En vista de que no hay forma de que aparezca una vacuna para esta horrible pandemia del Covid19, me he puesto a leer y a escuchar todas las recomendaciones de decenas de epidemiólogos, y de doctores de otras ramas de la medicina, y hasta de los nuevos médicos artesanales que han surgido de repente desde el más lejano y pequeño de los pueblos, hasta los vecinos de las más grandes urbes mundiales, específicamente, en los países del tercer mundo, donde la gente, no se empacha a la hora de recetar lo que sea a alguien aquejado de cualquier dolencia; cuando digo cualquier dolencia, me refiero a que esos médicos artesanales, entre los que hay hasta brujos, se creen que sus recetas pueden curar hasta el arranque, tanto de los bolsillos, como el arranque de un vehículo. Los he catalogado de "Médico de tó".
Lo bueno de estos es que, te recetan las cosas sin tu pedírselo; es que son tan buenas personas, y al parecer que le duele mucho ver a su prójimo sufrir, y deciden ayudarlo. Yo, no voy a excluírme, también me siento ser un "Médico de tó", solo que lo mío no abarca tantas ramas de la medicina, aunque sí puedo dar opiniones y hasta recetar pendejadas para varias situaciones y cosas como: el arranque de un carro, el arranque de ira, el "arrasque" de una comezón en cualquier parte del cuerpo, el arrebato de cogerse lo ajeno (Esto solo se lo receto al que tiene mucho contactos con funcionarios del gobierno). También, sobre el arrebato amoroso, léase, cuando alguien está "arrecho", o sea, metido en gusto de manera enfermiza.
Sucede que, una doña del vecindario en el que yo vivía en San José de Ocoa, me dijo que su hijo estaba muy flaco y que parecía un "fleje". Debo decir que el fleje, es una cinta o plaquita de metal muy fina, que se usaba para amarrar cajas grandes; ahora la fabrican de hule. Bueno, ella me dijo que estaba muy mortificada, ya que, por más que su hijo comía no engordaba. Como yo me imaginaba la razón de esa "flacura", le receté un té de Apasote "bien cargao. En los pueblos, decir "bien cargao", es que el principal ingrediente, en este caso el Apasote, debía ser muy abundante; le dije que no le diera nada de comer esa noche y solo le diera el Apasote "Jervío". En eso quedamos, y me fui a mi casa.
Al otro día, la doña fue a mi casa y me abrazó de la contentura que tenía, dándome las gracias de forma como que yo fuera del Plan Social de la presidencia cuando le regala una fundita de mierda a un pobre hambriento del pueblo cuando lo necesita (Regularmente, la necesidad, se la produce el mismo dueño del susodicho plan social). Yo me ruboricé, y fue cuando ella me contó lo que pasó con su hijo. Ella andaba con una funda en la mano, y creí que me iba a dar un regalo, pero, ¡oh, sorpresa!, lo que había en la funda era una lombriz que, cuando me la mostró, parecía la baqueta de un puñal del tamaño de una macana de policía, gorda, y larga. Me quedé con la boca abierta pero satisfecho. En una semana, el muchacho ya había llenado hasta los buches de la cara, libre de esa cosa que parecía hija de una serpiente Anaconda, que era lo que llevaba el pobre niño en la panza. Esa lombríz me asustó, no lo puedo negar.
Retornando al tema inicial del Corona Virus, dije que, también puedo recetar algo para eso luego de haber escuchado y leído tantas recomendaciones, recetas y opiniones de tantos epidemiólogos y médicos de otras ramas, quienes están todos de acuerdo en que lavarse las manos con jabón es lo mejor que se puede hacer para evitar ser contagiado. Entonces, si ya hay consenso de que el jabón mata el virus, mi recomendación final sobre este molestoso problema es que, cada persona, esté contagiada o no del virus, que primero haga gárgaras todos los días, y que luego de cada gárgaras, se coma media pasta de jabón de cuaba, y si puede soportar mucho comiendo jabón, entonces puede darse una buena jartura diaria.
Si con una buena cantidad de jabón en la garganta y en el estómago, el infectado no se sana, entonces nos habrá llegado la del perro bolo para jodernos, pues entonces, fue que el maldito Covid-19 de la mierda ya aprendió a comer jabón y que solo nos queda, esperar a la doña prieta de la guadaña, para que nos lleve a escansar en paz.
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