versión criolla de un país "de verdad" que ni por el diablo se lo creemos, porque lo hace tan mal, que no convence, porque la mayor parte de las veces que hace eso, repite cosas que ya las habíamos oído el año anterior, pero aún así, hay una claque que le cree todo lo que él está recitando, y hasta lo aplauden; no se sabe si lo hacen para que el orador sepa que ellos no se están durmiendo.
Al saber ahora de la existencia de ese sanitario moderno, voy a tener que recoger mis palabras con respecto a los libros y los periódicos; solo pónganse a pensar en esto: usted llega al cuarto de baño bien "apurao", y desde que se sitúa delante de ese artefacto de nueva generación, a éste, se le abre automáticamente el apetito y...¡carajo!, perdonen, quise decir que se le activa un sensor que emite una señal para que se levante la tapa y se le abra la boca.
Uno se acoteja sentado en la boca, y si por mano´ del Diablo usted tiene los glúteos fríos, "El Rubito" le proporciona en el área de la tapa una temperatura de lo más agradable a su nalgatorio, y aparte de eso, tiene unos abanicos de temperatura regulada que le calientan los pies si es que los tiene fríos. ¡Suuu manífica ni mameo, ver para creer!
¿Creen Uds. que ya todo termina ahí? Pues mire que no, porque en caso de que se sienta usted medio "aburrío", y todavía malhumorado porque no ha podido saber dónde carajo fue que el senador que era sastre y dependiente de un colmado que el Rey de la jungla, el mismo que no conoce el pichirrí de los pollos, metieron los 130 millones de dólares del préstamo aquel a la Sund Land, entonces "El Rubito", lo distrae de todo lo que le ha hecho encojonarse, sonándole las más bellas melodías mediante un reproductor mp3 con altavoces integrados en el mismo sanitario. Si algún día llego a tener uno de esos artefactos, fijaría el sonido en un merengue que dice:
¡Ladrón, ladrón, ladrón!, me encanta ese merengue; o en su defecto, fijaría en el reproductor la voz grabada de un tipo de magra figura cuando este dice algo así cómo de que si se tragara un tiburón "podrío" sin siquiera eructar, jampas podría verle los ojos a..., bueno, no recuerdo bien las letras, pero es así que dice “masomenamente". Esta palabra se me pegó de una vieja “deslenguá” de la radio y la tv de este conuco, la misma que cobra sueldos "botelludos" como en “sepetecientas” instituciones del estado. No se imaginan lo plebe y "malcriá" y "deslenguá" que es esa septuagenaria bocina.
Pero todavía la cosa no termina ahí, "El Rubito", cuenta con un sistema de rociado a presión y con temperatura en el agua, además de un secador para eliminar cualquier humedad una vez haya sido usado, y que los desperdicios se hayan ido todos para Burundi. ¡Miren qué pendejá! Creo que
este sanitario tendrá muy buena venta entre los cundangos del mundo, específicamente, por el sistema de rociado a presión directo a la puerta´e campo", capaz de arrancarle cualquier grano de habichuela, cáscara de tomate, cualquier fibra de piña u otro desperdicio que le haya cogido cariño a la arandela que corona el final del tubo de escape (podría llamarle mofle, pero sería un insulto a esa importante región del cuerpo humano) y quiera negarse a marcharse hacia Burundi en uno de los expresos que salen de nuestro estómago, para ir a alojarse en la boca del moderno "Rubito".
Ese aparato, es lo último en confort, pero es caro con cojones; para la fecha en que hice esta higiénica narración que nada tiene que envidiarle a las obras de Gabriel García Márquez, costaba $6,390.00 dólares que, a la sazón, eran casi un cuarto de millón de "trapo´e pesos" dominicanos; ahora debe costar un ojo de los tres que traemos de fábrica. (Uno de esos ojos es ciego)
Es muy bueno y práctico el invento pero, demasiado dinero para uno sentarse solo a...bueno, si ombe, a "eso" mismo que usted está pensando.
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