Por Henry Osvaldo Tejeda
Ahora si se me pusieron los huevos a diez, todos los
gatos del vecindario han cogido mi patio como hotel para sus cherchas y sus
orgías. Es toda una manada de molestosos animales que, al parecer, se han dado
cuenta de que en mi casa ya no tengo perro ya que, el año pasado, murió Mancha
la perra de la casa quien era la “guachimana” del bohío.
Esa buena perra, que hasta era madre soltera, las hacía de
AMET de los trillos y rincones del patio, era el DNI que le pelaba los dientes
al más bonito, pero que si alguien le tiraba un piropo (sea perro o gente) es
posible que se enchulara y lo dejara que me “limpiara” la casa, era su único defecto; la
pobrecita murió intoxicada al inhalar el veneno de una fumigación realizada en
el vecindario.
Ahora estos gatos están de su cuenta, odio a los
gatos, no me gustan los gatos porque son muy mañosos y soy así porque recuerdo
cuando era sólo un niñito de algo mas de diez años que me iba donde Doña
Colombina la esposa de Don Rubén Díaz mis vecinos y que era una de las dos o
tres casas donde había televisión en el barrio, a ver a Félix el Gato (¿o, era
el Gato Félix?). No, no lo recuerdo bien pues de eso hace más de 50 años e eso.
Pues bien, ese gato era el puro Diablo, siempre se
salía con la suya, por eso es que no soportaba a ese fuñío gato, porque el que
la hace debe pagarla. El que sigue mis escritos (Chácharas y/o artículos de
opinión tanto en Facebook como en este blog, lo sabe muy bien porque es mucho
lo que odio a los gatos pues se roban lo que tanto sudor les cuesta a otros.
El asunto en mi patio es de antología, la parranda de
quejidos, de idas y venidas con gusto incluido, comienzan a las 5 de la mañana; yo me
levanto a las seis y media pero desde que comienza la orgía no duermo más, ese
es un escándalo cotidiano, es un San diario que me tiene al coger el monte, los malditos gatos no
cogen vacaciones .
Una vez pensé envenenarlos y hasta me decidí comprar
un veneno que les diera en la madre.
En esa ocasión me dije: "desde que amanezca me voy
a una farmacia o a una veterinaria a comprar un litro del veneno del más activo que
haya, porque ya no aguanto más", tantos gatos peleando y haciendo sus disparates ya me tienen "jarto", no soporto esos más
escándalos, me rallaron el techo de mi troncomovil, un vehículo que ya está
como el dueño, descascarándose cada día que pasa y estos azarosos gatos dando
alaridos cuando están cogiendo gusto.
Me hacen levantar de mal humor todos
los días, y con los ojos colorados como dos mates.
Pero todo lo que pensé hacer, fue de la boca pa'fuera porque, desde
que amaneció y salí al patio me topé de frente con un gato prieto bien bonito
que me miraba como pidiéndome desayuno, eso me partió el alma por lo que enseguida
decidí dejar sin efecto el plan macabro de asesinarlos a todos.
Pero tan pronto pasé este encuentro con el gato negro,
en la noche fue peor. Esta vez llegaron como a las 4 de la mañana y parece que
vinieron chulos y putas de otros barrios porque la orgía duró hasta que le
mandé detrás tres pares de zapatos, una cacerola, un par de tenis, el “suape”
de la casa, a la vez que, de paso, les mandaba atrás un par de coños
bien rendidos (terminados en muchos ñooooooo).
Este patio se ha convertido en un comité de base de
esos que primero se sirven ellos y luego, no le sirven al pueblo.
Luego de esta
reciente plebería de esos indecentes animales, volví a mi plan anterior por lo
que dije: “de mañana no paso sin mandarlos a mejor vida. Mañana mismo los pondré
a firmar con los cachorros. ¡A joder a otro, cojollo!
Los mandaré para el "más allá", para que
allá le cuenten a alguien que le decían “El Profe”, los daños que está causando
aquí abajo esa gran manada de gatos, una manada de gatos mañosos a la que él
creyó que era de corderitos y que han resultado ser la envidia de cualquier
gato africano y que tienen unas uñas capaces de agarrar desde un pincho y un
avión, hasta un país con todo y miseria.
Mañana no les valdrá que me miren con cara de pena ni
que me pidan desayuno –fue lo que me dije-.
Mañana tendrán o, cicuta, arsénico, DDT, Tres Pasitos
o, lo que sea porque no aguanto más, los quiero muertos y punto.
Si luego de la masacre viene a mi casa alguna sociedad
protectora de gatos a hacerlas de procuradores fiscales o a protestar por mi
acción les mandaré a la mierda porque ellos son los que deben proteger al
pueblo de los gatos, y no lo hacen.
Repito, mi patio se ha convertido en una base, no de
datos, sino, de gatos! Y creo que están inmersos en un congreso de incluir más
gatos de las bases en los estamentos de mayor jerarquía de la manada.
¡Por el bien del país necesariamente, hay que envenenarlos!
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