martes, 7 de abril de 2020

CHÁCHARAS: DE LA CRUZ Y SU ESPOSA NANA; EL DIVORCIO

Henry Osvaldo Tejeda 

Satisfecho de un rabo de vaca que se comió de cena, el esposo se pone a ver televisión, tiene más de una hora viendo una película, y aunque con una “jartura” del carajo, entre escena y escena de la película, siente a la mujer haciendo los últimos quehaceres del día en la cocina, y hasta le parece escucharla chachareando malhumorada y hablando sola pero no le dio la menor importancia; así pasó casi una hora, ya tarde de la noche. 
De repente, y sin motivo alguno, la esposa se mete en pleitos con él y hasta la está hablando de divorcio. El hombre quiere mucho a su mujer y jamás en la vida le ha pasado por la cabeza hacerla sentir mal y mucho menos, divorciarse. ¡…suuuuu maníficanimameooo!, eso ni pensarlo. 
Se casaron con bienes mancomunados, y todo lo que tienen, es de ambos. Pero la esposa está de muy mal humor y le dice que se quiere divorciar; él sabe que si reparten sus bienes, si es que se le puede llamar bienes a lo poco que han logrado conseguir en algo más de 20 años de matrimonio, ninguno de los dos quedará con gran cosa, porque dichos bienes consisten en: un rejón con una 25 gallinas, un gato, un perro, además de los ajuares de la humilde casita; ¡ah, también tienen un solarcito en un barrio donde ni gente hay, y donde nadie se quiere mudar por falta de atractivos: el solar está ubicado en la periferia de Bonao, y lo que más hay por ahí son potreros, mucho lodo y el colmado más cercano está como a medio kilómetro. Pues bien, la discusión está en sus buenas -Cosas de esposos, pensó él, pero ella, de manera resuelta le dijo: 
_ DelaCrú (Ella le llamaba así, pero el apellido de él es De la Cruz), quiero el divorcio, pero ya; no aguanto más 
El esposo no creía lo que estaba oyendo, al menos, eso fue lo que le pareció oír de boca de su esposa- 
Tú y yo no podemos seguir juntos; yo estoy pasando mucha vergüenza con la gente cuando me ve en la calle, y yo sé que por lo bajo se ponen a cuchichear cosas como: "Mira, esa es la esposa del tipo que se pone a cantar bachatas en la emisora famosa de la capital”, y te juro que yo no soporto eso; no señora. 
_ Pero Nana querida, tú no tienes que hacerle caso a eso, cómo pretendes dejarme luego de tanto tiempo juntos, además, si hablamos de nuestros bienes vamos a tener muchos problemas, porque va a resultar engorroso hacer esa repartición. 
_ ¿Cómo que engorroso, a qué te refieres? Tú eres abogado, pero no me vas a engañar, yo sé que tú eres capaz de quererte quedar con todo lo de valor, y dejarme a mi solo los trastes de la cocina y pendejadas así, machista de la porra. 
_ No digas eso, yo soy incapaz de dejarte en la ruina. 
_ No sé de qué ruina hablas, si en ella estoy desde que me "juí" contigo. Si me hubiera llevado de los consejos de mamá, las tantas veces que me dijo: “Hija mía, ese relambío es medio raro, y no me parece confiable. Solo mira como viene a mi casa queriendo conseguirme a mi primero que a ti, no sé quién le habrá dicho que trayéndome macitas y conconetes de la parada de los chinos, me convencerá de que te deje darle amores. Te lo repito, ese carajo no es bueno". 
_ Mira -dijo el esposo, contrariado, porque Nana es su adoración y no quiere perderla- Yo no quiero divorcio, déjate de esa vaina, porque cuando tú y yo nos casamos, te comprometiste a estar conmigo en las buenas y en las malas, y hasta que la muerte nos separe. 
_ Mira, dijo ella- hasta el solar que tenemos, ya lo dividí y mañana le sembraré palo de jobo como división. 
_ ¿Ajá, y cuándo lo mediste, para saber el lado mío y el lado tuyo? -Preguntó él- 
_ Eso no importa, lo importante es que ya lo hice y no hay vuelta atrás. Vas a saber quién es Nana -Dijo ella- 
_ ¿Se puede saber cuál es la parte que me toca a mí, según tú? 
_ Según yo no, querrás decir, según el hombre que contraté para medirlo. A ti te toca el lado del norte del solar, y a mí el lado sur. 
_ ¿Queee? Pero del lado sur lo que hay es una laguna y una "cañá" llena de cayucos. ¿Qué Diablos voy a hacer con ese cuesco de cañá? ¿Y e´ loco que tamo, Nana? 
El esposo, viendo que la vaina va de verdad, recurrió a un último recurso para convencerla de que no se divorciara; es decir, la vaca; sí, esa vaca que Nana tanto quiere y que les ha dado leche durante tantos años. Si cuando le hable de la vaca, Nana, no entra en razón, soy hombre muerto, pensó. Fue entonces cuando le dijo: 
_Mira Nana, hay muchas cosas por las que tú no puedes ni debes divorciarte de mí. 
Ella le dijo: 
_ ¡Ah, sí?, ¡dime cuál es el problema, si todo está tan claro! Dime una sola razón para que yo siga contigo. -Dijo ella en tono burlón, moviendo las caderas y con las manos en la cintura- 
_ La vaca, Nana, la vaca. Fue lo que le soltó él, seguro de que eso ablandaría a su esposa, y luego añadió; 
_ Sí, Nana mía, no puedes hacerlo por la vaca. Si nos divorciamos, vamos a tener cortar la vaca por la mitad y yo no creo que una mujer tan cristiana como tú se atreva a tanto. 
Nana bajo la cabeza y se quedó pensativa; al verla así, él también pensó: "Le di en la madre; la agarré asando batatas”. Pero su alegría no le duró mucho, porque Nana, alzó la cabeza lentamente, y en el mismo tono que un cura les da la hostia a los feligreses durante la comunión, le dijo: 
_ Pues mira querido, sí, la vamos a partir por la mitad, y ya sé cuál es la mitad de la vaca que te tocará a ti. 
Ahora el sorprendido fue De la Cruz, no esperaba una respuesta así de Nana, una mujer que vivía con las rodillas peladas de tanto rezar, y que adoraba a esa vaca como si ella la hubiera parido. "Entregao", como decimos en Ocoa, De la Cruz, le preguntó: 
_ ¿Ajá? ¿Y cuál se supone que es mi pedazo de vaca? 
_ Te toca la parte de atrás, con todo y rabo. 
Cuando él escuchó eso, gritó tan alto su respuesta que, hasta las gallinas, todas escandalizadas, revolotearon armando un gran reperpero en el palo. El gallo; ¡Ay ombe, el pobre gallo!, que solo tenía como cuatro minutos cantando las mañanitas se calló de repente, cortando la nota con sonido de Oboe de su galillo a mitad de la tonada mañanera. Fue tan brusco el corte de la tonada que, al pobre gallo, hasta se le salió un gallito. (Aquí entre nos; yo no sabía que a un gallo se le pudiera salir otro gallo, pero le salió, y ahora ya había dos gallos en el palo). 
Pues bien, fue tan alto que grito De la Cruz que, si no fuera porque sus vecinos más cercanos viven al otro lado del río, los hubiera despertado a todos cuando voceó a todo pulmón: 
_ ¿El raboooo? ¡No, el rabo no, cojollo! ¿Acaso tú te has vuelto loca? ¡Mira mujer, le dijo voceando, quédate con tó, yo no quiero na y me largo de aquí! ¡Oigan esta vaina, Dizque el rabo! ¿Qué rabo ni rabo, coño? 
En esa rabieta estaba De la Cruz, cuando sintió que le estaban "remeneando" todo el cuerpo, al tiempo que escuchaba una dulce voz que le decía: 
_ ¡Pero, DelaCrú, cariño!, ¿Con quién estás peleando? ¿Hacia dónde te vas? ¿A quién le estás echando tantas pestes y maldiciones dizque por  un rabo? ¡Levántate ya de esa cama, que se te va a hacer tarde para ir a ordeñar la vaca! 
De la Cruz, ya calmado, se sentó en la cama, y luego de darle "rewin" al casete de su cabeza, solo atinó a decir: 
_ Coño, me hizo daño el rabo de vaca que me comí anoche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario