jueves, 21 de junio de 2012

CHÁCHARAS: "BUENOS SENTIMIENTOS DE UN SER HUMANO HACIA LOS CHIVOS"

Por Henry Osvaldo Tejeda

Un carnicero le propuso a un criador de chivos, comprarle todos los de que tuviera en su criadero.

Le dijo el precio a cómo se los compraría pero con la condición de que se los entregara muertos y pelados, porque le habían hecho varios pedidos urgentes y no tenía tiempo para matar tantos animales y además, pelarlos.

_Yo tengo 100 chivos -dijo el hombre- pero. ¡Por Dios! yo nunca he matado tantos chivos juntos, eso me da pena, se me sale el corazón de pensar en una masacre de chivos así. Si mato todos esos chivos juntos me convierto en un asesino. No, no, eso no puede ser prefiero ni venderlos.

-Si cometo un crimen así, la gente me compararía con Adolfo Hitler y sus matanzas de judíos. Sé que me está proponiendo un buen negocio pero, carajo amigo, soy cristiano sobre todas las cosas y me duele mucho el dolor ajeno. ¡Ay, Dios Mio, esos pobrecitos chivos!

Así hablaba el criador de chivos, preocupado por lo que pasaría luego con su conciencia si mataba todos esos chivos juntos. Así siguió:
_Pienso que usted  cree que lo que yo tengo en mi casa es un campo de concentración de chivos, donde los matamos al por mayor, o que tenemos una cámara de gas donde los envenenamos con humo. ¡Por Dios, hombre, vamos a ser un poco más humanos!

-_Si ustedes quiere -siguió el hombre-  yo puedo matarle cinco o seis animales es más, puedo llegar a sacrificar hasta a siete pero por favor, no me pida usted que asesine a 100 chivos así por así. ¡Coooooño, sería el holocausto de los chivos!

EL criador de chivos, convirtió la conversación en un monólogo; ya ni le hablaba al comprador, tenía un pleito en su cabeza, su conciencia versus el dinero que le dejaría la venta de los chivos.

_Tan solo pensar que estoy viendo todos esos chivos muertos en el patio, me daría un yeyo.
_No quiero que la gente me crea tan despreciable y tan inhumano; no quiero que piensen que en el patio de mi casa tengo un paredón para ejecutar chivos.

_Soy de la opinión, de que la gente no debería comer chivos y aunque sé que la carne es muy buena, pienso que es un abuso.
Mi situación económica no es buena pero, no voy a hacer ese negocio, lo siento en el corazón -Le dijo el criador al comprador".
 -Bueno, yo sólo le propuse comprarle los chivos, y usted lo que me ha dado es toda una charla sobre la segunda guerra mundial, de Hitler y los judíos, y  hasta de sus nobles sentimientos hacia esos animales -dijo el comprador-. Si no le interesaba el negocio, sólo tiene que decirme que no puede y me voy tranquilamente.

-Es cierto amigo -dijo el dueño de los chivos- pero no pierda usted todas las esperanzas, déme su número de teléfono para yo llamarle mañana y ver hasta cuántos chivos puedo venderle.
El hombre le dio su número y se fue, pero no se hizo muchas ilusiones porque vio que el dueño de los chivos, le pareció un hombre muy sentimental y muy apegado los sentimientos chivisticos.

Desde que el comprador se alejó, el dueño de los chivos fue a la casa de un vecino que también criaba chivos y le dijo:
-Compadre, hay un tipo que vino a comprarme....... bla bla bla -Le explicó el asunto de cabo a rabo.
-No bien había llegado el comprador a su casa cuando sonó el teléfono.
-Aló, aló, ¿con quién hablo? -dijo el comprador
-Soy yo, el dueño de los chivos, he hablado con un vecino mío que tiene 100 chivos y está decidido a matarlos para vendérselos y yo también decidí venderle mis 100 chivos.

¿Ajá? ¡Que bueno! ¿Cuándo voy a buscar la carne? -Dijo el comprador de lo más contento-
-Puede venir mañana, pero si quiere los 200 chivos, tiene que matarlos usted mismo. Mi vecino y yo no toleramos ese abuso, si usted quiere mátelos aquí mismo, pero no nos comprometemos a ayudarle y hasta nos taparemos los ojos para no ver ese abuso.
 -¡Muy bien, se los compro!
 ¿Sentía ese hombre en realidad, tanto amor por los chivos?

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