domingo, 20 de diciembre de 2015

EL CAZADOR HARAGÁN QUE HIZO NACER EL OPIO DE LOS PUEBLOS

 Por Asdrovel Tejeda
(El autor, es Sociólogo y autor de varios libros de poesía. Nació en San José de Ocoa, y actualmente reside en Laurence, Massachachuset, Estados Unidos )

".....Desde ése día no sale a cazar, pero, las mejores piezas son para él...."

Al principio un terrible trueno rasgó el firmamento, llovía a cántaros. Los miembros de la tribu, asustados, con frío y somnolientos, con ojos despavoridos se cruzaban el limite ordenado de sus lechos, que hasta ese momento, eran su lugar privativo. 

En el barullo que se armó, pues desde la entrada de la caverna se veían mil rayos dibujando el firmamento, solo permanecía, asustado como el que más, un cazador que no era muy bueno, además medio haragán, por lo que llevaba pocas piezas, lo que le procuraba poco alimento y en consecuencia poco ayuntar con las mujeres de la tribu que sabían que no podían conseguir mucho con el, quien además, siempre se pasaba protestando al buscar otros terrenos de caza.

Al ver el temor colectivo al trueno y al relámpago, se le ocurrió una idea genial. Al ir pasando los días, en sus salidas, se agenció una penca llena de semillas, sonaba al agitarse, también unas plantas que al masticarlas, producían alucinaciones.

 La siguiente vez, después de un tiempo que volvió a llover con truenos y rayos, esta vez un atardecer, que se nubló tanto que parecía noche oscura, los miembros de la tribu entraron en pánico, corriendo a refugiarse en la caverna con grandes alaridos de pavor. 

En ese momento se paró el  mal cazador, haciendo sonar la penca, que en el espacio cerrado de la caverna sonaba de manera  aguda y aparatosa, haciéndose oír sobre el sonido de los truenos y dijo con voz destemplada y extraña, que el sonido del trueno y los relámpagos eran un ser misterioso y poderoso con poder de vida y muerte llamado Dios, que estaba enojado y que solo él podía aplacarlo, pues el Dios lo había escogido en sueño para que él les hablara, que si ellos querían, él sería su representante y su protector delante de él, no sólo para aplacar su enojo, sino también, para conseguir buena caza, solo tenían que darle una parte de lo que cazaran.

 Él no volvería salir a cazar, pues tenía que proteger la tribu de malos espíritus y rendir pleitesía a su Dios para tenerlo contento y confiado. La tribu, temerosa, acepto las condiciones del avivato. 

Para celebrar lo pactado, brindaron con el brebaje alucinógeno que los puso en arrebato alegre, fue nombrado EL MEDIADOR. Desde ése día no sale a cazar, pero, las mejores piezas son para él, que al no salir, permanecía echado rodeado de mujeres, reverenciado por todos como el divino.

Pasado un tiempo hizo un acuerdo con el jefe, quien hasta ese momento debía ser el mejor cazador, el más fuerte, quien corría más y tenía más resistencia, para, cuando el jefe no pudiera serlo más, escogieran uno de sus hijos favoritos para sucederle, aunque no tuviera ninguna de las condiciones escogidas. 

San Pedro
Desde ese momento nació el rey y el reinado, la religión y el sacerdocio, nacieron del temor y la ignorancia para esclavizar a los hombres y mantenerlos alejados de la verdad y la grandeza.


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