domingo, 11 de agosto de 2019

El viejo lobo de mar

Por Asdrovel Tejeda 
Lo conocí sentado en un banco de metal frente al mar, siempre con un viejo gorro marinero que se veía desteñido por el tiempo; parecía una vieja estampa del pasado. Me enteré tiempo después, que Iba todas las tardes a sentarse al viejo mirador de la playa, casi siempre a la misma hora cuando la pleamar llegaba atronando a rescatar  los espacios abandonados. Allí con la vista perdida en la distancia se le oía murmurar muy quedo, después agarraba su armónica y empezaba a tocar canciones llenas de melancolía. 

Pasado un tiempo, al dar la vuelta, me paraba, lo saludaba y comenzamos a conversar, supe que tenía muchos años de haber venido de España a la que nunca más volvió, le pesaba el corazón y el alma su ausencia.
_ Tengas el tiempo que tengas fuera de tu tierra, eres de ahí, donde están enterrados tus muertos; nunca dejas de serlo, verás que con el tiempo, más y más añoras el regreso.
_Tengo una curiosidad -Le dije-, ¿qué dice ud tan bajito cuando viene llegando el agua'.
_Nada especial, sólo voy desandando los recuerdos, los recuerdos son caminos que salen del corazón al alma, a veces son los únicos sueños repetidos que hacemos despiertos. 

Hace unos días que pasaba y no lo veía; me había acostumbrado a pararme y conversar con él. Hoy le pregunté a un pintor vecino del español en el banco cercano, que repite en el lienzo siempre los mismos paisajes.  
_ ¿Qué ha sido del marino, hace días no lo veo?
_ Se fue, lo encontraron dormido en su cuarto; dicen que fue el corazón pero yo sé que fue la nostalgia que le fue secando lentamente las ganas de estar vivo. 
_ Así, supe que había muerto, ni siquiera supe su nombre, nunca le pregunté.
Pero sé que Voy a extrañar al viejo marino que nunca navegó, y que sabía con certeza que el mar lo separaba de su historia.
Buen viaje, lobo de mar, que los recuerdos te lleven en la palma de sus manos y te ayuden a encontrar los caminos del regreso.

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