Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
ocoano@hotmail.com
Todo cuanto ese hombre tocó lo maleó, vendió (regaló, es la palabra), todos los bienes del pueblo que él creyó que le serviría para afianzarse en el poder, para comprar voluntades, alquilar cerebros, dejar sus acólitos más cercanos robarse lo que les diera sus ganas todo en aras de mantenerse en el poder; todo eso fue lo que le ayudo a construir esa gran impronta y a dejar a su paso la que hoy llamamos, La Era del Estiércol.
Pudo más su deseo de ser adorado, endiosado como si su sueño hubiera sido ser uno de los dioses mitológicos, que el amor a su pueblo, por eso se compró una claque rica en sabandijas humanas, para que lo endiosara, lo lisonjeara y, le anduviera lamiendo los zapatos por las migajas que a su paso les dejaba caer a esas mierdas humanas que tan orgullosamente doblaban la cerviz y se bajaban tanto a su paso para hacerle reverencias en las que hasta enseñaban el culo, el refajo, las cretona y todo lo que hay debajo de las enaguas; hombres y mujeres.
El gran amor de ese endiosado "pie de barro" por el que él tantas veces llamó "mi querido pueblo", se terminaba cada 17 de Mayo. Esa mugrosa carne de pueblo, no le servía para otra cosa que no fuera ir a votar por él por lo que previamente recibía una miseria monetaria robada al mismo que con tanto agradecimiento la recibía.
En "La Era del Estiércol", esa que duró 8 años, se vio de todo lo calificable de bajezas, podredumbre de Estado, mugre, tráfico de influencias, tráfico de drogas, sobre valuaciones de obras y otorgadas de grado a grado, grandes y abultadas cuentas bancarias personales en el extranjero, con los dineros del erario y ¡ay de aquel que osara denunciar esos robos!
Hubo un romántico que, insistía en que en el país donde siempre se ha dicho que "algo hiede", existía una cuenta bancaria y que la dueña era alguien a la que no se le podía tocar ni con el ribete de un sombrero.
Todo sabemos cómo le fue al atrevido y romántico socio del Club de los Pendejos Dominicanos. Lo silenciaron
Más bajezas y delitos
Robo de elecciones, compra de políticos de la oposición, compra de curules congresuales y senatoriales, derroche de recursos en viajes alrededor del mundo, todo con los cuartos del pueblo, sin beneficios para éste.
Millones de pesos para exaltar la figura del presidente, multimillonarios presupuestos para el despacho de la esposa del presidente, que fueron despilfarrados y "guardados" en cuentas donde se dice que "algo huele mal".
Y, ¿qué decir de la degradación moral durante "La Era del Estiércol"?, algo jamás visto, todo lo que tocó el maquiavelito moderno, lo maleó pero, el palo de la gata lo dio con el contrato que firmó con la empresa minera Barrick Gold; él mismo se encargó de buscar hasta el buffet jurídico que amarrara tal abuso a nuestro país; al hacer esto último, "boroneó".
Asignación de casi 800 millones de pesos, sólo para la compra de periodistas y medios de comunicación; gastos de miles de millones de pesos en la construcción de apartamentos de lujo para dárselos a sus amigos, compañeros de partido, militares y hasta a políticos aliados, como lo hicieron con seguidores de Vargas Maldonado y a jueces cortesanos de las Altas Cortes (las cortes de La Era del Estiércol), donde cada juez (sinvergüenzas con togas), les alquiló todos los muebles de sus cabezas al poder corruptor.
El sólo hecho de variar el porcentaje (pasaba del 50%, con impuestos) de beneficios con el que originalmente el pueblo se iba a beneficiar del contrato con la minera extranjera Barrick Gold, bajado a un miserable 2.3% con el aval Leonel Fernández, nos dice el gran fraude que han sido las administraciones de ese antipatriota y mal dominicano.
El pueblo tiene que pagar la gasolina más cara del mundo, pero al mismo tiempo, se les regala millones de galones de combustible a empresas que año por año reportan ganancias millonarias, pero todavía es peor porque, le regalan a la Barrick Gold millones de galones de combustible para hacerle más fácil el trabajo de expoliar nuestras riquezas mineras.
¡Así no se puede! El responsable de ese abuso, debería estar colgando por los granos de una plaza pública. ¡Quisqueyanos pendejos, alcemos....!
Pero el pueblo sabe que todo lo que he dicho no se hizo gratis, el pueblo lo sabe y algún día habrá de despertar. No es posible que todo el tiempo, "las cosas" le vayan a salir bien a ese señor que se burló y a la vez nos hundió durante la maldita La Era del Estiércol.
¡Quisqueyanos valientes guindemos.......
por los granos al maldito traidor!
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