domingo, 15 de septiembre de 2019

VIVENCIAS EN LA ROMANA; DE PLAGAS Y DE AMORES GATUNOS

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
La Romana no sale de una plaga, cuando no es una plaga de mosquitos, es una de ratones, de  motoconchos, de vendedores ambulantes (ahora hay más de plataneros), de guagüeros de Los Mulos, de los evangélicos y su bulla en la vía pública, de programas de televisión malísimos, de locutores mamiteros, de esos que dicen: "Hola Mami, como te va mami. Dime mami qué estas cocinando; mami, dime mami,  ¿está ahí tu marío, mami?". 
Hay plaga de tigueritos ensuciando vidrios en las esquinas, plaga de  políticos sinvergüenzas, plaga de "Dame lo mío" y otra plaga que estaban de moda, los comunicadores limpia sacos y lame medias que no salen de las oficinas de los políticos y hasta plagas de funcionarios corruptos. Y así, entre otras plaguitas mas, nos pasamos la vida.
Mi gato
Yo tenía un gato, disque para controlar un poco las ratas, porque en el  patio de mi casa hay unos toletes de ratones que, si uno no sabe diferenciar bien un animal de otro, puede confundir un ratón de esos con un conejo, con un curio, o con puerquitos recién nacidos. Estos puercos ratones, se pasean por el patio como un paisano por el el malecón. Por eso, no era raro ver al gato entrar en la casa a velocidad supersónica, pero no era persiguiendo ratones, sino que, le estaba huyendo a un lembo de ratón. (En Ocoa la gente usaba la palabra Lembo, para describir algo más grande de la cuenta; ¿..?)
Cuando el gato llegaba a una habitación, tiraba un brinco desde la puerta y caía encima de una cama, y para apearlo de ahí era la del Diablo, se ponía tembloroso y hasta sudando, no, no se rían, que la cosa era seria, ese gato sudaba. Una vez traté de apearlo a las malas de la cama y me fajó como si yo fuera su enemigo, entonces yo me encabroné y hasta le hablé como si él fuera una gente; le dije: ¡Mira, gato de la mierda, esa guapeza y esa furia que tienes conmigo, por qué no la usas con esos ratones, cacho´ e pendejo? Como sabe que le haré nada, las coge conmigo.
Ese gato del carajo tenía amores con una gata vecina, y a veces, hasta se mudaba con ella por varios días por lo que supuse que mi vecina,  le había consentido los amores hasta que con el tiempo, se fue alejando y ya no acudía a sus citas con la gata, pero no era que se le había gastado el amor, sino, por los ratonazos que había en el patio. Para ir a visitar y a chocar los carritos con la gata, mi pobre gato tenía que pasar atravear el patio cerca de las cuevas multifamiliares de los ratones y me lo tenían al garete, y creo que el "Don" de los ratones (Así como los mafiosos, también los gatos tienen su Don. 

¿No han visto a Don Gato en la tele?  Pero de mi  gato ya no solo era porque temía las golpizas de los ratones, ahora surgió otro más feo, y fue que el Don de los gatos, se enamoró de la gata, la novia de mi gato, por lo que tuvo que abandonar los amores. Se le notaba amargado, y cada cucaracha que le pasaba por el lado, la aplastaba con rabia, tampoco quería comer.
Ya no se escuchaban sus ronroneantes conversaciones de madrugada con la gata, tampoco los escándalos de la gata cuando, bueno el gato le tenía.....Bueno, eso mismo que piensa usted ahora mismo. El que se ría de lo que he dicho, es porque no ha oído dos gatos enamorados a altas horas de la noche, y más aún, cuando a la gata le estaba gustando el choque de los carritos, y se le oía clarito cuando decía: "Guaaaaiiiii mi maiiiii, pero que bueno ta´etoooo!! 
Otras veces, cuando estaban en esos menesteres, se les aparecían  varios gatos de la pandilla del Don a joderles la paciencia y no dejaban que mi Romeo gato le pelara el guineo  a la Julieta gata, por lo que tenían que irse huyendo por los techos, pero siempre con esa jauría de gatos detrás. 
Es que le tenían un acoso sin piedad porque el Don Gato, el jefe de los gatos del barrio, pretendía que la novia de mi gato fuera su "querida"; él tenía un harén de gatas, pero le cogió con la novia de mi gato, al parecer, porque eella era muy seria y no era una gata "grillo" como esas gatas avionetas del barrio que se arrastra con cualquier mugroso gato en cualquier callejón, no señor, esa gata era muy seria.
Un día, llegó mi gato con sangre en la cara, me puse en pié de guerra y salí a indagar quién le había dado esa paliza, fui casa por casa del vecindario, y uno de los vecinos me dijo: "Ah, pero, y es suyo el gato que se jartó cuatro de mis pollitos recién nacidos, ¿Eeeh?". Para no  cansar con el cuento, tuve que pagarle los pollitos a ese hombre que medía más de seis pies de altura y con unos molleros como los de Popeye antes de que nos matara, al gato y a mí. A los tres días, el vecino volvió y tuve que pagarle además,  los tres pollitos restantes del parto de la gallina, porque según él me dijo, mi gato dejó a los demás pollitos sin hermanos. ¡Vaya usted a ver! Tantos líos dizque por un jodío gato enamorado y ladrón.

Hace varios días que no veo al gato, pero ayer, supe que hace como una semana, en el vecindario hicieron una fiesta donde bailaron bachatas, bebieron romo y comieron (¡Qué pena!), se comieron un gato.


No hay comentarios:

Publicar un comentario