lunes, 10 de junio de 2019

CHÁCHARAS; DE MUJERES TURISTAS Y DE MOLLETOS CRIOLLOS

CHÁCHARAS; DE MUJERES TURISTAS Y DE MOLLETOS CRIOLLOS
Henry Osvaldo Tejeda
En las provincias turísticas del país, los hombres que, por su edad, ya no tienen otra cosa que buscar en una cama que no sea matar el tiempo durmiendo solos, sienten todo tipo de frustraciones debido al cansancio y la incapacidad de reacción de su viejo y cansado "cardan", para mover el motor que le da placer a las mujeres. 


Esas frustraciones se ponen de manifiesto cuando ven esas mujeres extranjeras de todo tipo y color que nos visitan como turistas.
Eso pasa cuando el hombre ya tiene perdido el deseo de "caerle" y de "montarle" a las féminas, por más buenas que estas parezcan. Todavía les llegue el deseo de "entrarle" a uno de esos mujerones, el tipo se siente temeroso de que, luego de estar en una cama con la susodicha, se le quede el carrito a medio camino, y peor aún, si ese carrito de la mierda, ni siquiera arranca.

Tengo un amigo que, cuantas veces me habla de ese tema, lo veo más "entregao", es decir, retirado de cualquier actividad que involucre a una mujer. Hace días me dijo:
_ Mira amigo, cuando estoy en la playa, a menudo voy a las playas de Bávaro, alcanzo a ver en cualquier rincón a una de esas turistas despampanantes, rubias como la cabuya, con unos ojos de pupilas que parecen canicas azulitas transparentes, un nalgatorio en regla y una cara de barbie, y que casi siempre las veo ateteradas por un moreno que, tanto puede ser destelengao, como muy musculoso y varonil, aunque sea más feo que un peo sonao en una misa. Regularmente anda en chancletas de las llamadas Samurái, y en calipsos; es para uno caerse muerto de la envidia y del encojonamiento. Me relata con pesadumbre mi acongojado amigo.


_ Amigo del alma, eso es doloroso, pero no solo para los hombres algo metidos en edad como yo, sino, para cualquier hombre aunque este se sienta bien dotado de matariles colgantes. Y yo no llego a entender, cómo es que mujeres tan delicadas, con piel tan suave y bien cuidada pueden a la vez ser tan puercas.

_ ¿Puercas, a qué te refieres? -Le pregunté-
_Si ombe, cojollo, son unas puercas, esas mujeres son capaces de comerse un caja de jabón y ni espuma hacen, porque dime tú, habiendo tantos hombres de buen ver en esas playas, ellas prefieren cargar con un esperpento arrastro. Muchas de esas mujeres solo buscan sexo, pero han sido ya muchos de esos monos que han logrado amarrarlas como andullos y luego se los llevan pa´los países, tan solo por haberse psasado un par de semana pelándole el guineo a esas mujeres de tan feo mirar, y menor gusto.

Parece que esas mujeres sufren de la nariz, que no son capaces de oler el grajo a leguas, y mucho menos de cerca, de esos molletos. No es que yo sea racista, es que me encojona que sean tan puercas. Y tan bonitas y delicaditas que parecen a simple vista. ¡No me joda nadie, coño!, sabes lo difícil que es, ver tanta carne blanca y buena que puede estar en una buena olla, acompañada de una buena "metura", perdiéndose en un caldero timbí de Pica Pica con bollos de harina.

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