jueves, 9 de septiembre de 2010

VIVENCIAS EN OCOA: RECUERDOS DE COSAS QUE YA NO SE USAN

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez


Máquina de coser antigua
Hay cosas, que antes se usaban y se decían,  que nos llenaba parte del diario vivir, que ya se han perdido en el tiempo y que ahora, resultaria anacrónico hasta  mencionarlas porque es muy poco el segmento de la población que las conoce, como por ejemplo:



EL CHUFLAI


ya nadie oye hablar del "Chuflai", que era un caramelito, dentro de cuyo envoltorio venian chucherías como, anillitos, pitos y cortauñas, entre otras "pendejaítas", que le llenaban los ojos a los niños y que tenia, claro está, un dulcito que no llenaba el hueco de una muela con carie, de lo pequeño que era.

LOS BAZARES
Tampoco se ven ya los "bazares", que era un estante como esos de vender billetes y quinielas, que tenian enganchados desde una cajetilla de cigarrilos, hasta un salchichón marca Cami, que era el único que existía en el país (tiempo después fue que llegó el señor Salame). En los bazares, los artículos tenian un número enganchado del uno al cien, pero la cantidad de artículos "guindados" en el estante, no llegaban ni a un cuarto de esa cantidad de números. Había quien ponía námeros repetidos cuyo artículo numerado con él fuera una baratija de muy poca monta como, un lápiz, una cajita de chiclets, etc.   ¡Que gatos eran esos tipos, madre mía!

Primero pagabas el importe de participación, luego sacabas un número de una bolsa de tela (o una funda de papel) y si eras muy, pero muy "suertudo",  sacabas u número premiado, porque la cantidad de números "pelados",era desorbitante y había que confesarse con el Diablo para sacarse cualquier "pendejaíta" y,  mucho menos un salchichón, es mas, si se le hacía un arqueo a un bazar de esos, podría descubrirse, que los números de los artículos mas caros, no estaban en la funda. Lo digo por experiencia propia.

LOS EMBIQUES
Recuerdo los "Embiques", que es un objeto de madera parecido a una taza de café con un palito pegado a un cordón que también estaba pegado a la madera. Este objeto era idéntico a un pilón de cocina, hasta con su palito y todo.
Cuando se lanzaba el pilóncito (digámoslo asi) hacia arriba, luego de dar una vuelta, tenias que ensartarlo en el palo. El Chavo del Ocho usa uno de esos.

LOS REGUILETES
Este juego, se hacía,  machacando una tapita de refresco hasta dejarla plana, se le hacían dos hoyitos por donde pasaba un cordoncito, para luego hacerlo girar sobre si mismo, luego de enrollarse el hilo, que luego halabas y aflojabas, lo que hacía girar el reguilete.
A estos reguiletes, les hacíamos unos buenos filos en los bordes con una lima, luego hacíamos competencia de "pelear reguiletes". En Ocoa le llamabamos "Coliar", algo sumamente peligroso porque cuando el contrario te cortaba el hilo del tuyo, el regilete salía disparado con toda la rotación que se le había dado y podía cortare hasta la cara. Aún conservo en mi pecho una cicatríz que me dejó una vaina de esas por estar "coliando" bajo un aguacero, mientras me bañaba en la calle.

LAS CHAPALETAS DE LAVAR
Por lo menos en las ciudades, ya no se ven las paletas o, chapaletas  (puede que los haitianos las usen todavía en los rios). Estas paletas, o chapaletas eran, como  un remo de yola pero sin cabo y con apenas un "soquito" del palo, que se usaban para darles golpes a la ropa, encima de una piedra para sacarle el sucio, esa era la lavadora de la época.
Me gustaría que éste método se usara para sacarle los cuartos a los funcionarios corruptos. ùCómo hacerlo? Muy fácil; los pones en un "Tendar" (así se llama el piso donde se pone el café y el maní acabados de cosechar para secarlos), contratas un par de docenas de haitianas de las mas rollizas, las armas con chapaletas de Cedro o de Guayaba y empezar a darles verdaderas palizas hasta dejarlos como una hojuela de yuca, hoy llamadas "catifritas".

No sé si es cierto pero, me dijeron que un ladroncito barato, de esos de poca monta (ratero es la palabra), que se robó un par de pollitos y se los metió en los bolsillos del pantalon, se quitó la ropa y se acostó a dormir olvidándose de los animalitos, luego su mamá, usando el  método de lavado ya mencionado, le descargó par de palos al pantalón y lo que recibió fué, sendos chiguetes de mierda y tripas en la cara, pobres pollitos, qué muerte recibieron.

LOS REFAJOS
Los refajos, que era un prenda de vestir que usaban las mujeres debajo de las faldas, pues si sucedía que se le desgarrara la falda, sus partes pundorosas estarían rescguardadas de la vista de los "frescos", eso tampoco se usa. ¿Para qué? si ahora a las mujeres les gustaría que viniera un ventarrón que les levantara la falda (muy cortas por cierto) y asi, "sin querer", enseñar su molino "cocomordanoso".
Los vaqueros del lejano Oeste norteamericano, usaban refajos, pero al estilo pantalon, que les servían de pijamas.

LA MACARIA

Haré la anécdota, de algo que le sucedió a una mujer con uno de esos ventarrones en plena calle.
 Como es sabido, por las personas que pasan ya los cincuenta años de vida, en la época a la que me he remontado en estas Vivencias chacharosas, las personas de escasos recursos económicos se valían de cualquier cosa a su alcance para abaratar el costo de la vida, y a la sazón, existía en el mercado nacional una harina de trigo  marca MACARIO, cuyo peso era de cien libras  que venía en un saco cuya tela, por ser NO tan rústica como los sacos actuales, la usaban para hacer prendas de vestir.

Recuerdo, cuando yo tenía no mas de unos 6 años de edad, que mi madre recibía de mujeres y hombres telas de ese tipo con el encargo de hacer varios tipos de vestimenas, entre ellas, pantaloncillos, camisas, pantalones y hasta hasta panties. Mi madre tenía una maquinita de coser manual, a la que tenía que maniobrar dándole vueltas a una manivela con la mano derecha.

La señora de mi historia caminaba tranquilamente por la calle Altagracia (esa es la calle de mi casa en Ocoa) cuando de repente la sorprendió una ráfaga de viento tan fuerte, que le levantó la falda hasta el mero cocote ( parece que cuando mandó a hacer los Blumen (llamados panties ahora), se le olvidó quitarle las letras que trajo el saco de donde hizo ese refajo, por eso, todo el que estaba en la calle cerca de la pobre mujer (un a señora muy bien dotada de masas, con un muy buen sillín trasero y un bulto bien responsable por delante, pudo leer clarito, unas letras que tenian los blumen en la parte donde ella tenía su "paquete" natural.
Las letras decian: CIEN LIBRAS NETAS.  ¡¡Qué verguenza pasó la pobre doñita!!