domingo, 12 de julio de 2020

VIVENCIAS Y CHÁCHARAS EN OCOA: CARTA AL HIJO AUSENTE


La carta de una señora de origen muy humilde desde su campo al hijo que vive en la gran ciudad.
Henry Osvaldo Tejeda
Querido hijo Ambrosio, tu sabe que no sé escribí bien, pero trata de entenderme. Por medio de la presente quiero decite que aquí toítos tamo bien, la gallínas  ponen bien, lo marranos tán saludable y  hay algunoque tarán gordito pa´la pacua. La tía Petronila ya se sanó del Roco roco que tenía y su hija Leoncia, que´e  tu prima, se dejó del marío porque la tenía madurita como una lechosa de dale tanta pecozá y el muy maldito también  le tenía una quería mudá en una pieza como a cinco bojío de la pieza donde vive Petronila. Esa muchacha no tuvo suerte con lo sombre. Pero yo sabía que eso iba a pasá porque esa niña dede muy pequeña supo pa´qué le pusieron "esa cosa" entre la pata.
Pero eto que te toy contando pasó hace como cinco mese, y pa´que tú no te me alebreques, te lo toy contando ahora, porque te conoco muy bien y sé ere capá de venir en bola de humo a repartí machetazo.
Aquí no hay quien ordeñe la vaca, mandé a Toñito a etudiá pa´l pueblo, y el becerrito, anque se bebe toa la leche  ta igualito a un tirigüillo  de lo flaco que ta. Mira, Ambrosio, te voy a contá eto pero no se lo digas a "siño" nadie y tampoco invente con cogé pa´cá porque depué la gene va a decí que yo soy una jabladora y que soy una bocaguá, y tu sabe que yo me repeto, pero hay cosa que uno no se la puede callá, porque en lo campo ejasí y uno se  entretiene. Dime tú, en eta jurunela no hay ma ná que hacé. 

Mira mi´jo, a Tilita la hija de Doña Benit, esa pelo malo  con la que tanta vece te encontramo  etrujándote y revolcándote en el conuco,  tiene un raquiña del gordo del deo. La pobrecita, tiene que andá con un guayito pa´podé calmá la raquiña. Se hace uno guayáso tan duro que la carne se le pone como morcilla. Ella decía que era raquiña,  pero cuando yo la veía  to´el día con la mano metía entre las verija, yo le dije a Benita que le leyera la taza a esa muchacha porque en el vecindario no creen que sea una raquiña. Eso no parece raquiña, esa muchacha se va a desollá con ese guayo. Mira,  yo mimita e tado  pensando que le habían pegao de eso aqueroso piojillo de chulo de cabarese  que le dicen dique ladilla. ¡Jesú Santísima ni mameo; Eto´e bíblico! La juventú ta perdía. A la jovencita deto tiempo, lo único que le importa e la checha, ponese a bebé cerveza y siempre  ta en el medio  y tu sabe que una mujecita que lleve una vida así también tiene que abríle la pata a losombre. ¡Dio mío, Ay, no! En mi casa no me criaron así. La mujere teníamo que eperá  a que no salieran la tetas, y que  supieramo hacé los oficio de la casa, pero eta muchachá de hoy solo piensan en la calle, pero to´eso e´paná, porque tan pronto la preñan la mandan pa´su casa con su paletera.

¡Ambrosio, yo tenía razón! ¡Muchacho; ni visto!  Asíi mimito como yo taba pensando así mimito fue. la muchacha, pa´que la mai no le leyera la taza y se diera cuenta de lo que ella no quería decí,  se "asinceró" con la mai y le contó to´el lío.  Le dijo que ella lo que tenía era un ladillaje del carajo por andá de puta de callejón en callejón. ¡Ay, Ambrosio, ojalá tu la viera!, esa muchacha ta cundía de ladilla.  Hoy mimo le vi uno de eso  animalito en lo pelo de una  "eja". ¡Ofrécome ya toy convencía eto e´bíblico! Tamo en lo finale.

Ahora me vienen con el chime de que la mujecita que el aqueroso "marío" de Petronila, la que tiene mudá no´e una santa porque ante de ta con él ya había dao como ocho paso y ahora e´que ya sabemo de dónde le vinieron esa ladillase a Petronila. Pero no  e´que tamo demasiao seguro de eso, porque ese trapo´e "marío" de tu prima no sale de lo bares sucios y en eso cabarese hay de tó. Hata dicen que´e un chulo, de eso que tienen que esperá que el cuero se acuete con toa la basura que encuentra  pa depué acotase con él. Imagínate si  un hombre asi pué serví pa´ná. Bueno, Pa no cansáte con el cuento, debo decite que Benita, fue a la farmacia y compró un fraquito de una pendejá que le dicen  dique Calomel, y  de  un solo    fuetazo se  jondió to ese polvo entre la verija y  en to´el cuerpo; hata en la cara se roció esa cosa y luego se acotó. Ambrosio, al otro día esa muchacha no se volvió a arracá ma. Diache el polvo e´un cuchillo.
Ambrosio, esa muchachita taba tan desesperá, que quería ponerse Racumín, la cosa esa que mata ratone. Le dije que si se taba volviendo loca porque eso tipo de  bicho son muy enano y no se puen  comé  eso  a meno que la  ladilla  que  ella  tenía  fueran   del  tamaño de una cucaracha que se pareca a un carrito cepillo. ¡La pobrecita, me daba tanta pena verla con ese raca raca! 
Bueno mi querido Ambrosio, ojalá te haya gutao sabé lo que pasa en tu campo, pero recuerda, no venga pa´cá por to´ete tiempo, y mira que tengo mucha gana de vete porque la familia e la familia. Como sé que allá tienen gato dámele  un apretoncito de cariño a Felix  tú  gato querido, y un beso a Lila la gata de Dominica tú mujé.
Te quiero mijo, tú mai Efigenia.

Ambrosio, perdoname pero ahora te vuá dejá a tu primo Terencio, que ta etudiando en la universidá, y ta pasando un par de diaen casa y quiere aprovechá pa´decite alguna cosita. De aquí pa´lante será Terencio que te va a escribí; adió.
¡Primo, yo quería contarte algo y ahora aprovecho esta carta de tía Efigenia para contártelo Primo, por si no lo sabías, ¿Recuerdas  a Colá Sánchez, el jefe del PRD aquí en Ocoa, el que tenía una barrita de vender jugos y chucherías frente al parque? ¡Ríete, primo! Los reformistas, le mandaron a un campesino de esos locos arrevesaos con olor a esterillas que aparecen en los campos  pa´ que le jondiaran una funda de mierda en la cara al bueno de Colá Sánchez, pero el tipo se equivocó y se lo jondió a Niní el pastor evangélico, el dueño de la otra barrita que también está frente al parque y que también venden sandwiches y batidas,  pero Mallía, que así se llamaba el tarugo campesino, se confundió y le jondió la funda de cagá  a Niní en la cara. Sí primo, en la cara. Esta vaina está del mismo  diablo aquí en Ocoa; esto ha sido la del perro bolo. ¡Ay, qué pena, primo! Usted no se imagina  la pena que fue, vera al bueno de Niní sudando ñeca. Cuando le preguntaron qué iba a hacer con respeto a  ese abuso, Niní  solo dijo: “Eso, yo se lo dejo al señor”. 

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