martes, 14 de marzo de 2017

VIVENCIAS EN LA ROMANA: LA AVIONETA LOCA

Por Henry Osvaldo Tejeda 

Algo risible pasó en La Romana, como a las once de la noche hace ya un par de años cuando fui testigo ocular del sobrevuelo de una de esas avionetas que vienen cargadas de drogas para bombardearlas en un sitio convenido con los contactos a las que estos esperan en tierra.

Las autoridades solo incautan la droga, cuando los narcotraficantes la abandonan por no darles tiempo a descargarla o por cualquier otro motivo. Entonces llega la policía antidrogas y se la lleva, pero en el trayecto del lugar del hecho hasta el cuartel de la institución se pierde tres cuartas partes del alijo, y si hay dinero, se arme el reparto; nunca llega a su destino, es decir, al cuartel.

Me trepé a la azotea de mi "tipí" -Léase mi casa) vía mi mata de Mamón . (Tipí, se le llamaba a la choza que habitaban los indios norteamericanos), con la esperanza de que el piloto de la avioneta se equivocara y arrojara un par de esos paquetes harinosos en mi patio. Si me caían en la cabeza, yo estaba dispuesto a aguantar el golpe, pensando en que estaría "Achocao, pero rico". 

Si esto hubiera sucedido, y esos paquetes me hubieran acertado en la mera frente, aunque me hubiera dolido bien valía la pena, ya que me habrían hecho bajar del techo de la casa con un buen chichón, pero rico "en especie", y lo único que tenía que hacer era buscar una cuchara con sal, aceite y un chele de cobre como hacía mi mamá para bajarme los chichones, y me lo hubiera puesto en la protuberante que me habrían dejado esos paquetes de ese tipo de "harina".


Me hubiera hecho millonario en un santiamén, aunque con un chichón "curable antes de los dos días, según el médico actuante en el caso". (Este cliché no pasa de moda)
Esa noche, en el sector de La Romana donde vivo, no durmió nadie, todos estábamos atentos a lo que pasaría con esa avioneta que daba vueltas y vuelta como loca sobre nuestro sector girando varias veces en redondo, mientras un helicóptero de la DINAPOLADRO (Dirección Nacional de Policías Ladrones de Droga) corrían detrás de ella por tierra, como tiburones hambrientos detrás a un cardumen de peces.


Mientras eso sucedía en las alturas, abajo, en la misma calle donde yo vivo, habían tres patrullas motorizadas que corrían como si estuvieran en una competencia de "Rápidos y furiosos", con dos tiburones.....perdón, quise decir dos agentes por cada motor.

Esos pendejos agentes, daban en la calle las mismas vueltas que daba la avioneta en el aire, y a veces, se encontraban las patrullas de frente casi chocando, más perdidos que el gobierno con el asunto ese de querer tapar el escándalo de Odebrecht, los sobornos, y la campaña aquella..

Los chistoso del asunto es que, detrás de cada patrulla motorizada, iba una recua de por lo menos, siete motoconchistas con una algarabía tal que enardecía, y ponía más locos a los agentes; un motorista iban voceando: "El avión, ahí va el avión, va pa'rriba el avión" (me recordaron la serie de televisión La Isla de la Fantasía y al enano Tatú). Pero otro motoconchista lo corregía gritándole:

_No es así, animal del monte, ¿acaso no ves que e'pa'bajo que va? ¡Ah, sí, sí, tienes razón!, decía el primero, y seguía vocenado:

_ "El avión, llegó el avión, e'pa bajo que va". Mierda, pero qué tremendo show!
Y así, calle arriba y calle abajo se pasaron los agentes más de veinte minutos, igualmente los patrulleros sin sueldos, es decir, la motoconchistas.
Yo seguí en la azotea hasta que la avioneta dio la última vuelta y se largó; bajé de la casa entre "encojonao", triste, y sumido en la desesperanza ya que me vi a una mano de pintura de ser rico. Todavía estaba en el tronco de la mata de Mamón cuando decidí dar una vueltecita por el patio a ver si, por el ruido de la avioneta, no me había percatado del sonido de algún paquete de esos al caer.

Estaba tan ansioso en mi búsqueda que, hasta le abrí la boca a Mancha la perra de la casa, (Mi perra cantaba mejor que Omega), a ver si se la había comido. Pobre animal, hasta la ofendía hablándole mal, pues le dije con voz áspera y grosera:
_ ¡Mancha, abre la boca! Y al ver que no la abría, le dije:
_ Mancha, por favor, di gofio, perrita linda!
Que va, la perra me miró de una forma rara como quién dice:
_ ¿Y qué carajo le habrá dado a este hombre hoy? ¿Qué diablos es eso dizque gofio? 


Todos sabemos lo que pasa si uno come gofio o algún tipo de harina y luego dice: ¡Gofiooooo!. Un disparate mío, quién ha visto a un perro hablando?
Después de esa experiencia, pensé en que la policía, debería agenciarse con el gobierno, que este le mande a fabricar a Rusia, China, o dónde Diablos sea, un motor híbrido que sirva para perseguir ese tipo de nave, es decir, construir un motor-avioneta que en un momento dado, pueda alzar el vuelo.


Podría ser también, un caballo con alas al estilo Pegaso. eso no puede salir más caro que los Tucanos de los sobornos que se dieron para conseguir el contrato de esos aviones, en uno de los gobiernos de lo que yo he llamado, "Los ocho años perdidos de la Era del Estiércol 2008-2012..

No sé si estaré soñando, pero, como en estos tiempos se inventan tantas vainas, por qué no inventar un motor con atributos de chichigua (Papalote). ¿Quién sabe?, todo es posible.

En este país todo es posible, acaso no se inventaron cogerle un préstamo de 130 millones a financiera llamada Sund Land sin que el congreso se diera cuenta?, y lo peor de todo es que se robaron el dinero?

Esa avioneta desveló al barrio entero, yo me consolé pensando que también pude haber ido preso por poseer esa harina rara y ajena.

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