VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA: FRUSTRACIÓN DE UN CANTANTE DE PATIO
Por Asdrovel Tejeda
Corrían los primeros
días de octubre y la brisa que bajaba de los balcones de La Loma del Rancho,
anunciaba que la Navidad venía presurosa a ocupar, con sus colores
tradicionales, el espacio que a través de la historia, había creado como suyo.
No sé bien, a quién se
le ocurrió en ese año del 1972, pero con los impulsos que generaron los
festivales de la voz de El Show del Mediodía, con su lista de artistas
triunfadores, a alguien en el liceo José Núñez de Cáceres de San José de Ocoa
se le ocurrió la genial idea de copiar el dichoso festival.
Con el anuncio de ese festival de la voz, ahí comenzó el
acabose entre la muchachada del liceo secundario, al punto que, a todo el que
abría la boca aunque fuera para estornudar, se le ocurría adquirir condición de
cantante.
Una larga lista de
imberbes artistas de patio, se inscribieron en el festival. La lista comenzó
con Ramón, el hermano de Elías Tejeda; este, tenía una gran tradición
artística, pues su papa había grabado un disco de 45 RPM, muy escuchado en el
bar tres rosas, además participo en el festival de la voz, sí mal no recuerdo
su nombre era Milcíades.
Nancy Pimentel, Rafelín
González , Fernando ( los apellidos me andan corriendo) Rafael Tejeda, mi
hermano, Amelia Tejeda, mi hermana, una media docena más de los que no recuerdo
el nombre y yo.
Recuerdo que, la
inauguración se dio en el salón de actos del liceo, con un jurado de tres
personas, siendo su presidente Rafael Fermín, quien era el gerente del banco
popular y mi cuñado, y el encargado de la música y además de la maestría de
ceremonia, mi primo Henry Osvaldo Tejeda.
Recuerdo que mi querida
hermana, no paso del primer intento, pues por alguna razón, olvidó la letra de
la canción y quedo semi muda en el escenario, sólo balbuceando algunas palabras
incoherentes. Yo, que acometí (de acuerdo a mi apreciación) mi actuación de
manera muy elevada, vi con cierta incomprensión que, de todo el público, estaba
lleno a rebosar el salón, sólo una persona de nombre Mirita, me aplaudió a
rabiar.
Es de hacer notar que,
Mirita, para ese entonces, era mi novia y, aparentemente mi actuación no fue de
mucho agrado, pero como el presidente del jurado era mi cuñado y el maestro de
ceremonia y músico, lo era mi primo, pase a la siguiente ronda. La única
eliminada en esa primera ronda fue mi hermana; estoy seguro que sí no se frisa,
hubiese pasado a la siguiente, pues teníamos relaciones con los altos jerarcas
del festival.
La segunda ronda, una semana después, fue en el club social Ocoa inc., ubicado
en la calle 27 de febrero, casi frente de la oficialía civil. Esa noche fue un
toque de queda en que, todo el pueblo, se concentró en el club y sus
alrededores, y yo, muy ufano, me daba
como uno de los ganadores, pues había llevado una de las canciones más
populares de la época, titulada “Viejo
amigo”, de Anthony Ríos.
Todavía recuerdo
algunas estrofas, y recuerdo que salí como un torero con traje de luces a
matar, sin embargo, no me salvó ni mis influencias en la dirección del dichoso
festival, y lo único que gane fue que mis amigos empezaran a llamarme
"Viejo Amigo", mote que me quedo por largo tiempo.
Sólo me sirvió de
consuelo, que de 16 participantes, quedé en el lugar número 11 y eso no está
mal para alguien que ya se veía cantando en el Madison Square Garden lleno en
su totalidad y con un público femenino delirante y, gritando mi nombre.
El dichoso festival en
la tercera y última ronda, pasó al cine Rhand, ubicado frente al parque
Libertad (el principal de Ocoa). Los jurados dieron por ganadora a Nancy
Pimentel, pero el público no estuvo de acuerdo y armo un gran “titingó”, con
empujones con voceaderas incluidas y, con amago de pasar a cosas más grandes.
Así que de alguna
manera alguien dirigió a los descontentos a la calle y allí, se convirtió en
una manifestación en contra del gobierno, dando como motivo la intervención de
la policía, para dispersar a los manifestantes.
Desde ese efímero paseo
por la fama, nunca más volví a cantar en público, más, debo reconocer que,
algunas veces, cuando estoy sólo en la casa agarro un cepillo como si fuera un
micrófono y me pongo frente al espejo y comienzo a entonar con voz potente,
estrofas del tema causante de mi gran frustración. “Viejo Amigo, hoy vengo a
contar mis sufrimientos, es la historia que callado llevo dentro…….
¡Ah!, además del mote, Mirita, quien fue mi apoyo
incondicional en la primera ronda, en la segunda, me dejo por otro.
(Asdrovel Tejeda, es un poeta ocoeño, primo hermano del director de este blog).
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