jueves, 4 de febrero de 2016

CHÁCHARAS: EL CASO “JEDIONDO” DE CASO CERRADO

Por Henry Osvaldo Tejeda

  • El transexual, y el "Jediondo"
Hoy amanecí con un Güiri Güiri por dentro, no sé la razón, y tampoco sé lo que pueda ser un Güiri Güiri. Al rato,  acompañé a un amigo a hacer unas cuantas diligencias, y cuando estaba en la sala de espera de una oficina privada, vi que en la tv tenían sintonizado el programa de la Dra. Polo, "Caso Cerrado".

Había un gay, de esos a los podríamos llamarle "De doble tiro", de los que aparte de tener su pene, usan la "puerta de campo" como vagina. El Chogüí (Hay un pájaro llamado Chogüí) demandaba a un tipo con el que tenía una relación virtual por medio de la Internet; Ella/él, así le llamaré en l o adelante al cundango, es de Colombia y se fue a Miami donde residía su amor platónico.

Desde que llegaron al Apto del novio, adquirido con cinco mil dólares que le envió "su novia" desde España, éste se fue a bañar metiéndose luego en la cama con todo y su gusto. Ella/él, hizo lo propio y le dijo a la doctora Polo que, desde que subió a la cama, sintió un mal olor muy fuerte parecido como a gato muerto ya en descomposición y poco faltó para que vomitara hasta la hiel.
El caso es que según dice Ella/él, ese tipo parece que tenía una mofeta podrida en la boca, y un perro muerto en el pene, porque la peste que salía de ahí abajo era insoportable, muy fuerte y nauseabunda por lo que tuvo que abandonar la tarea planeada con tanto afán, y por la que vino desde tan lejos a juntarse con su zorrillo novio.
Para irse de regreso a Colombia, le exigía al novio diez mil dólares, cinco mil que le envió para el Apartamento, más otros cinco mil que se había dejado de ganar en su país por irse a Miami donde ese "jediondazo" .
Aclaratoria de lugar: 
No sé por qué estoy escribiendo esto, pero me les aseguro que me estoy gozando un mundo mientras lo escribo, y si usted no quiere leerlo porque es de los que siempre se han sentido afectados de una aguda scrupulosis moralitis trasnochadium, por favor, deje la lectura, pero sé que no la dejará porque la curiiosidad lo mataría.
La Dra Polo llamó al testigo del "Jediondo",
quien llevó al tribunal lo que él creyó que era dizque la solución para curar a su amigo, el "jediondo" a  perro muerto, perdón, quise decir, a su amigo el "enfermo". Presentó unas notas que encontró en la Internet, que hablaban de  unos médicos que se dedicaban al trasplante de pene, y para él, esa podría ser la solución para acabar

   
con la hediondez del pene de su amigo, pero no solucionaba el 
vaho a boca, que también formaba parte de la enfermedad del "Jediondo" novio.
La Dra. Polo le dijo,que aunque le mocharan "ese coso" y le pusieran otro nuevo, la peste no iba a terminar porque la maldad estaba dentro del cuerpo del tipo, porque según vio la Dra en la Internet, el tipo sufría de una enfermedad llamada "El síndrome de Sjögren".


Cuando la Dra. Polo dijo esto, el cundango le ripostó:
_ ¡Qué Jogren ni que ocho cuartos! lo que él tiene es el "síndrome del gato podrido". -La sala se vino abajo por la risa-
Pero el testigo insistió diciendo que él, estaba dispuesto a donarle su pene a su amigo. Ella/él brincó y dijo a todo pulmón, que su necesidad no era el pene de un pájaro, sino, el de un buen macho.
Con el reperpero en sus buenas, el cundango le dijo al amigo del "Jediondo":
_ En lugar de donarle tu pene, mejor te vendría casare él, para que  te deleites con su mugre toda la vida. La Dra. Polo le aclaró al testigo que el problema no era de pene, sino de peste.
El pobre "Jediondo", para defender su amor, dijo que si Ella/él, se enamoró de él con su defecto que se olvide del mal olor y que sigan sus amoríos. El cundango contestó:
_ Mira mi´jito, yo me enamoré de ti, no tu peste.
La jueza, en un intento de ayudar al "jediondo", le dijo al pájaro:
_  ¿Tú crees que si él hace algo por curarse esa peste, tú podrías volver con él?
_ Pero Dra., eso es imposible, porque para ese tipo poder curarse tendría que morirse y revivir otra vez, es más, esa es una peste tan grande, que sólo muriéndose se le quita, y tampoco los gusanos se lo podrán comer, porque desde que le den el primer mordisco van a querer salir a vomitar. ¡Imagínese usted esos pobres gusanos encerrados en ese ataúd, sin poder respirar. 
Luego de esa respuesta del transexual, la Dra. Dictó su sentencia: El "Jediondo", además de tener que seguir sufriendo del síndrome del gato podrido, tendrá que pagar diez mil tululuses de los verdes al cundango. ¡He dicho, ¡caso Jediondo! Perdón, quise decir, caso cerrado!

Les recuerdo a los lectores, que mis chácharas son siempre sacadas de casos reales, y que los adornos que causan hilaridad y risa, se los pongo yo.




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