miércoles, 13 de enero de 2016

CHACHARAS DE UN FRUSTRADO AHORCAMIENTO


Por Henry Osvaldo Tejeda


Ya está de nuevo en mi patio, Don Gato y su manada. Es una jodía jauría de gatos sin oficio que, se pasan las noches haciendo "desasurdos" (léase, orgías), chillando, maullando, peleando por alguna que otra puta gata. Me despiertan "a to'tiro pá"

Desde que siento el sonido de "bonete aplastado" de mi anciana camioneta, enseguida pelo las orejas, y luego de escuchar unos cuantos quejidos de "gata clavada", trato de volverme a dormir. Invierto mi forma de dormir, porque me pongo la almohada encima de la cabeza para no escuchar ese reperpero gatuno.

Hablaría mentira si les digo que, cuando está reunida la mayoría de los gatos del barrio, no me llega a la mente los gatos de un famoso Comité Político. Los pienso reunidos tramando como joder a los demás, pero debo no ser  tan injusto con estos gatos del patio pues, compararlos con esos otros gatos de cuello blanco, sería un abuso.

Pues bien, desde que se me murió Mancha la perra de la casa, no he tenido el más mínimo descanso con esos felinos. No hay una sola noche en que esos malditos animales no convoquen a su comité a reunión en mi patio.

Esas personas que luchan por los derechos de los animales, deberían pensar  primero en los  derechos humanos, porque no es posible que yo no tenga derecho a darle "pa'bajo" a decenas de gatos molestosos y ladrones. 

Necesito un paredón para fusilar a esos malditos gatos, no me dejan dormir, y cuando lo hago me coge el sueño todos los días, porque soy de los que cuando se despierta en la noche, no le es fácil volver a conciliar el sueño.

Hace unas cuantas noches, estaba yo soñando que me habían invitado a la capital, para que asistiera al ahorcamiento de 35 grandes gatos, en su mayoría, unos gatos viejos que según los verdugos, los muy pillos estaban dando malos ejemplos a otros que podrían convertirse en gatos, al ver las acciones de estos sentenciados a la horca.

En ese lugar, me parece que era el Parque Independencia, donde tendría efecto el ahorcamiento, estaban reunidas cientos de miles de personas de todo el país, esperando ver colgados a tantos gatos mañosos que por tantos años, han llevado al país a la ruina.

No sé cómo sucedió pero, uno de los verdugos me llamó y me preguntó, si yo quería ahorcar a uno de esos 35 gatos, se me pusieron los ojos como dos teteras de biberón para bebé; no podía creer tanta belleza, con el odio que le tengo a esos malditos gatos.  

_ Pues claro que sí, hombre! -le dije casi a voceando-
_ Bueno, eche un vistazo a la manada y elija al que usted quiere siquitrillar! -Me dijo el verdugo-

Me dirigí hacia la fila donde estaban alineados los 35 gatos, como cuando un general pasa revista a un pelotón. Cuando terminé de caminar y ver hasta el último de los gatos, le dije al verdugo:

_ Aquí no está el que yo quiero ahorcar
_ ¿Cómo que no está ahí, le parece que falta alguno?
_ Si, al gato mayor no lo veo ahí, y no valdría la pena ahorcar a todos estos gatos si dejamos vivo al que falta.

Con el ceño fruncido, el verdugo, llamó a un señor que parecía ser un jefe y le dijo:

_ Señor, tenemos una novedad, hice las cosas tal y como Ud. nos dijo, elegí a una persona del público para que se hiciera cargo del primer ahorcamiento, pero él dice que aquí falta el gato principal que, es precisamente, al que él quiere ahorcar. ¿Cree usted que eso sea cierto, es que hay algún otro gato que no tenemos aquí?

_ Así es amigo, el paisano tiene razón, aquí falta uno pero lo hemos reservado para que sea la multitud que lo linche poco a poco, por ser el que más daño le ha hecho al país, y que es considerado el más gato de todos los gatos, pero si usted quiere, lo mandaré a buscar para que le demos la oportunidad a este noble señor del pueblo para que se dé el gustazo de darle "pa'bajo".

Tiré un brinco, no cabía en mí de la alegría, por fin iba yo a vengarme de lo tanto que hemos sufrido por culpa de este maldito gato tan azaroso y tan ruin que, no conformándose con robarnos a todos, le regaló parte de la comida nuestra a unos gatos canadienses, a cambio de que ellos le dieran el premio "El gato del año".

A lo lejos, vi que me traían al perverso gato, le pusieron la horca en el cocote, me llamaron para que retirara la silla que aguantaba su peso y a la cuenta de tres, yo debería darle una patada a la silla para que el mañoso gato quedara guindando y no siguiera amenazando con seguir robándose lo ajeno.

¡A la una, a las dos y, a las ............Guayyyyyyyyyyyy mi maiiiiiiiiiiiiii Miauuuuuuuu!!!!!!
Señores, cuando iba a darme el gran gustazo ejecutando al gato mayor del país, me despertó de ese dulce sueño una asquerosa gata que al parecer, le dieron "por donde es" y soltó ese gran grito que evitó el fusilamiento. ¡Maldita sea, ni soñando tengo suerte!

Estas chácharas, fueron publicadas hace varios años, pero quise darlas a conocer a mis nuevos lectores

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