Por Henry Osvaldo Tejeda
Amigo lector, estoy
atónito, lo confieso; creí que ya nada me asombraría, luego de ser actor de
primera fila en lo que se vive diariamente en este conuco de América latina al
que nos ha cogido con llamarle país. Se trata de un sanitario moderno llamado
Numi, fabricado por la marca Chofer que, entre otras cosas, está dotado de
una pantalla para leer. ¡Ofrézcome, ver para creer! Y yo que decía que, uno de
los motivos por los cuales los libros y los periódicos no desaparecerían nunca,
era por la comodidad de sentarse en "El Rubito" y uno entretenerse leyendo lo que sea
mientras "damos del cuerpo" (En mi pueblo, a eso se le llama de otra
forma, pero para evitar vainas, lo dejaré de ese tamaño... Señores, llevarse una laptop para el
sanitario sería un colmo informático terrible e inapropiado, porque además de
incómodo y fastidioso, sería algo tan pendejo como sentarse a escuchar los
adormecedores y aburridos discursos de rendición de cuentas ante la asamblea
nacional, de un presidente de estos tiempos que, al hablar, dice tantas
mojigangadas de que todo está tan bueno en este batatal que, uno llega a pensar que está en Suiza, Suecia u otro
país desarrollado. Es una pura pela lo que nos da cada vez que se para detrás de ese podio. Llega el momento en que uno no sabe si es rindiendo
cuentas que está, o es que está haciendo galas de lo tanto que rinde con tan
poco tamaño y de lo mal que habla cuando reza sus tantas mentiras que, no son otra cosa que una gran perorata vacía y sin sentido. No vale la pena coger ese
sagrado ratito que nos brinda el estómago, dizque para oír esos discursos que
solo dan sopor, por lo vacuo y engañoso de su contenido.
Otra cosa que sería también muy cuesta arriba, es la de tener una
computadora en las piernas mientras disfrutamos de tan sublime momento de
nuestra existencia, claro está, siempre y cuando uno no esté estreñío, porque
de ser así, ahí mismo se nos evapora lo sublime del ratito. Al saber ahora de
la existencia de ese sanitario moderno, voy a tener que recoger mis palabras
con respecto a los libros y los periódicos; solo pónganse a pensar en esto:
usted llega al cuarto de baño bien "apurao", y desde que se sitúa delante
de ese artefacto de nueva generación, a éste, se le abre automáticamente el
apetito y...¡carajo!, perdonen, quise decir que se le activa un sensor que
emite una señal para que se levante la tapa ella solita.
Usted se le sienta en
la boca, y si por mano´ del Diablo usted tiene los glúteos fríos, "El
Rubito" le proporciona en el área de la tapa una temperatura de lo más
agradable a su nalgatorio, y aparte de eso, tiene unos abanicos de temperatura
regulada que le calientan los pies si es que los tiene fríos. ¡Suuu manífica ni mameo! Ni Boruga en New
York.
¿Creen Uds. que la vaina termina ahí? Pues mire que no, porque en caso de
que se sienta usted medio aburrío y todavía malhumorado porque no ha podido
saber dónde carajo fue que el senador que era sastre y dependiente de un
colmado, y el Rey de la jungla que no conoce el pichirrí de los pollos,
metieron los 130 millones de dólares del préstamo aquel a la Sund Land. Entonces, "El Rubito",
lo distrae de todo lo que le ha hecho encojonarse, sonándole las más bellas
melodías mediante un reproductor mp3 con altavoces integrados en el mismo
sanitario. Si algún día llego a tener uno de esos artefactos, fijaría el sonido en un merengue que dice:
¡Ladrón, ladrón, ladronazo! porque me encanta ese tema, o en
su defecto, fijaría en el reproductor la voz grabada de un tipo de magra
figura, cuando dice algo así cómo de que si se tragara un tiburón
"podrío" sin siquiera eructar... Bueno, no recuerdo bien las letras
pero es así que dice “masomenamente". Esta palabra se me pegó de una vieja
“deslenguá” de la radio y la tv de este conuco, que cobra sueldos "botelludos"
como en “sepetecientas” instituciones del estado. No se imaginan lo plebe y "malcriá"
y "deslenguá" que es esa octogenaria bocina.
Pero todavía la cosa no termia ahí, "El Rubito",
cuenta con un sistema de rociado a presión y con temperatura en el agua, además
de un secador para eliminar cualquier humedad una vez haya sido usado, y que
los desperdicios se hayan ido todos para Burundi. ¡Miren qué pendejá!
Creo que este sanitario tendrá muy buena venta entre los
cundangos del mundo, específicamente, por el sistema de rociado a presión
directo a "La puerta´ e campo", capaz de arrancarle cualquier grano
de habichuela, cáscara de tomate, cualquier fibra de piña u otro desperdicio
que le haya cogido cariño a la arandela que corona el final del tubo (podría llamarle mofle, pero sería un insulto a esa tan
importante región del cuerpo humano) y quiera negarse a marcharse hacia Burundi
en uno de los expresos que salen de nuestro estómago, para ir a alojarse en la
boca del moderno "Rubito".
Ese aparato, es lo último en confort, pero es caro con
cojones; para la fecha en que hice esta higiénica narración (que nada tiene que
envidiarle a las obras de Gabriel García Márquez), costaba $6,390.00 dólares
que, a la sazón, eran casi un cuarto de millón de "trapo´ e pesos"
dominicanos; ahora debe costar un ojo de los tres que traemos de fábrica. (Uno
es ciego)
Es muy bueno y práctico el invento pero, demasiado dinero
para uno sentarse solo a...bueno, si ombe, a "eso" mismo que usted
está pensando.
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