Asdrovel Tejeda Autor |
Por Asdrovel Tejeda
Venía muy triste, todo vestido de negro,
negro noche de tormentas sin
luna. Se tiró al lado mío en
la acera y como yo, se recostó en la pared mientras miraba a ningún lado con sus grandes ojos acuosos.
De repente, mientras yo me sostenía el costado derecho, giró
su cara dentro de su bala clava para mirarme detenidamente, su mirada de pozo
sin fondo me produjo un escalofrío que subiéndome por la espalda, se desparramó
en cada partícula de mi piel con la fuerza de una descarga de las neuronas de
mis miedos.
No dejaba de mirarme fijamente con profunda tristeza.
Parecía estar valorándome; de pronto, con una voz reverberante como un eco pregunto:
_ ¿la
quieres?
Y yo, subido en la cresta de una ola de dolor,
agónico, en la puerta de entrada al reino de la nada, le dije:
_Sí, la quiero tanto como la vida”, entonces,
parándose repentinamente, me dijo:
_ Vine a buscarte, pero te dejo un tiempo
más para que aprendas muriendo un poco cada día, que la muerte no es el final
de la vida ni del amor, apenas, el comienzo!!!!
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