¡Y DALE CON LOS JODIOS PITISES!

Decenas de haitianos, entrando a su nueva casa, R. D.

Por Henry Osvaldo Tejeda

Ya los haitianos han llegado demasiado lejos, ahora secuestran nuestra embajada sin que nada pase y  el gobierno del estrafalario pajarraco Martelli no dice ni esta boca es mía, y mucho menos, el presidente "de este  lado", quien suponemos que aún está de presidente aunque no se deje sentir para nada.

Martelli, el pajarraco presidente de Haití, en uno de sus bailes travestis

Si algo así pasa en América del Sur, donde hay verdaderos estadistas que se preocupan por su pueblo, estoy
 seguro de que ya su departamento de relaciones exteriores hubiera emitido una enérgica protesta, y enviándole conjuntamente con ésta un contingente militar a la frontera para  hacerle ver lo peligroso que les puede resultar el querer andar de su cuenta.

Quemar una bandera dominicana por turbas de haitianos, se ha vuelto algo habitual en el país y la postalita que tenemos como presidente, parece que se esfumó.

Si uno de esos presidentes a los que me refiero, no tomaran acción rápida ante tal abuso, el propio partido que lo llevó al poder lo llamaría a capítulo para que tomara acciones inmediatas porque son verdaderos dolientes de su país, pero eso es difícil que se dé con alguno de esos presidentes, porque saben lo que les corresponde y son verdaderos patriotas.

Sintonice usted la radio de la capital, para que escuche a uno que otro miembro del famoso Comité Come Solo Político", específicamente,  a Euclides Gutiérrez, hablando mierdas creyendo que entretiene a la gente contando sus viejas historias políticas de patio, en la que siempre él y Trujillo son los protagonistas.

Pero peor aún, hoy se destapó el jefe de prensa del gobierno, Roberto Rodríguez Marchena, un  teórico elitista
 enquistado en el palacio nacional, con la perla de que lo que pasó en Haití con los dominicanos secuestrados, 
son problemitas aislados que pasan en todas partes del mundo, y que no revisten la mayor importancia. 

Rodríguez Marchena, un elitista en el palacio nacional que no sirve, ni sabe servir

¡Vean en manos de quién está este batatal con luz, al que seguimos llamándole, dizque país