miércoles, 25 de abril de 2012

VAINAS DE OCOEÑOS: MI TIO MILO SIERRA

Por Tomás Sierra (Viadito)

Mi tío Milo, ya fallecido, tenía una finca en El Naranjal propiedad de Theany Castillo de Isa.
En una ocasión, los trabajadores del campo, a los que se les llama "Echa días", estaban en huelga por el reclamo de un aumento en la tarifa por día.

Mi tío Milo, ante semejante inconveniente no tuvo más remedio que ponerse a "repasar" él miso (repasar es desyerbar, para sacar la yerba mala de los cultivos. La esposa de uno de los "Echa Días", pasaba cerca de la alambrada y vio a Tío Milo  en la no acostumbrada tarea (para él) de desyerbo le voceó en tono burlón:
¡Carajo, cuanto bosque!

Tío Milo, con la peculiar manera de reaccionar, se bajó los pantalones, y mostrándole a la atrevida mujer los reguindales que la naturaleza le puso entre las piernas; un material colgante y peludo, a la vez que le voceaba:
¡Este es el bosque grande, maldita azarosa!!!!
La mujer  puso la Primera, tiró un brinco. luego puso el Overdrive, y  se mandó" como una loca mientras pensaba: ¡Viejo, perro!
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LOS JUEGOS DE DADOS (VIRONAY)  EN LOS CACHONES:

Como era costumbre en San José de Ocoa, los "tigueres" de la época (década de los setentas) utilizaban el famoso pley de Los Cachones para hacer sus clandestinos y prohibidos juegos de Dados llamado Vironay.

En una ocasión y en horas de la noche, mientras se encontraban en plena actividad en el referido lugar, mi tío Dumé Sierra y  Bibí Santana, este último, es el  papá del famoso y pintoresco personaje llamado Cacao Santana, se agenciaron unos paquetitos de los tradicionales cohetes chinos de navidad.

Se acercaron sigilosamente a los entretenidos jugadores de Vironay. les encendieron las mechas y se los lanzaron cerca de los pies.
Señores, el "juidero" que se armoó sólo se veía en tiempos de Balaguer, cuando llegaba la policía a desbaratar una protesta de estudiantes. Esos jugadores armaron tremendo alboroto.
Bibí Santana y Dumé Sierra, al momento de empezar las explosiones voceaban a todo pulmón:
¡La Policía, llegó la policía!

El corredero fue tan grande, que Juan Pata de Gallo, un reconocido ladrón del pueblo que también estaba jugando, se mandó en una carrera y fue a parar al Cruce de Parra y, cuando estaba cruzando el río, le dijo a su compañero que también iba en desbandada:
¡Ven, revísame este pie, creo que me dieron un balazo!

Cuando el compañero lo revisó, le dijo al ladronzazo Pata de Gallo:
¡Mira tolloso!, tú no ta herido na, fue que te clavaste una espina de Bayahonda.
Pata de Gallo respiró profundo y se sentó en una piedra a descansar a la vez que decía:
¡Malditos policías, me tienen jartos, coño!


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