
Un científico que (al parecer, sin oficio) y que es además apicultor, comentaba con otras personas de lo doloroso que debía ser una picada de abeja en los testículos, días después decidió investigar ese asunto para poner fin a su curiosidad, se expuso a las picaduras de abejas.
Recibió varias picaduras en todo el cuerpo, entre ellas, en los testículos, y para su asombro, no sentió tanto dolor en esa parte del cuerpo como él se imaginaba.
¡Ay, estos científicos locos!
Se dio cuenta también de que, las menos dolorosas, fueron las que recibió en el cráneo, en la punta del dedo medio del un pie y en el brazo.
Las más dolorosa fueron las recibidas: en la fosa nasal, el labio superior y la otra, la que más le dolio fue la que yo mismo me imaginaba que debería ser, es decir, la que recibió el "El maja papas", léase, el pene.
Supongo que se le puso "la cosa" como decimos en Ocoa, "como un bobote". ¡Ay, la abeja carajo! tanto dulce que hace, y tan rabiosa esa "condená".
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