domingo, 11 de septiembre de 2016

Chácharas: Google y el campesino


Por Henry Osvaldo Tejeda

Ayer estaba pensando, en qué tema escoger para comenzar a escribir mis chácharas, no tenía nada en la mente y decidí sentarme en el patio de la casa a fumar un cigarrillo y me quedé mirando fijamente mi mata de Mamón, como hago siempre que busco una idea, o cuando tengo algún problema encima.

Pareciera como que esa mata de mamón fuera mi gurú, mi fuente de inspiración, o una consultora muda. Mientras la miraba sin verla, pensé en el campo y como si lo estuviera mirando al lado mío, vi un señor de aspecto campesino con un sombrero de alas anchas, y aunque bien vestido, por dondequiera que yo lo miraba era para recordar a un Vale del Cibao, o de cualquier jurunela del país.


Me parecía un campesino banilejo, un Vale del sur profundo, o un higüeyano de estos "agentas" que venden una vaca para comprarse un revolver y un sombrero, para luego subirse en un caballo bien enjaezado parecerse a un Hopalong Cassidy, Durango Kid, Gene Autry, Red Rider, Tin McCoy, o a Bat Masterson, entre tantos famosos personajes del oeste norteamericano. 

Todos esos personajes clásicos de los Muñequitos (paquitos) de vaqueros, y de  los Western norteamericanos de Hollywood, y así andar calle arriba y calle abajo en la ciudad, pararse en un centro cervecero a hacer sonar las espuelas mientras enseñan la brillosa cacha del revólver en su canana, sujetada por una correa ancha de cuero y de una gran hebilla que, en su centro, tiene la imagen de una cabeza de vaca, todo un vaquero del “Oeste higüeyano”. 

Ese es el espectáculo que da este vaquero higüeyano, mientras se “jarta” de cervezas oyendo unas rancheras de Miguel Aceves Mejía, o de alguien más del momento como lo Vicente o Alejandro Fernández que con aire hacendado rico le pidió al Disc Jockey, mientras su pobre caballo se caga y se mea en el parqueo del bar.

No sé qué me pasó, pero se me borró de la mente el vaquero higüeyano, se me esfumó y al hacer esfuerzos para traerlo de nuevo, lo que hice fue ver a ese mismo vaquero mirando “alelao”, desde la puerta de un centro de Internet cómo un joven sacaba informaciones de una computadora, y las iba comentado con una joven que tenía al lado. 
El vaquero se decía: 
_ Virgen santa, hay ta'vivo pa've cosas raras.. Cualquier diría que esa “esa cosa", habla. (Se refería a la computadora)
Al ser uno de los hombres más respetados por los vecinos de su campo, desde que llegó a su casa reunió a todos los vecinos del lugar y les contó lo que vio, y les dijo que él compraría un artefacto de esos. 

Al otro día vendió un becerro y al día siguiente, ya la estaba en el pueblo, entró a una tienda de venta de computadoras y compró una, pero le explicó al vendedor que la compraba con la condición de que ellos le enseñaran a su hija Berta a por lo menos, comunicarse con el mundo, como él vio hacerlo días antes a una joven. 

_ No se preocupen por cuartos, yo le pago al que vaya a enseñar a mi hija. 
Para no perder la venta, los de la tienda accedieron al trato y en un día le instalaron la computadora. Se las arregló para tener la Internet en un santiamén pues vivía en una zona rural donde ya existía había energía eléctrica y de teléfonos. Luego le enviaron un técnico para que le enseñara a Berta, la hija de nuestro héroe, cómo conectarse. 

Rápidamente, La chica aprendió a conectarse y desde que el técnico se fue ella se sentó en la computadora y ¡Eureka!, la modernidad había entrado a ese humilde hogar del campo. 

Marcos, que así se llamaba el campesino y que ya estaba impaciente por descubrir el mundo exterior, además, ese aparato le podía servir para su agricultura porque había escuchado que “esa cosa” hasta le decía a la gente cuándo llovería, y eso era una gran ventaja. Marcos llamó a su hija y le dijo
 _ ¡Berta, ven siéntate en eta "cosa" y pregúntale si hoy va a llové! 

La hija entra a Google y escribe: 
¿Hoy Bacho ve? (lo escribió  así mismo, con faltas ortográficas). 
La respuesta de Google fue:

 "Si señor, El Bacho ve que Ud. es un idiota si no vota por él, y que el panorama se le  pondrá a usted mucho más feo si no vota por él. 

Marcos frunció el ceño y dijo: 
_ Mierda, pero, y por qué me dice idiota si solo se le ha preguntao si hoy caerá lluvia? y Mira tú con la vaina que me sale, dizque que yo soy idiota y feo. ¡Que indecente! 

Dime Berta, ¿cómo se llama ese señor a quién le preguntaste?

_ Google, papá Marco, así se llama el que me puso eso que te leí.
_Bueno, pregúntale ahora a ese tipo dónde puedo encontrar la caja de dientes que hace tantos días que se me ha perdío y ya  he pasao mucha vergüenza cuando voy al pueblo.

_ Pero papá, esta cosa no hace esas diligencias, ella no sabe ni siquiera que se te perdieron los dientes, es más, ella ni siquiera te conoce, dijo Berta angustiada.

 Don Marco le contestó: 
_Pues m ira que a mi me dijeron que esa vaina lo sabe tó, entonce, ¿pa"qué tu crees que gasté tó'los cuartos del becerro?_Berta, oye bien lo que te voy a decir, pero piensa bien cómo vas a empezar, y luego escribe

_ Marcos, mi padre, pregunta que si usted sabe dónde están sus dientes, los quiere encontrar para tener un alivio. 

Google, al no tener una base exacta de lo que le preguntan, toma frases y palabras de cualquier parte que se refieran a dientes, y respondió así: 
"No sé para qué quiere dientes……. el malcomía no piensa, manifestó ayer el dirigente del PLD Lidio Cadet.

Cuando Berta le leyó la respuesta, Marco se encojonó, se le aventaron las narices (como a un amigo mío, muy decente por cierto) y dijo:

_Y’ e a mí que me tú diciendo malcomío, eta disparatosa máquina? ¿Y será que se ta volviendo loca es maldita cosa?

Berta, por calmarlo le dijo: 
_No papá, es algo que se parece a lo que escribí, pero no es a ti a quien se refiere, parece que se equivocó, pero dime qué otra cosa le pregunto?

_Mira Berta, le haré solo do pregunta má, si me contesta con una vaina rara, hasta aquí llegó ese endiablao aparato. 


Pregúntale cómo se saca el sucio de la ropa, y que si tu tía Titina, así guapa como tá, va a salarme la carne de osobuco que le dije, y dile que guise las pate'puerco que compré en la carnicería de Mari, con lo que me quedó de los cuartos del becerro que vendí con dolor de mi corazón, pa'comprá esa maldita Computadora. 


Berta escribe lo que le dijo Marcos tal cual se lo encomendó su padre, y luego lee la respuesta de Google: 

"Y sigue ese sucio, ahora preguntó si era Titina que se llamaba la Ciguapa que le gustaba el salame, se supo que el Maricón ese, quien no deja de preguntar pendejadas, se quedó con los cuartos del becerro que vendió"

Berta sigue leyendo:
“Ese animal , al que no quiso nunca ese buen puerco, que lo guise Mari, que tiene muy buen sazón, pero era para enredarse entre las malditas patas de la puta Dora”

 No bien había terminado de leer Berta la respuesta de Google, cuando el Vale Marco, con una mano de majar arroz le dio un tremendo tallullazo al monitor, al tiempo que decía: 

_La maldita mai tuya e'la que es una sucia, maldito aparato del carajo. Má me hubiera valido comprame eso cuarto de comía y no vení a comprar eta jodienda, que lo único que hace e insúltame, ¡que coja ahora!

Marcos descargó otros dos tallullazos más a la máquina, a la vez que 
vociferaba preguntándose indignado: 

_ ¿Tu sabe lo que e’dicime dique puerco, sucio, animal a mí, a Marco Moronta, y que me yo me quedé con lo cuarto de la venta del becerro? ¡Hay que te vivo pa’ve vaina! 

_"Quien le dijo a ese pendejo aparato que no son mío lo cuarto, trabajao con mi sudor. Tó'eso yo se lo hubiera pasao, pero vení a decime que yo andaba dique enredao en la pata de una tal Dora, y que hata puta e'la mujer.


Diciéndo esto, descargó el último estacazo a la computadora, y ahí pasó el evento, los pedazos cayeron por todas partes y mirando a su hija Berta, Marcos solo atinó a decir:
_ Berta, mejor me quedeémosnos como tábamos, mira cuanto cuarto perdío. Ve, cuélame un cafecito.

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