domingo, 29 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN LA ROMANA: EL POLICÍA Y LA MORENA

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
El colmado El Maestro, está situado en Cumayasa, una pequeña comunidad del Kilómetro 10 de la carretera La Romana San Pedro de Macorís, fue atracado por cuatro cacos que llegaron en dos motores, uno de ellos era una passola. La dueña del colmado, sabiendo lo que le esperaba si oponía resistencia a ser atracada, con toda su calma les dijo a los ladrones:
-Estoy tranquila, solo díganme lo que debo hacer pero no me disparen.
Los cacos, al ver que la doña les puso la cosa tan fácil, cogieron la venta del día además del dinero de la venta de una lotería famosa que opera en el lugar, y se largaron, no dieron ni las gracias, es más, sin más ni más doblaron una esquina y se dirigieron directamente hacia la carretera rumbo a La Romana. Luego de marcharse, la señora, a quien apodan La Morena, les cayó atrás en otro motor no para detenerlos, sino, para dar ir formar sobre el robo a la policía del lugar. Debo decir que, para salir de la comunidad de Cumayasa, los cacos, tenían necesariamente que pasar por el mismo frente del destacamento policial, cosa que hicieron con sólo dos o tres minutos de diferencia del momento en que Morena llegara al lugar con su querella.

Veamos la conversación entablada entre La Morena y el oficial del día, uno de esos clásicos policías rasos, a los que les da un pito todo cuanto pase a su alrededor y por lo que veremos, el pobre uniforme con carne y sueldo, no sabía ni expresarse bien:
_Mire agente, dice Morena, hace  apenas unos minutos que mi colmado fue atracado por cuatro ladrones que acaban de pasar por aquí.
_ ¿A qué hora fue eso doña? Dijo el agente
_ Hace sólo como tres o cuatro minutos; iban en dos motores y uno de ellos es una passola; van rumbo a La Romana.
_Ajá, ¿ Y cómo taban vestío? 
_ Uno tenía una franela roja, y otro un poloshirt azul, de los otros dos no recuerdo porque yo solo estaba atenta a los que estaban a mi lado.
_ ¿De qué tamaño son?
_ Bueno, digamos que dos de ellos son bajitos, y los otros dos de tamaño normal.
_ ¿A qué ute le llama bajito?
_ ¿De verdad usted quiere que le diga a lo que le llamo bajito?
_ Positivo, dijo el policía.
_ Bueno, yo no que bajitos,sino, más bien son enanos y mal parecidos así como usted.
El policía le viró los ojos, y continuó el interrogatorio.
_ Se fijó ute si alguno de ello tenía teni?
_ Sí, pero solo me fije en uno, que tenía unos tenis rojos

A la Morena ya se les estaba subiendo la sica al juicio por las pendejas  preguntas del policía.
El policía siguió:
_ Entonce, los otro no tenían teni, ¿Verdá?
_ No recuerdo si tenían o no tenis, no sé si tenían chancletas, lo único que sé es que me asaltaron. Dijo Morena, ya encabronada
_ Dígame algo, cuando ello la asaltaron, qué taba haciendo uté?
La morena no aguantó, y le dijo en forma airada:
_ Pero es el colmo, de los colmos. Está bien, mire, yo me estaba rascando la nalgas y echándome fresco aquí  en este pendejo de ñame que tengo aquí abajo. Dijo la morena, en una explosión de ira, agarrándose las entre piernas como si cogiera un puñado de arroz.
_ Señora, dijo el pedazo de policía entruñado. No relaje con la autoridad no se quiera hacé la chitosa conmigo si no quiere que la suelte en banda.

_ No, no relaje usted; su deber es ir detrás de esos ladrones que todavía están cerca de aquí, mientras usted pierde el tiempo haciéndome preguntas pendejas. ¡Vaya, cáiganle atrás ahora que hay tiempo y atrápelos! ¿Acaso no es para eso que ustedes tienen un vehículo? -Le dijo Morena, ya desacatá.
_ Si, tenemo un vehículo, pero no´ e pa´ andá detrá de lo ladrone como en la película. Ahora dígame uté eta  última pregunta: ¿De qué color eran los cuatro ladrone? ¿Eran blancos, prietos, de pelo malo o bueno?
_ Me cago en Ceuta, cojollo, dijo Morena, torciendo la boca y  echando chispas por  los ojos- ¿Y es  que usted piensa que yo tengo que ir detrás de ellos a preguntarles cómo se llaman, de dónde son y que dónde viven, preguntarles el número de sus cédulas, para que usted pueda ir detrás de ellos?
_ Bueno doña, eso ta feo, esa gente deben ta llegando a La Romana, eso ta ma'que jodón, lo siento, no podemo ayudarla por ahora, pero reportaremo la novedad, y le diremo luego en qué quedamo con esa vaina.
Morena, que ya no aguantaba más, le respondió:
_ Mire policía de la mierda, buen asqueroso del carajo, váyase al mismo Diablo, sin servir, chupa cheque, tumba tabique, coge fiao; nariz de pata culeca, quijá de pupitre, si usted no sirve para policía váyase al mismo demonio y renuncie cacho'e pendejo. Lo que yo creo es que usted es cómplice de esos ladrones.
El policía abrió los ojazos como dos bolas negras de billar, y sólo atinó a decir:
_ ¿Pe..pe. pero, que dice usted mujé del diablo? ¿Y´e que uté se ha vuelto loca, vieja rechoncha y azarosa? Vayase de ahí ante que la deje presa por indecente. Vaya  cojar una guaguita y ponga la querella en el cuartel de La Romana, porque aquí, ute se acaba de guayá. ¿Qué se ha creído uté conmigo, buena ponzoña?
Diciendo esto, le dio la espalda, cogió una escoba y se puso a barrer el cuartel. 

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