martes, 13 de diciembre de 2011

VIVENCIAS EN SAN JOSÉ DE OCOA: LOS VELORIOS PUEBLERINOS

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez

Los velatorios (velorios) en San José de Ocoa, era todo un acontecimiento pues, al ser un pueblo de poco movimiento nocturno, ese infelíz muerto, se covertía en la cita obligada de los cuentistas, rezadoras, cumplidores y, toda una gama de pintorescos munícipes, que no se perdían un evento de esos, ni que estuvieran ellos mismos enfermos.


Cuando el difunto "firmaba" con Los Angelinos de San Pedro, era velado en su propia casa porque no existían funerarias, y ni falta que hacían diría yo pues, tan pronto llegaron estas casas almacenadoras de difuntos, las cherchas mermaron en un 80 por ciento. 

Si moría en la mañana, era sepultado en horas de la tarde y, si moría  por la tarde lo sepultaban al otro día, pero en la noche del día de la defunción, la casa del difunto se convertía en el punto de reunión del "Comité de Amanecedores Ocoeños".

Así le llamábamos al grupito de mozalbetes, que andaba rondando las calles del pueblo durante el día "haciéndole esquina" (léase, velando a los enfermos) a las personas que estaban en "las últimas".

Tan pronto había una persona que el grupo sabía que estaba por firmar con los Carmelitas, enseguida el grupo se preparaba para acudir al velatorio a "cumplir" con los dolientes.
Lo de cumplir era sólo de boca, porque en realidad íbamos a cherchar y  a pasar la noche haciendo "cuentos coloraos", fumando gratis, bebiendo te y/o café,  y comiendo galletitas Tan Tan, o de las "salaítas" de soda.

Esos velatorios eran aprovechados para enamorar las chicas, hacer citas con la novia.
_"Mamá, tenemos que ir a cumplir con fulana esta noche"
_No, yo iré mañana, cuando no haya tanta gente -decía la madre-
Pero la hija, que había sido citada por el novio insistía
¡Ay, mamá, está noche llegan sus hermanos de fuera; vamos hoy!
_Bueno, está bien. Ese era uno de los pocos chances del noviecito robarle un beso a la chica, en las oscuridades del patio, del callejón, detrás de la letrina, etc...........

El buen amigo Danerys Mejía, quien tenía un motor Honda 70, cuando no estaba haciendo pantalones (era sastre), estaba dando vueltas al pueblo buscando velorios. Un día Gelo, su padre le preguntó:
_Danerys, ¿dónde cojollo andabas en tanto rato que hace no te veo?
_Gelo, no se preocupe tanto, estaba por ahí haciéndole esquina a "Don Luis, que ya está en un hilito y que ya casi se va". Gelo torcía la boca, sabía lo del Comité de Amanecedores.

Así transcurría la vida en esos pueblos del sur (supongo, que en todo el país), donde no había más diversión nocturna que un banco del parque, un velorio, una "noche de velas" (noche'vela), que es casi lo mismo que un prillé de haitianos en La Romana,  pero sin sangre de animales.
En esos eventos de Ocoa, se sacrificaba: o un chivo, un becerro, un pollo, o un cerdo, pero era para cocinarlos para los asistentes. 



En la misma, se cantaban salves a la virgen de la Altagracia, pues ese tipo de rito, era  en la mayoría de los casos, alguna promesa que se le hacía a esa vírgen,  ó a otra divinidad.

Ahí si era que se gozaba de verdad. Ahí se bebía "con cojones". En esos días era que los más "arrancaos", hacíamos uso de los propagandistas de ron.

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