sábado, 31 de marzo de 2018

CHÁCHARAS: PENDEJADAS QUE ME ARRUINAN LA VIDA

Henry Osvaldo Tejeda
No sé si a mis lectores les ha pasado o le sigue pasando, lo que a mí, en reiteradas ocasiones me sucede en el sentido de que cuando veo una persona o cualquier cosa, mi cerebro enseguida lo asocia con otra cosa o con un momento de mi vida, ya sea bueno o malo como por ejemplo, cuando escucho o leo el nombre del locutor macorisano de nombre Luis Manuel Aguiló. 

Mi cerebro no me presenta ni siquiera la imagen de su cara, sino, la de un azaroso colchón que me martilla y requete martilla en el juicio con las palabras Pillow Top, las que acompaña con el "predicado" "postopédico de la reina", y las repite tanto veces que a veces quisiera meterme dentro del radio o en la televisión, y lavarle la boca de la misma forma como lavan la ropa las haitianas en el río Masacre, es decir, a paletazos limpios, para ponerle la cara como una hojuela catibía.
Durante años, estuve sufriendo la vocecita ya molestosa, de Luis Manuel Pillow top (Perdón, quise decir Aguiló) martillando mi tutú (Léase, mi juicio) anunciando ese instrumento del hogar al que la gente le hace tanta falta en las noches para ponerse a fabricar macaquitos

Fue tanto lo que jodieron con ese anuncio que, cuando lo descontinuaron, ya hasta me hacía falta, y cada vez que  veía la carita de chele majao del tal Aguiló en la televisión, me llegaba de nuevo la imagen del  colchón, y me daban unos feos retortijones en el ministerio de los intestinos que me llevaban derechito a visitar al rubito del cuarto de baño..

Ese tipo, al parecer, ni siquiera respiraba entre las palabras, y ni siquiera se añugaba pero lo hacía con el fin de que las mismas fueran más incisivas y molestosas; las repetía una y otra vez como si él se estuviera "viniendo""Pillow Top esto, Pillow top aquello; postopédico de la mierda, y si no dice postopédico de la mierda, entonces no lo compre porque no es un colchón bueno para fabricar carajitos"....¡Qué joder, qué angustia, y cuántas ganas me daban de retorcerle el cocote a ese agui...jón.

Cuando retiraron el anuncio del aire, yo solo me recordaba de él cuando le veía la cara al locutor, y me hice la idea de que no escucharía más el fastidioso anuncio, pero ¡oh, sorpresa! Ahora volvieron  con esa pela en la radio, pero para mi consuelo, me he dado cuenta de que en realidad no me hacía falta el mefistofélico anuncio, sino que, solo quería tenerlo presente en mi mente porque sabía que en algún momento, mi cerebro me podría ordenar quemar la tienda que vende el azaroso colchón. 

https://iliocapozzi.blogspot.com/2018/03/chacharas-pendejadas-que-me-arruinan-la.htmlTuve muchos sueños locos con el locutor, y en todos, yo le  retorcía el cocote como a un pollo; eran sueños muy raros, pero me gustaban mucho porque eran mi única forma de vengarme de ese tipo y de la fábrica de los colchones. Eran bromas que el cerebro me jugaba, haciéndome soñar las cosas más inverosímiles, y hasta me hacía ponerle motes a la gente que él (Mi cerebro) cree que me arruina la vida. 

Una vez, al locutor de marras, lo llegué a llamar "Quijá de pupitre", y una vez hasta llegué a pensar que con la "quijá" de Aguiló, se podía rallar un aguacate. ¡Inventos de mi cerebro que, de esa forma, me ordenaba vengarme del afrentoso anuncio y su anunciador. Adoro a mi verde cerebro,

Comentario al cierre: Si alguna vez, el locutor Aguiló llega a leer esto lo coja por el lado amable, viéndolo como pura cháchara.

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