jueves, 15 de octubre de 2020

Chácharas: la muela de josé, el Covid-19 y el dentista

Henry Osvaldo Tejeda
Esta pandemia ha cambiado la vida de una manera tan radical que, los paises donde la gente no tenga una buena capacidad de inventiva, irremediablemente, tendrá que sucumbir al ocio obligado, al que es desde ya sometido. Ya estoy oyendo gente hablando de teletrabajo, pero carajo, eso solo podrán hacerlo los que tienen los equipos de informática necesarios para ganarse la vida, y esos son los menos; además, los que tienen esas posibilidades son solo una parte ínfima de la población dominicana y supongo queotros países del área.
Yo quisiera preguntarle a esos que hablan de teletrabajo, de qué manera puede un dentista sacarle una muela a alguien por internet. Hasta escribirlo me da risa. Desaparecerán muchas fuentes de trabajo; salones de belleza, peluquerías, salas de masajes y muchos más. No me imagino a una masajista sobando a alguien por internet; no hay forma, y mucho menos a un peluquero recortando o rasurando a un cliente vía zoom. ¡Señores, esto se jodió! 

A propósito de dentista, veamos esta conversación:
_ Mi amor -dice josé a su esposa-, esta muela quillá me está haciendo la vida imposible; no soporto este dolor. Yo creo que un dolor de muela, es peor que parir un muchacho.
_No relajes tanto, josé, ve y llama a tu amigo el dentista y dile que te saque esa muela por Internet, es la única forma de no salir infectado con el Covid mi amor, así de difícil se nos hecho la vida ya.
_Creo que eso es lo que voy a hacer, pero ya hoy es muy tarde, lo llamaré mañana. Por más que me duela hoy, tienes que hacerme un buen "jervío" bien sazonao, porque pienso acostarme con una buena jartura dijo José lleno de optimismo.
José se comió una buena palangana llena de sancocho, vio televisión durante un par de horas y calló rendido del sueño pensando quitarse de esa molestosa muela al otro día, y en eso se quedó rendido.
José llamó al dentista y luego de ponerse de acuerdo, se conectaron a internet vía una sala de chat, y así empieza la conversación.

_Mira, Cesar, tengo una muela que me tiene al salto de la pulga y quiero que me soluciones el problema pero ahora mismo. 
_No hay problemas, josé. No perdamos el tiempo, porque tengo dos clientes más que entrarán al chat dentro de unos minutos. Como sé que ya tienes todos los materiales a mano, empecemos de una vez.
_Pero eso no importa, puedes atender a más de uno, pues esto viene siendo como una partida de ajedrez en la que uno solo puede jugar con varios.
_Déjate de hablar pleplas y vete a buscar las herrmientas.
_Ok, dime qué es lo primero que debo hacer.
Supongo que compraste anestesia local, entonces, coge un algodón y úntalo de eso y pásatelo por toda la encía de la muela mala; luego de esto, esperas unos cinco o seis minutos. Cuando hagas eso, me tiras, para que sigamos, mientras tanto, aprovecharé esos minutos para atender a otro cliente.
_¡Ta to!, Cesar.
José abrió el frasquito de la anestesia, enchumbó el algodón y se lo untó en la encía de la muela. Por si acaso, esperó unos ocho minutos, dizque para que la muela cogiera bien la anestesia; pasado ese tiempo, se conectó de nuevo con el dentista y le dijo:
_Cesar, ya tengo la encía adormecida, dime qué hago ahora?
_Okey, ahora busca algo que se parezca a un destornillador plano, y ve metiéndolo alrededor de la pieza entre la encía y la muela, hazle un poco de fuerza hacia afuera y cuando hayas hecho eso, te buscas un alicate o una pinza, pero como no eres experto y mucho menos dentista, busca un alicate de presión y ajústalo bien para que no se te zafe la muela, ahora engárzala bien y poco a poco ve moviéndolo hacia todos los lados. Cuando sientas que ya se mueve con faciliadad sin necesidad de mucho esfuerzo, antes de pasar a la segunda parte, tienes que pegarte tres petacazos de romo del mas fuerte. ¡Fíjate bien lo que te digo!; no pueden ser menos de tres tragos! ¡Ah!, y otra cosa, si tienes diarrea deja la extracción para otro día.
_¡Oye, Cesar, realmente tengo diarrea, pero dime, qué carajo tiene que ver una muela con la diarrea?
_Mira, José, si tu quieres ház el trabajo con to´y diarrea, pero luego sabrás por qué te lo digo.
_ No ombe, eso no tiene nada que ver, ahora voy a empezar a hacer lo que me dijiste. Dentro de unos diez minutos te digo si  tuve éxito, pero si no te llamo, es porque todo estuvo bien.
_Muy bien, José, espero tú llamada.
José cogió una pequeña espátula que tenía, y cuidadosamente, empezó a apartar la enciá alrededor de la muela, y cuando sintió que estas estaba ya un poco apartada de la pieza, tomó el alicate y comenzó a moverla hacia todos los lados. Duró unos cinco minutos en eso, y cuando vio que ya la muela estaba un poco floja, se jondeó los tres tragos de romo, ajustó bien el alicate de presión y de un solo jondión tiró hacia arriba, pero la muela quedó como  si no fuera con ella. Lanzó un leve gemido, no por el dolor, sino, por la molestia de fallar en el intento, por lo que se preparó de nuevo. 
_Yo puedo, carajo!, pensó José.
Con ese yo puedo en la cabeza, se acotejó bien, y dispuesto a todo dio un tirón tan fuerte hacia arriba, que el alicate se salió de la muela, no antes de romperla. Cuando José sintió el ¡Crack! de la muela, echó un grito de dolor tan fuerte que alarmó a los dos vecinos más cercanos, quienes creyeron que había pasado una desgracia en la casa del vecino José. Pero eso no fue todo, la habitación que sirvió de sala de operación del dentista virtual, se llenó de una cosa amarilla parecida a una sopa, en la que se pudo ver: cascaritas de tomates, lechuga mustia, un par de ramitos de berro, muchímsimas cascaritas de habichuelas retorcidas, entre otros ingredientes, todos regados en el piso y hasta en la paredes. José no pudo evitar que se le salieran dos lagrimones como dos chorreras de arroyo turbio. Su esposa, al escuchar el escandaloso y desgarrador grito de José, fue a la habitación y lo sacudió varias veces creyendo que se había muerto. Mientras era sacudido, José se despertó como un loco, con la mirada estrábica y cocoteando para para todos lados, a la vez que decía:
Dónde diablos está ese maldito dentista, lo mato porque lo mato...... 
La ´preocupada esposa, luego de remenearlo un par de veces más le dijo en voz alta:
_Pero José, acaso te pusiste loco, por qué hiciste ese escándalo, despiertate que ya son la nueve de la mañana!
Cuando José oyó a su esposa, vio el cielo abierto y sonriendo, exlamó:
_¡Ay, mi amor, ni te imaginas el sueño del diablo que he tenido! ¡Gracias por despertarme.

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