jueves, 22 de noviembre de 2018

VIVENCIAS EN SAN JOSE DE OCOA: ¡ENGORDA Y LUEGO HABLAMOS!

Henry Osvaldo Tejeda
San José de Ocoa, es un pueblo pequeño pero con muchos personajes pintorescos, yo diría que demasiados, proporcionalmente a la extensión de terreno que ocupa mi terruño y lar nativo, y por la cantidad de habitantes que, para la década de los setentas, tenía como población; hoy ha crecido bastante, bueno, hasta donde se lo ha permitido el  relieve terrestre. 

Me refiero solo al área urbana, pues era tan pequeño que, cuando me fui a vivir a la capital y luego a San Cristóbal, y que algunas personas me preguntaban si Ocoa era grande porque habían oído hablar mucho de mi pueblo, yo les respondía con algo como esto: 
"No, ombe no, pero aunque mi pueblo es una chulería de lo lindo que es, que se parece a un gran jardin, y que la gente es muy buena, sociable, solidaria y acogedora, no es muy grande; lo más grande de nosotros es el gran el corazón. El pueblo en sí es pequeño, tan pequeño que, un par de muchachos de esos que comen tierra, se lo tragan en una semana. En fin, Ocoa es pequeño en terreno, pero  muy grande en corazón

Esa era un respuesta jocosa que causaba hilaridad, algo propio del ocoeño puro que, dicho sea de paso, es la persona más jocosa con la que ud. se puede encontrar en este batatal con luz llamado República Dominicana, porque sacamos un chiste hasta de nuestras adversidades. Así somos allá.
VIVENCIAS EN SAN JOSE DE OCOA: ¡ENGORDA Y LUEGO HABLAMOS!
Como en los demás pueblos del país, en Ocoa, había competencia entre las casas licoreras, y recuerdo que los promotores de tal a cual ron nos daban una o dos botellas para que nosotros nos " defendiéramos" introduciéndolas de contrabando en los bares, reduciendo así el costo del consumo. Uno se podía pasar la noche con lo que nos daban los promotores de esas casas licoristas y solo teníamos que comprar un par de refrescos, porque le dábamos uno o dos pesos al bueno de Felito el camarero principal del Bar Tres Rosas, y él se encargaba de suplirnos el hielo mientras durara la fiesta. Felito tenía también su tigueraje, y cuando veía que la fiesta estaba muy avanzada y no le pedíamos ni siquiera un refresco más, se le ocurría decirnos: 
_¡Heyyy, heyyy muchachones! ¿Qué pasó ahí? Toy viendo como que ese romo no se acaba nunca.

Eso teníamos que solucionarlo, dejandole caer medio, o un peso más y Felito no "fuñía" más, pero eso no sucedía muy a menudo porque Felito, sabía que como jóvenes entusiastas y contentos, necesitábamos estar en en el medio aunque fuera haciendo bulto aunque no hubiera fiesta con orquestas.

Yo era muy conocido por mis quehaceres musicales pues con mi grupo de música bailable "Alpha 70", amenizábamos fiestas en ese mismo bar y antes de eso, el viejo Pururú que era el administrador del Bar Tres Rosas, ya hasta me fiaba uno que otro frasco de ron.
Eso sí, el que se tardaba mucho para recoger una facturita, el viejo se lo recordaba en cualquier rato con estas palabras: 
_"Mire joven, si ud quiere volver a beber fiao, déjate caer con el asuntico aquel, que ya se te está poniendo viejo"; te estaba cobrando sutilmente.

Para no seguir hablando de mí debo decir que, para "El Viejito" (Así le decíamos), yo era una persona seria y "solvente"; esto último ni yo mismo me lo creía pero no me atrasaba mucho con el pago porque necesitaba estar en el mediom cosa esta que hacía siempre con Cacao, mi amigo de infancia ya que él siempre buscaba la forma de ligar "un pote". 


Pero creer solvente a una persona como yo que apenas ganaba siete pesos en  la banda municipal de Ocoa era como para cag....de la risa. Pero estábamos en los inicios de los setentas, y un peso valía como un dólar de hoy; luego, me aumentaron a 12 pesos, y mas tarde ya ganaba la millonaria suma de 27 pesos mensuales, hasta que me cancelaron dizque por comunista; todo el que odiaba a Balaguer, era un comunista. (Nunca le perdonaré a este país, dejar morir a Balaguer de viejo, y peor aún, en su cama).

Pachón, a la sazón, era el promotor de Brugal; era un tipo flaco y muy alto que siempre estaba en el Bar Tres Rosas, bien "pepillito" como decimos en Ocoa cuando una persona va bien vestida, bañadita, empolvadita y perfumadita; así estaba Pachón un domingo en la tarde en el Bar Tres Rosas, mientras le echaba el ojo a una muchacha que le traía "derrengao" el departamento del gusto; así estaba de enamorado el vale Pachón. 

Se hizo de  noche y, como todos los domingos, Pururú cambió la bellonera de sitio para ponerla en la puerta que daba a la pista de baile de afuera y que era mucho más oscura que la del salón principal, fue entonces cuando Pachón, ya con un par de potes de Brugal en el juicio cogió valor para invitar a bailar a la chica de la que hacía "añales" estaba mirando con muy buenos ojos. 

Ella accedió con gusto, pues se trataba de Pachón el jefe de Brugal del pueblo y parece que ella también le había echado el ojo a nuestro héroe tajalán, flaco y parecido a un fleje. (Fleje, es una cinta de metal muy fina que se usaba en la época para amarrar las cajas de metal; ahora son de hule); de ahí le vino el mote de fleje a la gente extremadamente flaca. 

En Ocoa usábamos muchos términos raros al hablar, y cada uno tenía sus motivos. Por ejemplo, para referirnos a una persona de poca valía decíamos que ese tipo era una "currapia".  Si la persona era muy haragana: "Le decíamos quicio" -El quicio de una puerta nunca se mueve). Le decíamos "Niguatejo", a los que bregaban con pocilgas de puercos. La Nigua, es un parásito que se alojaba entre los dedos de los pies y causa una terrible comezón.

  Mi amigo Cacao, para referirse a una persona "jabladora" y mentirosa, él decía: "ese es igualito a Piro", que era el vigilante de la oficina del correo, y que según Cacao, no había en el mundo un hombre más "hablador" que Piro.
Si alguien preguntaba por algún lugar lejano, la respuesta era: "Esa vaina ta por las quimbambas", que no era un lugar específico, sino, "por casa'el Diablo", es decirmuy lejos.

Bueno, Pachón y la chica bailaron un merengue, dos merengues, un par de guarachas -Así se le decía antes a lo que hoy es la salsa- y hasta ahí la chica estaba encantada pero cuando salió un bolero de Lucho Gatica, específicamente, "Las muchachas de la Plaza España", Pachón ya le había "montado un cocote" a la chica. 

(Qué vaina, se me ha pegado el lenguaje que usan los disparatosos reguetoneros, cuando quieren decir que enamoraron a una chica: "Oye  men, yo tuve que darle una cotorra para que cayera", o esto: "Le monté una historieta"; "Le dí una muela",.......)

La joven estaba muy receptiva "al cocote que le hacía pachón la tenía muy entusiamada, pero todo hasta que empezó el bolero y Pachón, ni corto ni perezoso se le pegó casi doblando las rodillas para poder "quemarla" (¡Léase, para estrujar su desesperada miseria contra la barriga de la chica que era mucho más pequeña que él). 
Ella, sabiendo que pachón trabajaba en Brugal, le dijo:
_ Mira Pachón, para yo poder seguir bailando contigo, vas a tener que sacarte esas dos botellas de Brugal que tienes debajo de la camisa y que, al parecer, las metiste de contrabando sin permiso de Pururú.
Pachón se sorprendió, tanto así que, para convencer a la muchacha de que no tenía nada debajo de la camisa, le dijo:
_ Pero mami, yo no tengo ninguna botella debajo de la camisa. "¿A qué viene eso?" 
Y para hacerse más creíble, Pachón se levantó la camisa y le mostró su esquelética, fileteada y quijotesca anatomía; ella quedó conforme y siguieron bailando. 

Sonó otro bolero en la bellonera, esta vez "Ese Ayer", de Camboy Estevez, y Pachón volvió a pegársele a la chica, se colocó sus miserias de nuevo en posición anterior y reinició el baile, pero no había pasado un minuto y medio de haber empezado el bolero cuando la chica se tornó furiosa, se soltó y le dijo a Pachón:
_ Llévame ahora mismo a la mesa, porque no voy a bailar ni un chin más contigo, no sooporto esta incomodidad, así es que, en los próximos meses fájate a comer mucha carne de puerco a ver si se te llenan los huecos del cuerpo, y cuando hayas engordado entonces bailaremos de nuevo porque lo que me está guayando la barriga son esos dos pendejos huesos que tienes en la cadera. ¡Vete, come mucho, engorda, y luego bailamos! 

Dicho esto, se largó dejándolo en la pista de baile.
Pachón miró a todas las parejas que estaban bailando en su entorno, y murmuró para si:
¿Y qué coño fue lo que le dio a esta maldita loca?

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