miércoles, 28 de enero de 2015

VIVENCIAS DE UN OCOEÑO EN EL CIBAO

Por Henry Osvaldo Tejeda
Quiero contar hoy, una situación a la que puedo catalogar como seria y jocosa a la vez, por la que pasó mi amigo Ángel Sánchez, mejor conocido como Ñaña, en el 1974, cuando ya vivía en la ciudad de Santiago de los Caballeros. 

Ñaña, quien ahora reside en los Estados Unidos, es un  ocoeño y amigo de infancia, que jugábamos pelota en las pequeñas ligas, tanto en el pley Las Canas, como en el de La Caoba. 


Este joven, fue un izquierdista desde sus años mozos, y se mudó para Santiago, y en el 1974 se presentó en el Estadio Cibao el evento político "Siete días con el Pueblo".

Ese fue un evento, donde actuaron varios artistas de la llamada Nueva Trova, cantantes de la avanzada revolucionaria de América Latina; el fin del mismo, era exigirle al presidente Joaquín Balaguer, la libertad de los presos políticos y la reducción del costo de la vida, entre otros males que azotaban al pueblo dominicano; fue organizado por la Central General de Trabajadores (CGT).


Además de las exigencias, se trataba de  crear conciencia en el pueblo, sobre la perversa, criminal, desastrosa y tiránica política de Balaguer, y denunciar sus crímenes de estado en contra de los opositores, entre otros. El Estadio Cibao estaba "cundío" (Léase, repleto) de policías vestidos de civil, además de decenas de “calieses”. 

Ñaña, llevó un Long Play (LP) para que se lo autografiara el grupo Los Guaraguaos que, esa  noche actuaría, y en medio del espectáculo se armó "la del perro bolo", un reperpero de to´el tamaño que se inició con  una tiradera de botellas, naranjas y otras vainas para luego armarse un gran corre corre. 


Mi amigo Ñaña, que estaba más asustado que la perra de mi casa cuando truena, sabía que podía ser apresado aunque él no estuviera metido en el lío, y más aún, porque llevar ese un LP de Los Guaraguaos, considera por el gobierno como material subversivo”. El bueno de Ñaña, privando en un Superman criollo, se tiró de una pared del estadio; una de esas paredes por la que solo intentaría saltar un ser humano, cuando sabe que si no la brinca a tiempo probablemente, los policías lo pondrían a firmar con "Los Carmelitas".


El salto fue de olimpíada, pero con tan mala suerte y con tan malos cálculos, que fue a caer dentro del patio de un cuartel de la policía, fue un auto arresto, llevando consigo hasta la evidencia, es decir, el long play de Los Guaraguaos debajo del brazo. 

Ahí mismo quedó guardadito nuestro héroe de la historia. Por más que alegó inocencia, no valieron sus argumentos  porque las pruebas de qué era un caco caliente, la tenía debajo del brazo. Para no cansarles con el cuento, Ñaña me dijo que se meó, y le salió una pequeña hilera de cositas por la puerta de campo del cuerpo, presumiblemente, sopa, o consomé, y una que otra cascarita de habichuela, envuelta en cascaritas de tomate, fibras de zanahoria, berro o lechuga. Así, con todo y su chorrito de inmundicia corriéndole por el pantalón, lo encerraron. Un comunista menos en las calles.

No sé qué le hicieron, porque no me quiso decir, pero de lo que estoy bien seguro es que no lo invitaron a comer pizza ni a beber romo. Mucho tiempo después, contacté al amigo Ñaña y le pregunté cómo iban sus actividades izquierdosas, recibiendo la siguiente respuesta: 


_Coño Osvaldo, no me jodas tú con tus preguntas, no me hables de esa vaina, ya ni recuerdo cuando era izquierdista, porque hace “añales” que renuncié de esa pendejá.

Cuando le pregunté el motivo de su renuncia aa las izquierdismo y me dijo:
 _"Mira, el que tá en esa vaina, tiene que "juir" demasiado, y ya yo estoy muy viejo pa'esos trotes.


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