miércoles, 3 de agosto de 2016

Vivencias en Ocoa Regú el zapatero

Por: Henry Osvaldo Tejeda
En este bello paisito, al que tan despectivamente le llaman los gringos como“bananero” (igualmente lo hacían con los demás países de  America Latina), aquí  donde vivo, bueno, creo yo que estoy viviendo, me han dicho que hay varias formas de morir por lo que yo viviendo, puede ser que  me este muriendo y hasta me lo estoy creyendo porque al ritmo que voy..

Pues bien, aquí vivo, en un país donde dos personas se  matan por un “camioncito”. (Lease, un plátano con cuatro rueditas de salami), donde un hombre mató un perro por que el pobre animalito le robó un trozo de un  “jociquito” de puerco frito. “Pobre perro”, diría un hombre de pueblo, “Lo mató La Jambre

Sigo divagando, si señor, y reitero que  vivo en este trozo de isla, al que se han empeñado  en llamarle país, los “Tutumpotes” que tienen carrazos “Cocote Largo” (al estilo Bosch) yo sigo diciendo que es un Paraje de América Latina, y que es un país tan extenso que cualquier tribu africana que les guste comer tierra, se lo come en una semana sin siquiera eructar. 

País este, donde hubo un gobierno, en el cual un furgón de piña costaba lo mismo que un porta-avión, solo tenías que beberte un cafecito con un general  que era el que generaba y coordinaba. y “Adiós lombrices, adiós”

Tenemos que pagar un préstamo (Sund Land) del que dicen los que lo “tomaron”, que eso no es un préstamo, quieren confundir al pueblo al decir que es un préstamo, pero que no es un préstamo, y puede que sí sea un préstamo, bueno, como sea, préstamo o no lo tenemos en las costillas, y los cuartos deben estar bien guardaditos dentro de la boca del  Caimán de una isla allá en el extranjero.. 

Este es el terruño que más aman los  presidentes, ahí tenemos el ejemplo de uno que le dicen El León, que adora tanto a esta pendejá llamada país, la ama tanto que siendo presidente nos visita con mucha frecuencia. 

Con esto quiero decir que se las pasa encima de un avión de nube en nube, de vino en vino, de caviar en caviar y de cumbre en cumbre, pero no visita La Cumbre (el pobladito cibaeño) a ver si la gente se está muriendo de hambre o de otra cosa. 

Aquí se le pone mote a las personas sin permiso del moteado, no es raro escuchar a alguien decirle cuervo a un abogado, para mi, tal comparación es un insulto a esos pobrecitos e indefensos cuervos.

 Aquí tomamos cosas prestadas sin el menor rubor, como hizo un señor de un campo de Ocoa, que le pidió prestado un pantaloncillo a un vecino dizque para “bajar al pueblo”, y al no sabérselo poner porque nunca había usado uno, le voceó desde una lomita

¡¡Vecinooooo, y cómo es que se pone esta vaina?, a lo que el dueño del pantaloncillo le contestó: ¡Con lo cagao pa’tráaaaaa!!!! Son estampas de mi pueblo, son hermosas y jocosas vivencias de nuestro batatal con luz, también llamado  país.

Voy a tener que dejar las cosas aquí, porque se me ha olvidado el tema del que quería hablar, me entusiasmé demasiado y ya ven lo lejos que me he ido, pero antes, quiero decirle algo de Regú, un zapatero de San Jose Ocoa  (mi pueblo), al que le gustaban mucho los gallos, no para comérselos, sino, para apostar a las peleas en las galleras, un abuso al que quieren llamarle deporte. ¿Ver dos gallos matándose es un deporte).  ¡Sádismo, eso es lo que es!

Me cuentan que, nuestro héroe fue a Las Charcas de Azua a una jugada de gallos que había en esa comarca, y aún sabiendo que tenía diarrea que lo mantenía de la bacinilla al catre, no le paró bolas a eso y se fue a jugar gallos.

He aquí el  bullicio de la gallera ¡Voy al pinto!, ¡Ese maldito gallo es una mona!, ¡¡Tírale Canelo!.  Pero animal del diablo, te vas a dejar matar?, párate y pelea hijo’e puta. ¡Doy mil a cien!!!!!!!, ¡pago! dice otro!. 

 Y así, transcurre la tarde y en medio de la barahunda, sale Regú como alma que lleva el diablo hacia un montecito, se bajó los pantalones y,  ¡¡¡¡chuaaaffffff!!!!, largó una plasta de mierda que roció a todas las arañas cacatas, lagartijas, tábanos, rolones y cucarachas que pululaban por el lugar, hasta las guasábaras se metieron en miedo.

 Nuestro héroe se retuerce como una culebra, porque parece que el Colon (fíjese bien, dije Colon, no Colón, pa’no azararme la vida) le tiene metida "La Polémica" de Jack Veneno, o le esta jugando una mala pasada de esas que te dan la sensación de que no vas a terminar nunca de pujar y de zafarte de la sica, y nada, el hombre llegó a feliz término y se dispuso a limpiarse, pero -“Ay, cojollo, y ahora? -Se dijo Regú- no traje papel higiénico pero no importa porque ya es casi de noche y nadie me esta viendo.

Regú “relojeó’ su entorno hasta que avistó  un palo  medio curvo y ahí mismo se montó cual vaquero del Oeste Norteamericano pasando de “atrás’palante” primero, y luego de “alante pa’trás”, haciendo uno que otro giro para no embarrarse de su misma George Bush, perdón, quise decir mierda, perdonen ombe, se me fue el hilo. ¿En qué carajo estaré pensando? ¿En Gringos? Pero si es de Regú, gallos y diarrea que estoy hablando! Me pasé!

Para no cansarles con el cuento les diré que Regú, se limpió con algo que en ese campo le llaman “Palo Bellaco”.  Esa noche, nuestro héroe no durmió de tanto “jurungarse” la “puerta’e campo” (lease, el trasero).
Pero lo peor fue el domingo, ya que esa región del cuerpo parece que la habían maquillado con  pasta de tomate, entonces se le ocurrió a Regú comprar un block de hielo, se lo llevó a su casa, y así mismo como le hacen los que venden Frío Frío al hielo con un guayador, así le hizo Regú al block de hielo, solo que nuestro héroe lo hacía con las nalgas y ya entrada la noche, el block de hielo parecía un aparejo de mulo, o un jamón serrano en sus últimas.

Nota al margen: 
Desde que la familia sepa que saqué esta historia a la luz pública, tengo que avisarle a mi familia que vayan comprando el café y las galletitas, porque soy hombre muerto.


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