lunes, 30 de noviembre de 2020

Chácharas de: capos, allanamientos, atropellos, procuradores y más

Henry Osvaldo Tejeda
Estuve viendo un programa de televisión, en el que la conductora, en tono de chanza y a la vez de encabronamiento, criticaba a un políticopor este haber dicho que antes de hacer un allanamiento, hay que avisarles a los que serán allanados. Ella tenía razón en su razonamiento, y ¿por qué no?, también en su encabritamiento cuando oyó a ese sujeto con ese tamaño tollo. Y parece que él lo decía con tanta propiedad, como si ya fuera una vieja práctica suya. Luego de ver ese programa, busqué en Youtube a ver si veía algo más de la información que daba la señora, y lo encontré. Estuve viéndolo y oyéndolo un poco pero se me iba la imagen, me estaba dando un sopor del carajo y decidí apagar el artefacto eléctrico marca, bueno, qué se yo cómo se llama, no lo recuerdoni falta que hace. ¿Para qué cojollo tengo que decir la marca del artefacto televisivo que tengo en mi tipí? Bueno, el hecho fue que eran ya las 9:00 pm, y me estaba rindiendo el sueño. Ultimamente estoy que me acuesto con las gallinas. Que no les vuele la imaginación con esto de que me acuesto con las gallinas; el dominicano es muy chusco.
_ Juan, el magistrado procurador te quiere ver en su despacho
_Ok, gracias Sánchito.
Llega Juan al despacho del procurador; el funcionario lo ve y le dice:
_ Mire Juan, vaya a la casa de Tullío el narcotraficante y entréguele esta carta. pero esto es para ayer, ya sabe por qué le digo para ayer; se debe a la urgencia del recado. Dígale que preferí enviarte a ti en persona porque gozas de toda confianza. Dile adempas que, no lo llamé por teléfono porque el asunto que le digo en la carta, no es cosa de hablarse por teléfono. 
Juan asintió, y a la vez le pregunta:
_ Señor, ¡dígame si debo venir enseguida, o tengo que esperar a que me entreguen algo?
_Claro que sí; él debe entregarte un maletín del cual yo tengo la llave, pero te advierto que tengas cuidado porque si se te pierde o intentas abrirlo, además de perder tú trabajo también vas a ir preso por muchos años aunque seas mi hombre de confianza.
_ ¡Dios guarde, señor procurador; yo no soy de ese tipo de gente!
_Lo sé, Juan, lo sé. Por eso te mando a ti. Ahora desaparécete, porque esto no es para esperar.
Juan se fue con el recado a la residencia del Tullío, y como los sicarios que vigilan la casa ya lo conocen bien, lo dejaron pasar hasta donde estaba Realengo el lugarteniente del capo. Luego de saludar, Juan le dice que tiene un recado muy importante y urgente para Tullío. Sin pensarlo dos veces, Realengo, se fue trotando a ver a su jefe quien se encontraba en una reunión junto a un grupo de narcotraficantes que trataban de asuntos blancos y harinosos. Tullio era el jefe del grupo; el "capo tutti capi", que es lo mismo que el "Capo de capos". 
En el momento que lo creyó oportuno, el lugar teniente del Tullío, hizo su entrada a la sala de la reunión y cuando su jefe lo vio, le hizo señas de que se acercara. Él sabe que su lugarteniente no irrumpe en una reunión así por así así, si no es para comunicar algo importante. Realengo llegó hasta él y agachando la cabeza hasta la oreja del capo, le dijo:
_ Patrón, ahí abajo está Juan el ayudante personal del señor procurador general la república, y dice que tiene un mensaje urgente para usted y que debe ser personal.
Tullío miró a todos los capos, y estos también tenían sus ojos clavados en él. Para calmarlos, Tullío se paró lentamente de su silla y en tono apaciguador les dijo:
_ Amigos, sobre el tema que estamos tratando en esta reunión, estoy esperando noticias que nos puedan calmar, y en estos precisos momentos creo que me están llegando. Todos abrieron los ojazos, esperanzados con las buenas nuevas que aún no sabían de qué se trataba. El tema de esa reunión en casa de Tullío, se trataba de lo calientes que estaban todos con el gobierno, y estaban ahí reunidos para buscarle una solución a un problema que se generó por no haber enviado a tiempo un maletín con la logística que cubriría la campaña presidencial, en momentos en que el candidato al que estaba ayudando estaba perdiendo puntos. De ahí la preocupación y por lo que decidieron reunirse, pues ellos sabían que en cualquier momento, esos aburríos y corruptos turpenes del palacio presidencial le iban a pasar facturas, y si no lo habían hecho ya, era por la amistad de Tullío con el procurador, pero de que los iban a perseguir, no le cabía dudas a ello, incluso, podrían hasta matar a Tullío porque sabe demasiado y no es bueno que un narco tenga buena salud y ande a sus anchas por las calles, luego de haber ayudado al presidente con recursos para su campaña electoral para luego quedar enemigos; no esperaban nada bueno. Tullío agregó:
_ Les pido que me den un minuto para ir a recibir al enviado del procurador, quien está esperándome en la puerta desde hace rato. 
Diciendo esto, salió apresurado hasta la puerta principal donde se encontró con Juan, a quien saludó amablemente:
_ Hola Juan, qué bueno verte por aquí. Dime, ¿qué me tienes?
_ Don Tullío, el procurador le envió esta carta, y me dijo que esperara a que usted la leyera.
_ Muy bien, Juan, dame dos minutos. 
El capo se puso a leer la carta, y a medidas que devoraba párrafos, se le iba dibujando en la cara un gesto de preocupación. Terminó de leerla, y le dijo a Juan:
_ Muy bien Juan, espérame aquí que regreso en un par de minutos.
Tullío se fue, y al poco rato apareció con un maletín negro y se lo entregó a Juan, a la vez que le decía:
_ Juan, dile al procurador que me excuse la tardanza por no haberle podido enviar el asunto; dile que he tenido demasiados problemas con los masca chicles del norte en los ´últimos días, pero que con lo que va en ese maletín, todo quedará resuelto. Ahora vete!

Dicho esto, volvió a la sala de la reunión, y con cara de funeral se dirigió a sus amigos:
_ Muchachos, no hay tiempo que perder, desde que termine esta reunión vayanse a su casa, recojan sus bártulos, sus motetes y lárguense lo más rápido que puedan de este país hasta que las cosas se calmen, porque el procurador me ha mandado a decir que pasado mañana nos van a allanar a todos, incluyendo a nuestros familiares. 
Me dijo que esos allanamientos estaban programados para realizarse a las cinco de la mañana, pero que, por nuestras buenas relaciones, ha hecho un esfuerzo para que nos dé tiempo a recoger lo más que podamos, por lo que decidió que los allanamientos se hagan a las 10 de la mañana, cosa de que cuando lleguen los policías y los fiscales a nuestras casas, ya todos hayamos dejado el pelao. 

No tengo que decirles que tuve que enviarle un maletín lleno los verdes al procurador, porque este es un favor que vale más que todo el dinero del mundo, por eso es bueno tener un amigo calvo en un puesto tan importante como la procuraduría general de la república; ahora, que se rompa la taza y cada uno pa´ su casa. 

En eso se oye una sirena, y tiré un bolío que por poco me voy de boca al suelo desde arriba de la cama. "El pipo, carajo, me vinieraon a allanar! -Pensé- Pero es que yo no soy un jodedor para que me vengan a allanar! Por suerte, la sirena se alejaba cada vez más, y es entonces cuando me doy cuenta de que todo había sido un sueño, y me lo confirmó la voz que escuché a lo lejos; ¡Aguacata, aguacata!! ¡¡Y llevo maní totá a cinco!! Era la marchanta haitiana con su pregonar diario por el barrio. 

Todo eso me vino, porque al parecer, se me quedó en la cabeza la imagen de un político dei cibao, porque mientras lo veía y escuchaba, me fui quedando dormido hasta aterrizar del todo. Ei político caivo dei Cibao, hablaba de unos allanamientos y unos atropellos; no recuerdo más de ahí, pero sé que de ahí vino la historia de los capos y el procurador.

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