lunes, 15 de abril de 2013

EL LOBISTA Y EL HOMBRE DEL MALETIN



Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
ocoano@hotmail.com

Hace apenas unos pocos años que el llamado "Hombre del Maletín" se manejaba en las sombras de los pasillos de las instituciones del Estado y cada vez que se mencionaba ese nombre, el pueblo lo percibía como la corrupción en forma de un hombre trajeado, con un maletín negro que se pasaba el tiempo en los pasillos, esperando el momento indicado para ofrecer dinero a cambio de un favor que regularmente consistía (y consiste) en rechazar o aprobar un proyecto de ley, que favorece o perjudica al jefe del hombre del maletín, si no es el mismo dueño que hace de lobista.

Pero el Hombre del maletín, o tendría que estar en un pasillo, o esperando turno en una salita en espera de que una secretaria le dijera que ya puede pasar, que el jefe lo espera; el hombre del maletín, podía estar al otro lado de una línea telefónica exponiendo el motivo de su soborno, de acuerdo al asunto a tratar. Eso si, la línea debe ser muy segura y libre de toda sospecha de que pueda estar dicha línea "puyada", es decir, intervenida.

El hombre del maletín es demasiado cauteloso, y prefiere él mismo hacer la labor de soborno, por eso investiga los lugares donde frecuenta el potencial sobornado: un restaurante, un Resort, una cancha de golf, etc., el exceso de cautela, jamás sobra.

En resumen, El Hombre del Maletín vivió en las sombras por décadas, por ser una figura odiada por el pueblo, conciente de que lo que hace ese personaje es sucio y sabe muy bien lo que busca, que no es otra cosa que joder al mismo pueblo, al pagar para que se apruebe o no  una ley que,  o que le pone fin a sus grandes robos al Estado, o no aprobarla porque puede perjudicarle a él.

El Hombre del Maletín se movía en las sombras, pero hoy, desde Estados Unidos nos ha llegado una hermosa palabra, ideal para no volver a mencionar mas ese feo nombre de hombre y maletín. Los gringos, como Carlos Dore Cabral, tienen un don para cambiarle el nombre a lo feo, como por ejemplo: En la Era de Leonel a la oficina que supuestamente prevendría la corrupción le llamaron Depreco, pero al no funcionar para nada, el pueblo le cambió el nombre y le puso uno muy original que hace galas de su "no servir para nada", le puso, El Defleco. Muy original.

A la acción del Hombre del Maletín, los gringos le pusieron "lobismo" (que chula la palabra, ¿verdad que sí?). La dominicanización de la palabra Lobby (lobismo, lobista), le ha dado prestigio al "trabajo" de aquellos antiguos seres supuestamente, trajeados de negro que pululaban de pasillo en pasillo por las instituciones públicas, con el expreso fin de corromper a los funcionarios, en perjuicio del pueblo.

Hoy, ser lobista da prestigio; da vergüenza que una palabra llegada de USA, le haya lavado la cara a un acto tan deleznable como lo es, pagar para que los funcionarios traicionen a su pueblo.

Aunque sigue siendo el mismo odiado hombre del maletín, el que hace esa labor, es hasta bien visto y su "trabajo" es tan loable como el mejor de los trabajos, porque para poder vivir en un país capitalista hay que adaptarse a los nuevos tiempos, y toda la mierda que eso trae consigo.

El prestamista de patio, de callejón, de calle, del frente de la oficia pública, es el único que no ha podido avanzar con aquello de cambiar su nombre de "usurero" por uno más bonito, aunque hace tiempo que aquí se le llama "Inglés", que es el nombre más bonito que han logrado encontrar para tan asquerosa (pero útil y necesaria) actividad.

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