eso, no era raro ver al gato entrar en la casa a velocidad supersónica, pero no era persiguiendo ratones, sino que, le estaba huyendo a un lembo de ratón. (En Ocoa la gente usaba la palabra Lembo, para describir algo más grande de la cuenta; ¿..?)
Cuando el gato llegaba a una habitación, tiraba un brinco desde la puerta y caía encima de una cama, y para apearlo de ahí era la del Diablo, se ponía tembloroso y hasta sudando, no, no se rían, que la cosa era seria, ese gato sudaba. Una vez traté de apearlo a las malas de la cama y me fajó como si yo fuera su enemigo, entonces yo me encabroné y hasta le hablé como si él fuera una gente; le dije: ¡Mira, gato de la mierda, esa guapeza y esa furia que tienes conmigo, por qué no la usas con esos ratones, cacho´ e pendejo? Como sabe que le haré nada, las coge conmigo.
Ese gato del carajo tenía amores con una gata vecina, y a veces, hasta se mudaba con ella por varios días por lo que supuse que mi vecina,  le había consentido los amores hasta que con el tiempo, se fue alejando y ya no acudía a sus citas con la gata, pero no era que se le había gastado el amor, sino, por los ratonazos que había en el patio. Para ir a visitar y a chocar los carritos con la gata, mi pobre gato tenía que pasar atravear el patio cerca de las cuevas multifamiliares de los ratones y me lo tenían al garete, y creo que el "Don" de los ratones (Así como los mafiosos, también los gatos tienen su Don. 

¿No han visto a Don Gato en la tele?  Pero de mi  gato ya no solo era porque temía las golpizas de los ratones, ahora surgió otro más feo, y fue que el Don de los gatos, se enamoró de la gata, la novia de mi gato, por lo que tuvo que abandonar los amores. Se le notaba amargado, y cada cucaracha que le pasaba por el lado, la aplastaba con rabia, tampoco quería comer.
Ya no se escuchaban sus ronroneantes conversaciones de madrugada con la gata, tampoco los escándalos de la gata cuando, bueno el gato le tenía.....Bueno, eso mismo que piensa usted ahora mismo. El que se ría de lo que he dicho, es porque no ha oído dos gatos enamorados a altas horas de la noche, y más aún, cuando a la gata le estaba gustando el choque de los carritos, y se le oía clarito cuando decía: "Guaaaaiiiii mi maiiiii, pero que bueno ta´etoooo!! 
Otras veces, cuando estaban en esos menesteres, se les aparecían  varios gatos de la pandilla del Don a joderles la paciencia y no dejaban que mi Romeo gato le pelara el guineo  a la Julieta gata, por lo que tenían que irse huyendo por los techos, pero siempre con esa jauría de gatos detrás. 
Es que le tenían un acoso sin piedad porque el Don Gato, el jefe de los gatos del barrio, pretendía que la novia de mi gato fuera su "querida"; él tenía un harén de gatas, pero le cogió con la novia de mi gato, al parecer, porque eella era muy seria y no era una gata "grillo" como esas gatas avionetas del barrio que se arrastra con cualquier mugroso gato en cualquier callejón, no señor, esa gata era muy seria.
Un día, llegó mi gato con sangre en la cara, me puse en pié de guerra y salí a indagar quién le había dado esa paliza, fui casa por casa del vecindario, y uno de los vecinos me dijo: "Ah, pero, y es suyo el gato que se jartó cuatro de mis pollitos recién nacidos, ¿Eeeh?". Para no  cansar con el cuento, tuve que pagarle los pollitos a ese hombre que medía más de seis pies de altura y con unos molleros como los de Popeye antes de que nos matara, al gato y a mí. A los tres días, el vecino volvió y tuve que pagarle además,  los tres pollitos restantes del parto de la gallina, porque según él me dijo, mi gato dejó a los demás pollitos sin hermanos. ¡Vaya usted a ver! Tantos líos dizque por un jodío gato enamorado y ladrón.

Hace varios días que no veo al gato, pero ayer, supe que hace como una semana, en el vecindario hicieron una fiesta donde bailaron bachatas, bebieron romo y comieron (¡Qué pena!), se comieron un gato.


lunes, 9 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA; EL CHAVO Y LOS CAMPESINOS

Henry Osvaldo Tejeda Báez
En todos los pueblos del país, hay personajes pintorescos, y San José de Ocoa no es la excepción, allí tenemos una gran variedad esos personajes cada cual con sus propias características y  Chavo el borrachón fue uno de ellos. El nombre de Chavo era Rafael Francisco De los Santos Cordero. Se daba un "jumo" diario, y recuerdo que, como a las diez de la mañana después que terminaba de cuidar los gallos de la traba de Gior Mancebo, se le veía bajando por la Andrés Pimentel como a las 10:00 am, y ya como a las 5 o a las 6 de la tarde lo veíamos venir dando traspiés por la acera del frente del Hotel Marién hacia arriba. 

A veces, cuando aún no estaba del todo borracho sino, "achocao", se sentaba en un banco del parque a relajar con nosotros unos mozalbetes que  gozábamos un mundo con su aguardentosa y jocosa forma de hablar tan pausada y en tono bajo. Era muy raro ver a Chavo molesto, y solo había una forma de verlo con las orejas prendidas, y yo sabía cómo hacerlo, por lo que siempre buscaba la forma de ponerle el tema, que no era otro que el de los campesinos; Chavo odiaba a los campesinos.
El motivo del odio de Chavo hacia nuestro pobre hombre del campo, no era solo a los de las lomas de Ocoa sino, a los de  todo el país, era por motivos políticos porque Chavo, siendo un furibundo militante del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) era enemigo acérrimo del Partido Reformista y especialmente de Balaguer a quien no quería ver ni en los afiches. En fin, él odiaba todo lo que oliera a reformismo, porque según decía él, "Esos coloraos son unos hijo´e putas, unos ladrones"
VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA; EL CHAVO Y LOS CAMPESINOS

Chavo seguía muy de cerca las  elecciones generales porque según le óí decir, "En este trapo de país hay que fusilar casi un millón de reformistas, porque esos hijos de la gran puta son demasiado ladrones y malditos", pero en ese millón de posibles fusilados, Chavo no incluía a los campesinos, en el mismo castigo que quería para los funcionarios de todos los niveles porque para los del campo, él no quería la muerte; sino, otra cosa. 
Un día, sentado en uno de los dos bancos favoritos del grupito de cherchosos que nos sentábamos el bancos del parque que estaba frente al Hotel Marien, le pregunté a nuestro héroe de la historia:
_ Chavo, ¿cuál es el motivo por el que tú le tienes tanto odio a los campesinos? 
Banco del parque ocoeño, preferido por nuestro grupo para cherchar

_ Osvaldo, ya vienes tú con la misma vaina de siempre, ya toy jarto de decírtelo -Fue su respuesta-
_Chavo, le dije, lo único que tú me has dicho es que le tienes odio, pero nunca pasas de ahí, nunca me dices el por qué.
_ Mira, te lo voy a decir, pero después que te lo diga no quiero que me sigas jodiendo más con esos malditos azarosos que ya debieran morirse "toítos", porque esos son los que nos tienen jodíos. (Este coloquio se dio, unos meses despúes de haber pasado las elecciones presidenciales del 1974, "ganadas" por el  Partido Reformista.

Chavo se acostaba temprano, porque iniciaba la bebida también muy temprano, el jumo le duraba todo el día y ya para las siete o las ocho de la noche, él ya  no podía ni con su existencia por el jumo que llevaba encima. En el momento en que él hablaba conmigo, eran casi las siete de la noche, y estaba loco por irse a su casa; se le notaba cansado y hablaba con la cabeza doblada hacia abajo. A veces, balbuceaba algo ininteligible pero reaccionaba de repente, al parecer, por la necesidad de tomarse un trago, entonces, sacaba una chata de ron Palo Viejo  de Bermúdez del bolsillo, para tirarse un petacazo, luego me dijo:
_ Mira, como ya me voy pa´mi casa, te voy a decir la vaina esa pa´que no me jodas más. Mira obejo (El obejo era yo) ya van tres elecciones en las que, como a esta  misma hora, me fui pa´mi casa a dormir y  las tres veces dejé al PRD ganando las elecciones por tantos votos que se podía hacer gárgaras con ellos de tantos que eran, pero cuando me levantaba al otro día me daba con la maldita noticia de que to´a las veces era Balaguer el que había ganado.

Chavo hizo una pausa, sacó la chata de Palo Viejo, se jondió otro fuetazo y siguió diciendo:
_ Yo vivo encojonao, ¿tú sabes lo que es, que, yo me acueste pensando en que al otro día voy a darme otro jumo para celebrar el triunfo del PRD, y que cuando me levanto me vengan con esa vaina de que Balaguer ganó otra vez? Eso me sube la sica a la cabeza.

_ Pero Chavo, yo no veo el por qué tu tengas que estar encojonado  con los campesinos; ¿qué tiene que ver lo que dices con lo que te estoy preguntando? -Le dije-
_ ¿Cómo que cuál es mi encojonamiento? Cuando me decían que ganó Balaguer yo decía que eso no podía ser verdad, porque todas esas veces la noche anterior yo dejé siempre al PRD ganando.
Pero cada vez que pregunté por lo que pasó eso, siempre me dijeron lo mismo; que los datos que yo tenía en la noche eran los primeros votos que llegaban a la capital, y que para la hora en la que yo me acostaba todavía no habían contado los votos de esos malditos y azarosos campesinos y cuando los contaban, siempre salíamos jodíos, porque esos muertos de la "jambre" votaban colorao.

_ Chavo, le dije,  pero es que la gente del campo es muy bruta y Balaguer los tenía engañados. Por último, dime por qué tú quieres matar a los campesinos?
_ Yo no dije que los quería matar, yo solo quiero pa´esos malditos que, cuando estén más contentos cuando está nublado y que saben que va a llover, la lluvia que les caiga sea de candela, con tizones prendíos a ver dónde se van a meter esos perros. 
Diciendo esto, Chavo, se paró no sin antes jondearse otro petacazo de romo yéndose calle arriba con la cabeza baja y dando traspiés.

Nota al márgen: Julio Alberto Santana, mejor conocido como Cacao, me dijo la frase más más jocosa, salida de la boca de Chavo; *Yo no cambio un ladrón del pueblo por veinte abogados del campo*

sábado, 7 de septiembre de 2019

CHÁCHARAS: EL PERRO REALENGO Y SU MANJAR

Por Henry Osvaldo Tejeda
Señores, en este país no hay salvación para los pobres; para los que van al colmado a pedir un fiao hasta que llegue el chequecito de la nominilla que, como compañerito, me pertenece o hasta que mi hijo me mande los chelitos desde nueva yol.

No hay salvación para el que de repente, le ataca un yeyo y tiene que ir a dar con sus huesos a un hospital público, porque lo más probable es que se muera en un pasillo esperando a que lo atiendan o, peor aún, que le digan que no hay cama, que el médico no llega, que se vaya y venga luego porque no han llegado los medicamentos; el demonio es una chancleta, comparado con un cajón blanco de esos, donde los porteros mandan tanto como el director. Pero hoy, este no es mi tema, por tanto, lo dejo de ese tamaño.
Está vaina está tan del carajo que, ya ni los perros realengos encuentran qué comer. Ayer por poco se me sale una carretilla de flatulencias (léase, follones y peos) de lo tanto que me reí. Miren amigos, las carcajadas eran tan escandalosas que, hasta el chófer de un destartalado carro de concho me voceó: 
_ ¿De qué te ríes, obejo?

No le contesté con una pachotá, porque conozco muy bien mi lengua de AK-47 de asalto que tengo, además lo de obejo sé que lo dijo por mi color de piel blanca y mis cabellos canos; lo cogí por el lado amable y seguí riéndome.
Riéndome así, yo parecía un estúpido pues, cuando uno se ríe de esa manera, tiene que hacer muchas muecas raras y hasta estrábica se le vuelve a uno la mirada (léase, voltear los ojos mirando para todas partes y para ningún lado)

Todo comenzó cuando vi a un perro callejero, más feo que un expresidente dominicano de estos tiempos cuando está desgreñao. El perro llevaba en la boca su almuerzo e iba sacando quisondas (dando curvazos) para no chocar con nada, a la vez que relojeaba para todas las partes, no vaya a ser que venga otro perro abusador y se antojara del tan rico manjar que él, con tanto esfuerzo se había encontrado en un zafacón y que ahora llevaba en la boca.
Parece que el manjar le estaba pesando mucho en la quijada a nuestro héroe lo que, al parecer, lo hizo detenerse un rato a descansar. En esas estaba cuando, de manera subrepticia, llegó otro perro mucho más grande que él y, así como ha hecho el partido de gobierno a este país, así le hizo "coca" el nuevo perro al infeliz, desgarbado y cansado perrito vira lata.

Un tiguerito que jugaba bolas en los alrededores vio la acción, y le "mandó" una pedrá detrás al perro ladrón la cual se le pegó en medio de la barriga; el asqueroso perro dio un chillido en vez de ladrido, tiró un brinco, peló los dientes e hizo unos movimientos con la boca, como "mentándole" la mai al tiguerito, para luego "arrancar"en Fa" y con el Overdrive puesto en una loca carrera, por lo que tuvo que dejar el manjar en medio de la calle.
El tiguerito, recogió "la comida" y se la entregó a su verdadero dueño quien, pareció darle las gracias con los ojos.

Quiero decir que, la risa me llegó cuando vi que el gran manjar causante de todo este reperpero, no era más que un pañal desechable lleno de mierda de niño.

Para mí era un pañal desechable lleno de mierda, pero para el perro, eso equivale a una pizza de peperones. jajajajajaa


lunes, 2 de septiembre de 2019

CHÁCHARAS: LA IMPORTANCIA DE UN "SAN ANTONIO"


Por Henry Osvaldo Tejeda
Los dominicanos somos sui generis, podemos parecernos en algo al resto del mundo pero que va, somos otra cosa; así le decían sus fanes a Olga Lara para diferenciarla de Vickiana, en el sentido de que Olga era mejor cantante, claro está, solo la voz, porque el motor y la transmisión de la máquina de esta última le llevaba la milla al cuerpo de Olga Lara, aunque esta, también lucía muy bien.
Cuando el dominicano común se encojona, a lo primero que le echa manos para mejorar su mal genio, es al idioma, lo destroza de tal forma que si Cervantes estuviera vivo se hubiera "mochado" la única mano que tenía al momento de firmar con San Pedro (Hoy yo digo, "firmar con los Orioles ¿.,?) su contrato de viaje sin retorno, dicen que él perdió la otra mano en la batalla de Lepanto, pero pudo haber sido por meter la mano en unos sostenes sin permiso, eso está confuso todavía).Pues bien, Cervantes, le hubiera solicitado al rey de España actual, que retirara la embajada española de este país por los tantos asesinatos contra el idioma castellano. Cervantes, hasta hubiera amenazado con venir al país a recoger todas las ediciones del Quijote de la Mancha, y en un acto público no oral ni contradictorio, pasarse el libro por la ranura del sieso, la misma que divide las dos montañas traseras y peludas de su esquelética figura, en repudio a la manera tan fea de hablar el idioma castellano por parte de los dominicanos.

Se dice que somos un país muy especial, y eso no es mentira; en este país, no nos sentimos satisfechos con las palabras que nos ha dado el idioma de Cervantes para desahogarnos de las rabietas, ya que estas, superan con creces lo eximio del alcance de esas palabras castellanas; me explico:
La palabra "coño", siempre la tenemos a flor de labios para decirla por cualquier pendejada o pequeñez; veamos. 
Cooooño, se me olvidó pagar el teléfono! (coooooño, ahora que hablo de eso, a mí se me ha olvidado pagar el teléfono, que joder). La palabra coño en este caso, se ajusta perfectamente a la magnitud del problema, porque irse a pagar la factura no es algo doloroso.
Pero amigos míos, cuando vas corriendo descalzo y lo más quitado de bulla, y por mano'el Diablo tropiezas con una piedra bien filosa de esas a las que les dicen lajas, o te caes al tropezar con un tocón, una bacinilla vieja, o  que resbalas con una plasta de mierda o con cualquier cosa y te golpeas en los cojones, no me digan ustedes que esa simple y manoseada palabra coño es suficiente para uno desahogarse de ese trancazo. 

¡No señor, eso  no es  así!,  en un momento  el  cerebro, decide que no solamente decir ese simple coño nos calmaría el dolor del tropezón  o del golpe, porque la palabra coño en esos momentos la consideramos muy corta comparada con el gran dolor del golpe, y es entonces cuando vemos necesario anexarle unos adornitos, traducidos a palabras que nos sirven de  paliativo: he aquí lo que quiero decir:

Coñazazazo, maldita piedra del carajo!, ¡¡¡Recontracoño, piedra hija de la gran putazaaa!!!!
Si es en un hoyo de la calle en el que caes, aparte de usar la palabra coño con su anexo, es posible que también optes por "mentarle la mai" al síndico o al mismo gobierno: ¡Coñazoo, maldito Ayuntamiento! ¡Azaroso gobierno; ladrones del coño, tapen los malditos hoyos de las calles!
Para desahogarnos, es muy importante  agregarle algo al coño, y parece que eso alivia porque, no solo te calma un poco dolor por un golpe u otra calamidad, sino que, te desahogas diciéndole al gobierno todo lo que se te ocurre en esos momentos, claro está, siempre que no haya ni policías ni calieses cerc, porque  si los hay, te limitas al coño "gritao" sin sus anexos.

En esos anexos" encontramos la contraparte perfecta de nuestro dolor, y aunque no lo crean, me parece que eso es hasta psicológico. Hay cosas que no son reales y que solo están en el "tutú “de la gente (Tutú, es sinónimo de cabeza, juicio o azotea, en lenguaje ocoeño). Otro ejemplo de eso es que, cuando llega la luz luego de un apagón, sentimos la sensación de que nos entra un aire fresco por las puertas aunque estas estén cerradas; eso no es real, pues ese "aire fresco" solo está en nuestro "tutú".



Sigo con el tema. Hay golpes malditos; uno de ellos, el más doloroso, es que uno se da "por ahí abajo", el lugar al que los ocoeños le llamamos las gandumbas, porque tienes que aguantar el dolor sin hacer otra cosa que retorcerte, a ver si el dolor lo puedes repartir en el cuerpo entero, pero nada, no hay forma, sin siquiera puedes darte masajes en ese territorio porque te duele más, y ahí es que está lo maldito de ese "vejigazo". Si el golpe es frente a un público, sientes vergüenza de agarrarte las gandumbas para que la gente no sepa que estás "privao" de un dolor de cojones, por lo que nos sentimos aún más impotentes y el encojonamiento es doble; es el momento en el que los hombres, nos sentimos más impotentes.


En este país, muchas personas de esas que se las dan de decentes y dizque muy recatadas, prefieren implosionar (explotarse por dentro) antes que dar un grito que manifieste el dolor que sienten en la digna y sutil área  de los materiales colgantes.