viernes, 20 de marzo de 2020

CHACHARAS DE APAGONES, MOSQUITOS Y RAJIEROS

Por Henry Osvalto Tejeda Báez
Una ola de mosquitos se ha combinado con el fastidio del Corona Virus para hacernos la vida imposible, especialmente en horas de la noche que es cuando esos zuncudos se alínean en cuadrillas como si fueran aviones caza P-52, para atacarme en trullas y en picada. A esos perversos animalitos, no les importa  que tu los esperes con las manos abiertas para "aplaudirlos", porque bajan más rápido que aquellos pilotos japoneses suicidas llamados Kamikazes cuando se estrellaban contra los barcos norteamericanos durante la segunda guerra mundial. ¡Es el colmo". Estos perros mosquitos no fallan, no sé cómo es que estos Fuckin´ animalitos" pueden ver desde tan alto, la porosidad de la piel humana  para  zambullir su estilete de manera tan precisa.
UN EJERCITO ZANCUDOS KAMIKAZES
Lo primero que hace el Estado mayor de los zancudos, es enviar a un mosquito de reconocimiento (un raso en el orden jerárquico) para que localice e informe exactamente la zona del frente de guerra. Ese mosquito que ejerce ese "reconocimiento", te sobrevuela por las orejas mientras te va dando una serenata con un sonido como el de un violín desafinado y luego, cuando el maldito rinde su informe (O sea, la novedad) a sus superiores, el general Zancudo da la voz de ataque y ahí mismo te jodiste.
Ya que estoy hablando de mi barrio, en especial, de la casa de una vecina a quien oigo gritando y maldiciendo todos los días a esos pequeños. La oigo en este tejemaneje "a to tiro pa". Ella dice que, aparte de los molestosos mosquitos, la ha invadido también todo un ejército de ratoncitos enanos que se comen hasta los "sostenes" (Léase, sujetadores de tetas) de sus hijas y nietas. En mi casa, esos animalitos, sienten  especial  predilección por la medias de mi hijo. 
 No tenía idea del por qué le gustan tanto esas medias, pero  luego descubrí que, al pasarse mi hijo todas las tardes correteando y brincando en tenis en el barrio hasta las primeras horas de la noche, cuando se quita la ropa para bañarse él tira las medias en un canasto para ropa sucia,  para ser lavadas al dia siguiente, pero de madrugada esos  roedores  creen que les han puesto la cena. Me imagino lo sabroso que se encontrarán ellos  esas medias sucias con to´y sicote, a lo mejor les saben a pizza de pepperoni. Otros platos favoritos de ellos son: los panties y las tangas, no me pregunten porqué, pues  no soy un ratón ni mucho menos, aunque sospecho la razón por la que también les gustan las tangas, pues ahora  recuerdo que  una vez,  escuché a una vecina peleando y porque los ratones le comieron una penca de bacalao que tenía en la despensa. No estoy diciendo nada pecaminoso, el lector que quiere echar a volar sus pensamientos hacia donde quiera, ese es su problema. Lo que sí me han dicho es que, hay partes del cuerpo humano femenino que huele a bacalao; repito, eso lo escucho desde que era niño...No sé....

El colmo de estos endiablados bigañuelitos llegó, cuando royeron una foto de mi infancia. ¡Carajo! Ahí se pasaron y eso ya no lo podía yo soportar, ahí le pusieron la tapa al pomo. Fue entonces cuando comencé a tomar medidas urgentes; les declaré la guerra a esos inquilinos indeseables. Compré 30 ratoneras de las pequeñitas a $25.00 cada una y les puse molleja de pollo cocinada, porque esa parte del pollo es muy resistente, elástica y  a la vez, muy difícil de despegar del ganchito de la trampa. Antes, yo cometía el error de ponerles salami, pero me di cuenta de que solo los estaba engordando sin ver resultados. Esos bigañuelos me salen muy caros. El hecho es que, esa misma noche, tan pronto  apagamos  las  luces  desde  cada   rincón de la casa empezaron a sonar un tac
 tac tac, por aquí, cuando el gancho les caía en medio del cocote, y el toc toc, que era un sonido más apagado cuando al azaroso rajiero le caí el gancho encima de la panza, y esta amortiguaba el golpe haciéndolo más opaco. En fin, la casa parecía un frente de guerra, ¡Ratatatatata! Ametrallamientos por aquí, tiros por allá y chillidos por los rincones. Eran las ratoneras acabando con el enemigo. Cuando hice el  reconocimiento del campo de batalla, presuroso me levanté apersonándome al lugar donde estaba teniendo lugar la refriega,  no vaya a ser que los enemigos,  ya heridos de muerte, empezaran a cavar trincheras para refugiarse e irse con mis ratoneras a cuestas. 
En el resumen de esta primera escaramuza,  el enemigo, tuvo 10 bajas y yo  perdí un solo trocito de molleja. Eso se llama, ser un buen estratega de guerra, pero no me puedo fiar de esos animales tan inteligentes, pues siempre buscan la forma de evadir las trampas. He visto algunos de ellos que se hacen los muertos, y cuando le quitas el gancho de encima, se mandan en una carrera aunque estén rencos, turulatos y "achocaos". Esos  bichos  son duros  de  matar; lo mismo pasa con las cucarachas; si usted mete una cúcara en el freezer de la nevera, y al otro día va  pensando  que la verá hecha un pedazo de hielo, se le va a pelar  el billete, porque la verá vuelta un pingüino con un smoking o un jake puesto contra el frío.  A esas criaturas no las mata nadie así por así si no es pisándole la cabeza con rabia. Usted puede aplastar una cucacracha con el centro del zapato encina de todo su cuerpo, y hasta podrá ver que se les están saliendo "to´los tereques" del cuerpo por detrás, pero no crea que ya la mató, porque  hasta que no le estruje bien el zapato la cabeza seguirá viva. Se parecen a los políticos de este país; no hay forma de guinden los corotos ni que firmen con los Orioles.

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