lunes, 9 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA; EL CHAVO Y LOS CAMPESINOS

Henry Osvaldo Tejeda Báez
En todos los pueblos del país, hay personajes pintorescos, y San José de Ocoa no es la excepción, allí tenemos una gran variedad esos personajes cada cual con sus propias características y  Chavo el borrachón fue uno de ellos. El nombre de Chavo era Rafael Francisco De los Santos Cordero. Se daba un "jumo" diario, y recuerdo que, como a las diez de la mañana después que terminaba de cuidar los gallos de la traba de Gior Mancebo, se le veía bajando por la Andrés Pimentel como a las 10:00 am, y ya como a las 5 o a las 6 de la tarde lo veíamos venir dando traspiés por la acera del frente del Hotel Marién hacia arriba. 

A veces, cuando aún no estaba del todo borracho sino, "achocao", se sentaba en un banco del parque a relajar con nosotros unos mozalbetes que  gozábamos un mundo con su aguardentosa y jocosa forma de hablar tan pausada y en tono bajo. Era muy raro ver a Chavo molesto, y solo había una forma de verlo con las orejas prendidas, y yo sabía cómo hacerlo, por lo que siempre buscaba la forma de ponerle el tema, que no era otro que el de los campesinos; Chavo odiaba a los campesinos.
El motivo del odio de Chavo hacia nuestro pobre hombre del campo, no era solo a los de las lomas de Ocoa sino, a los de  todo el país, era por motivos políticos porque Chavo, siendo un furibundo militante del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) era enemigo acérrimo del Partido Reformista y especialmente de Balaguer a quien no quería ver ni en los afiches. En fin, él odiaba todo lo que oliera a reformismo, porque según decía él, "Esos coloraos son unos hijo´e putas, unos ladrones"
VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA; EL CHAVO Y LOS CAMPESINOS

Chavo seguía muy de cerca las  elecciones generales porque según le óí decir, "En este trapo de país hay que fusilar casi un millón de reformistas, porque esos hijos de la gran puta son demasiado ladrones y malditos", pero en ese millón de posibles fusilados, Chavo no incluía a los campesinos, en el mismo castigo que quería para los funcionarios de todos los niveles porque para los del campo, él no quería la muerte; sino, otra cosa. 
Un día, sentado en uno de los dos bancos favoritos del grupito de cherchosos que nos sentábamos el bancos del parque que estaba frente al Hotel Marien, le pregunté a nuestro héroe de la historia:
_ Chavo, ¿cuál es el motivo por el que tú le tienes tanto odio a los campesinos? 
Banco del parque ocoeño, preferido por nuestro grupo para cherchar

_ Osvaldo, ya vienes tú con la misma vaina de siempre, ya toy jarto de decírtelo -Fue su respuesta-
_Chavo, le dije, lo único que tú me has dicho es que le tienes odio, pero nunca pasas de ahí, nunca me dices el por qué.
_ Mira, te lo voy a decir, pero después que te lo diga no quiero que me sigas jodiendo más con esos malditos azarosos que ya debieran morirse "toítos", porque esos son los que nos tienen jodíos. (Este coloquio se dio, unos meses despúes de haber pasado las elecciones presidenciales del 1974, "ganadas" por el  Partido Reformista.

Chavo se acostaba temprano, porque iniciaba la bebida también muy temprano, el jumo le duraba todo el día y ya para las siete o las ocho de la noche, él ya  no podía ni con su existencia por el jumo que llevaba encima. En el momento en que él hablaba conmigo, eran casi las siete de la noche, y estaba loco por irse a su casa; se le notaba cansado y hablaba con la cabeza doblada hacia abajo. A veces, balbuceaba algo ininteligible pero reaccionaba de repente, al parecer, por la necesidad de tomarse un trago, entonces, sacaba una chata de ron Palo Viejo  de Bermúdez del bolsillo, para tirarse un petacazo, luego me dijo:
_ Mira, como ya me voy pa´mi casa, te voy a decir la vaina esa pa´que no me jodas más. Mira obejo (El obejo era yo) ya van tres elecciones en las que, como a esta  misma hora, me fui pa´mi casa a dormir y  las tres veces dejé al PRD ganando las elecciones por tantos votos que se podía hacer gárgaras con ellos de tantos que eran, pero cuando me levantaba al otro día me daba con la maldita noticia de que to´a las veces era Balaguer el que había ganado.

Chavo hizo una pausa, sacó la chata de Palo Viejo, se jondió otro fuetazo y siguió diciendo:
_ Yo vivo encojonao, ¿tú sabes lo que es, que, yo me acueste pensando en que al otro día voy a darme otro jumo para celebrar el triunfo del PRD, y que cuando me levanto me vengan con esa vaina de que Balaguer ganó otra vez? Eso me sube la sica a la cabeza.

_ Pero Chavo, yo no veo el por qué tu tengas que estar encojonado  con los campesinos; ¿qué tiene que ver lo que dices con lo que te estoy preguntando? -Le dije-
_ ¿Cómo que cuál es mi encojonamiento? Cuando me decían que ganó Balaguer yo decía que eso no podía ser verdad, porque todas esas veces la noche anterior yo dejé siempre al PRD ganando.
Pero cada vez que pregunté por lo que pasó eso, siempre me dijeron lo mismo; que los datos que yo tenía en la noche eran los primeros votos que llegaban a la capital, y que para la hora en la que yo me acostaba todavía no habían contado los votos de esos malditos y azarosos campesinos y cuando los contaban, siempre salíamos jodíos, porque esos muertos de la "jambre" votaban colorao.

_ Chavo, le dije,  pero es que la gente del campo es muy bruta y Balaguer los tenía engañados. Por último, dime por qué tú quieres matar a los campesinos?
_ Yo no dije que los quería matar, yo solo quiero pa´esos malditos que, cuando estén más contentos cuando está nublado y que saben que va a llover, la lluvia que les caiga sea de candela, con tizones prendíos a ver dónde se van a meter esos perros. 
Diciendo esto, Chavo, se paró no sin antes jondearse otro petacazo de romo yéndose calle arriba con la cabeza baja y dando traspiés.

Nota al márgen: Julio Alberto Santana, mejor conocido como Cacao, me dijo la frase más más jocosa, salida de la boca de Chavo; *Yo no cambio un ladrón del pueblo por veinte abogados del campo*

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