Introducción necesaria.
"Detrás de cada mujer mandona, hay un hombre
mamita".
Es la frase de un amigo de infancia que no transige con su
autoridad en el hogar. Los tiempos han cambiado y ya vemos cómo han avanzado
las mujeres. Las hay que les sobra el valor para hacer cosas que un hombre
mamita no haría. Hace días leí que, una
mujer de 80 años, se hizo cargo de los controles de una avioneta en la
que viajaba con su esposo; un piloto de 81 años que se desmayó pleno vuelo
muriendo poco después.
La mujer aterrizó de emergencia con la ayuda de un piloto
que fue enviado en otro avión, para ayudarla a controlar la nave a través de la
radio.
La doñita se fue a un rancho de alquiler de animales en
pleno campo y rentó un burro, los dueños le dijeron que los burros son muy
mañosos por lo que debía ser cuidadosa.
La doña se montó en el burro y emprendió la carrera. El burro resultó muy lento
por lo que volvió donde el dueño, para que le buscara otro burro que corriera
más.
Así lo hizo el dueño, y la doña salió a una velocidad que la
hizo sentirse bien. Cuando tenía un par de kilómetros recorridos, al burro se
le metió una un guiruigui raro y cogió demasiada brisa; parece que se le montó
el Overdrive solo y se mandó en una carrera como "alma que lleva el
Diablo".
Pasó un buen rato "en bola de humo" metiéndose por
todos los matorrales, matojos, barrancas, brincaba zanjas, sotos, se subió por
una jarda empinada, luego bajó de nuevo, y andaba vuelto loco salvando todo tipo de obstáculos que hallaba en el
camino; el burro estaba de remate.
La mujer encima del burro, ya toda desgreñada y desesperada,
pudo sacar su celular y con mucha dificultad, mientras el burro tiraba
"Volíos" pudo llamar al dueño del burro. En Ocoa, tirar brincos, es
lo mismo que tirar "bolíos". No sé de dónde sacamos en Ocoa tantas
palabras raras.
-¡Aquí base de burros, diga usted!
-Soy la mujer que le alquiló el burro, y le llamo porque
tengo un problemita.
-Si señora, ya nos dimos cuenta por el GPS que tiene ese
burro instalado, díganos exactamente, qué es lo que está sucediendo.
-Este burro se ha vuelto loco, parece que ha perdido la
cabeza, va corriendo como a 80 kilómetros por hora y rebuzna muy raro; también
se va tirando unos gases que suenan como si la guerrilla nos estuviera
bombardeando; estoy desesperada, ¡dígame qué hacer!
-Señora, ¿qué le ha hecho usted al burro? ¿Le dio usted
algún golpe en la cabeza; le dijo alguna mala palabra, o le mentó la mai?
-¡Nooo, imposible, qué va a ser hombre! Todo iba bien hasta
que vio un bulto a lo lejos.
-Dígame señora, ¿qué clase de bulto le pareció a usted
que vio?
-No, no sé, con todos estos brincos, qué carajo voy a poder
ver nada, sólo dígame usted cómo puedo aterrizar porque ya este burro no está pegado del suelo, creo que estoy en aire y pareciera que estoy subida en
un camión volqueta de esos que cargan arena.
-Espere un momento, sólo trate de mantenerse encima del
animal.
_ Está bien, voy a tratar, pero ándese rápido porque ahora
este burro infernal comenzó a ladrar como un perro, y hace rato estaba bramando como un
toro. ¡Santísimo!, no sé qué clase de animal es este; estoy aterrada, nunca había escuchado a un burro que habla.
El hombre se va a los establos en busca del gerente de burros de alquiler y le pregunta:
-Oye Luis, ¿cuál fue el burro que le alquilaste a la señora
que salió hace poco de aquí?
-Bueno patrón, cuando me trajeron ese burro de San José
de Ocoa, sólo me dijeron que era hijo dizque de un burro famoso cuyo dueño se llamaba Cuico, y que el papá del burro hacía cosas muy raras,
incluso, hay gente que llegó a decir que lo oyeron hablando, pero solo estaba enamodo. Dizque no hubo burra en ocoa a la que él ha haya pasado por las armas, por eso es que ha dejado un reguero de burros en toda la comarca. En ese pueblecito es que más vainas raras se ven, es lo único que le puedo decir.
Del burro en el que anda la señora, me dijeron que corre como ambulancia, pero que se volvía medio loco cuando se ponía recho, y que se le metía vicio tan grande que, si no "se despachaba" era capaz de cualquier cosa. Yo no lo di mucha importancia a eso; pero dígame patrón, ¿qué está pasando con ese animal y la señora?
-Señora, ¿Está usted todavía encima del burro?
-Sí, pero ahora estoy más alto, y aunque ha disminuido la
velocidad, parece como que el burro creció, y he tenido que agarrarme del
cocote del animal para no caerme; me parece que este animal se ha parado en dos
patas, no sé. _Exclamó la angustiada señora-
El gerente lo comprendió todo en un segundo, y solo atinó a
decirle a la doña:
-Señora, no se preocupe, ya está usted a salvo, ya no tiene
nada que temer, sólo tiene que mantenerse encima del animal por unos minutos
más y cuando usted oiga que empezó a rebuznar, sólo tiene que desmontarse con
calma y esperarnos ahí, porque ya habrá
pasado todo; solo mantenga la calma. -dijo el gerente, y colgó-
La señora siguió las instrucciones, vio cuando el burro
enderezó, es decir, se puso horizontal con respecto al suelo, y tal como se lo
había dicho el dueño del burro, el animal
empezó a rebuznar. Era una especie de canción lo que entonaba el burro
con su rebuznar, y se le notaba medio sonriente, entonces, la doñita aprovechó
esa pausa y se desmontó. Ya sentada en una piedra, pudo ver que al lado del
burro había una gran burra prieta que mascaba algo con cierto dejo de
satisfacción.
En eso, el burro volvió a rebuznar, se echó en la tierra y
empezó a revolcarse mientras seguía
entonando su rebuzne de satisfacción. ¡Supongo que se estaba riendo en su idioma! Esa es la
estirpe del famoso burro de Cuico.
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