martes, 15 de junio de 2010

Anécdota: "Dos amigos en Barahona"


Por Henry Osvaldo Tejeda

Se decidió en la empresa que mi jefe inmediato y yo, nos trasladaramos hacia el Sur a hacer contactos con comerciantes esa región, para venderle nuestros productos. Primero visitamos San Juan de la Maguana y en la "tardecita", regresamos hasta el Kilómetro 15 de Azua, para de ahí virar, y tomar la carretera rumbo a Barahona.

Llegamos a esa ciudad, y nos hospedamos en un hotel donde cenamos y nos acostamos, primero trazando el plan de trabajo del día siguiente, que consistía en visitar los comerciantes mayoristas y supermercados de la ciudad.

Ya a las 7 de la mañana estábamos en pie, nos desayunamos y salimos a hacer el trabajo. Visitamos casi todos los comerciantes que teniamos previsto, y solo nos faltaron dos por visitar porque ya eran las 12:00,
decidimos dejarlos para después de comida.

Almorzamos en un comedor fuera del hotel y para dar tiempo a que dieran las 2 de la tarde, cuando saldríamos a completar la ruta, fuimos al hotel, pagamos y cuando dieron las 2, visitamos los negocios que nos faltaban. Siendo las 3:30 de la tarde, tomamos carretera de regreso a La Romana.

No habíamos salido bien de Barahona, cuando mi amigo paró la Jipeta en la orilla de la carretera, frente a un bayahondal, tomó su escopeta (cartuchera) y, al apearse me dijo: -Yo no me puedo salir de Barahona sin dejar mi sello, si no lo hago, es como si nunca hubiera estado aquí.

Como sé que a mi amigo le gusta la caza, me dije: "Eso será detrás de alguna palometa o algún rolón que vió. Es un enfermo con esa vaina de andar cazando.

Mi amigo se internó dentro del campo de Bayahondas y al pasar unos 15 minutos, ya yo estaba desesperado, sentado como un huso sobre una piedra a la orilla de la carretera, entonces le voceé:

_¿Pero hermano, y es que usted no sabe que son casi las 4 de la tarde y no hemos recorrido ni 5 kilómetros? ¡Nos van a dar las 12 de la noche en la carretera!
De lo lejos me llega la voz de él: _No me jodas tu ombe, tu no sabes lo que es vivir la vida. Ven a ver esto pa'que goces.

Al ver la insistencia de mi amigo fuí a ver, y cuando llegué lo vi con los pantalones bajados hasta las rodillas y desde que me vió me dijo:
-Mira esa vaina, si yo anduviera con una cinta métrica lo midiera pa'enviarlo a los Record Guinnes.
¡Mierda, coño, esto es un record!. -exclamaba admirado-
Cuando ví lo que me señalaba, tuve que reirme. Cuando me vio reir me preguntó:

¿Cuándo en tu puta vida, habías visto un mojón de ese tamaño?

-Mire hermano Henry. -me dijo- desde que comenzó a salir ese cacho'e mamerro, yo creí que taba pariendo un muchacho macho, por eso fué que mientras lo iba pujando e iba saliendo, yo iba dando pasitos en cuclillas (como los luchadores de Sumo) pa'que no se rompiera y mira el tamaño chorizo me salió.

Yo yo no tenía tripas de reirme. Pero él seguía con su admiración. ¡Y mira lo bonito que quedó la terminación, hasta con tó y su moño!

Pero las cosas no quedaron ahí, y si mi amigo no hubiera sido a una persona que hubiera tenido tantas vivencias campesinas, las cosas se le hubieran puesto feas a la hora de limpiarse las nalgas, porque no había papel sanitario.

Cualquier jevito citadino, las hubiera pasado mal en una situación como esa y lo mas seguro que hubiera hecho sería, quitarse los calzoncillos, limpiarse las nalgas con ellos y botarlo. Pero mi amigo era mas práctico, vean lo que hizo.

Colocó las dos mitades de las nalgas en un palo seco inclinado y se deslizó, primero hacia arriba y luego hacia abajo, como quien estuviera guayando un Frío Frío (pero con las nalgas).

Era lo mismo que hacíamos mis amigos de infancia y yo, en los montes de San José de Ocoa, y hasta haciamos competencia a ver quién largaba uno mas largo.

Pero mi amigo, sintió que había que librarse de unas cuantas boronas que quedaban pegadas del fullín, y se buscó un par de hojas anchas que luego se paso por la ranura de la puerta de campo, léase, las nalgas, quedando el problema resuelto.

Cuando terminó me dijo: -¿Tu ves ese mamerro que largué ahí? Bueno,ese es mi sello, ahora sí puedo decir que estuve en Barahona. Esto si es vida hermano Henry.

Ya de regreso a la Jipeta, abrió un Soda Enriquillo y se lavó las manos, se las secó y se montó diciendo: -Hermano Henry. ¡Pa'La Romana que el sol cambea" (lo dijo parafraseando un campesino cibaeño).

Solo atiné a decirle, coño Manny, pero usted es un hombre apretao, ud la jode hermano!
Mi amigo, que no era otro que Manuel Trinidad, cariñosamente Manny (Manny Richiez, o Manny Trinidad, como algunos le llamaban, sonrió y aceleró.

¿Quién era El Manny?

Manuel Trinidad (Manny), fue un famoso personaje de los mas pintorescos de la Provincia de La Romana, gran periodista, buen locutor y una de las personas con menos inhibiciones que he conocido. Procreó una linda familia, con la cual me unen estrechos lazos de amistad. sus jocosidades lo hicieron famoso. Buen amigo y mejor padre. Hombre recto y de vertical accionar.

El que no tuvo la suerte de compartir aunque sea "una fria" con EL Manny, no sabe lo que se perdió, porque detrás de esa "fría", venía un ensarte de cuentos y anécdotas que le daban el sazón a la velada. Yo tuve esa suerte muuuchas veces.

El Manny, laboró por mucho tiempo en el Dpto de Relaciones Públicas del Central Romana; ejecutivo de Agrocarne (Campofrío). Era de estos tipos que para todo tenían una respuesta, fruto de las tantas vivencias que arrastraba a cuestas.

Quiero agregar que, esta original anécdota, ha sido publicada con la anuencia de la familia Trinidad Brea, principalmente por mi amigo (hijo del Manny) Edwin Trinidad, quien, junto a su amigo Wellington del Rosario, conducen el programa Cónclave Radio, que se transmite por Tiempo FM desde las 5 de la tarde, a 7 de la noche.

Mientras estoy escribiendo esto, El Manny, donde quiera que esté debe estar cagándose, pero esta vez, de la risa.

¡¡PAZ A SUS RESTOS!!