jueves, 13 de octubre de 2016

Premio Nobel al presidente Santos: un estacazo en la madre a Uribe y los enemigos de la paz

Henry Osvaldo Tejeda

El premio Nobel a la paz, otorgado al presidente colombiano Juan Manuel Santos por sus esfuerzos para llegar a un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, ha sido un tablazo en la madre a Uribe, y a los enemigos de la paz en ese país desgarrado por una guerra fratricida de cincuenta años. 
Santos no es santo de mi devoción, lo creo un presidente insulso sin condiciones para desarrollar a Colombia, y hasta creo que lo único que buscaba con ese acuerdo, era posicionarse bien para las próximas elecciones. 

Pero independientemente de lo que creo y de sus deseos, debo reconocer  los esfuerzos que hizo para lograr la paz en Colombia, algo que no había hecho ningún presidente colombiano, aún con la presión contraria de sectores oligárquicos  con Alvaro Uribe y su grupo de fascistas anti pueblo, como punta de lanza.

Ese Nobel le dolió a Alvaro Uribe, jamás pensó que eso se podría dar y cuando se dio cuenta de que las negociaciones iban progresando, arreció su campaña de descrédito en contra del proceso de paz. Fue una campaña mediática hasta sucia y engañosa, en la que le decían a los militares que los iban a igualar a los miembros de las FARC.

Otras falacias inventadas por el grupo de fascistas de Uribe fueron: asustar a los ancianos, diciéndoles que les quitarían el 7% de su pension. A los costeños,  que el estado se volvería castro/chavista, y le dijeron a los empleados públicos que los miembros de las FARC tendrían mejor sueldo que ellos. 

A los más pobres les dijeron que les quitarían los subsidios del gobierno; a los ricos terratenientes les dijeron que les quitarían sus tierras, y a los religiosos, que los homosexuales tomarían el país, en fin, fue una campaña sucia y amedrentadora, para conseguir un no, en el  plebiscito.

Si los colombianos que votaron por el NO, revisaran en la historia el por qué existen hoy esas guerrillas y otras que han desaparecido, se darían cuenta de que esos hermanos que están en la manigua fueron empujados a rebelarse contra el poder corrupto y abusador, un sistema de gobierno excluyente, creador de miseria e iniquidad en ese país.


Las FARC, es un producto de los gobiernos corruptos de Colombia, lo mismo que pasó con los partidos de Venezuela, que se repartieron el poder y los recursos del pueblo durante décadas, y donde el pueblo pobre no tenía acceso a las riquezas del país, hasta que llegó Hugo Chávez. 

Lo que esté pasando después de la muerte de Chávez, es otra historia, ahora, estoy hablando de lo que pasó en Venezuela fruto de los abusos de los partidos del sistema.

En Colombia, los malos gobiernos empujaron a un grupo de humildes campesinos a irse a las montañas, porque se hartaron aguantar tantos abusos y de vivir en un estado de miseria continua.

Se rebelaron por los abusos de gobiernos políticos abusadores y corruptos ultra derechistas, que gobernaron para la oligarquía de turno en desmedro del pueblo pobre, además de ser  títeres de un gobierno extranjero.

Las FARC, tuvieron que sobrevivir en condiciones muy difíciles a la vez que se  defendían de los despiadados ataques del ejército colombiano, en un ambiente hostil en el que tenían como techo el cielo, y  siempre bombardeados por el ejército, a veces hasta con bombas de Napalm, ayudados por los Estados Unidos. 

Las FARC, por su valor y la firmeza  de sus ideales, mantuvieron siempre su espíritu y su arrojo ante el enemigo, una lucha justificada. Ese valor y heroísmo mostrado día a día durante décadas, es por lo que siempre ha sido vista como un ejemplo de valor y de respeto a nivel internacional. Las FARC, son admiradas en el mundo entero. 

Cuando llega a la presidencia de Colombia un presidente que quiere terminar con la guerra por la vía del diálogo (no importando si el tipo sirve o no para otras cosas), aparecen personajes oscuros como el ex presidente Uribe, a echarle un tonel de veneno al proceso de paz, y valiéndose de una sucia publicidad mediática  le carcomió la mente a una minoría de colombianos que dieron al traste con el resultado final, al votar  por el NO en el plebiscito llevado a cabo, que buscaba saber la opinión de los colombianos si querían o no, la paz con la guerrilla.


Los que votaron por el SI y los que se abstuvieron, pasan del 60 por ciento del total de los colombianos, lo que quiere decir que los que votaron por el NO, fue una minoría que se salió con la suya, gracias a la gran abstención que hubo en las votaciones, no es una mayoría obsoluta. 

Las FARC, junto a los colombianos que quieren la paz, deberían ahora buscar a Uribe, y quitarlo del medio porque es una retranca para la paz colombiana. ¡Fuíquiti!

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