Por Henry Osvaldo Tejeda Báez
Estas chácharas comienzan, con una corta
entrevista que le hice a una simpática mujer de vida alegre, una de esas a las
que en el país cariñosamente le llamamos Cuero, que es lo mismo que una
meretriz, puta, prostituta, avión, avioneta, grillo, "cutufa" y mariposita
noctámbula, entre una pila de epítetos más.
_ De dónde eres? -Le pregunté-
_ De Hoyo Grande. -Contestó-
_Cuántos años tienes?
_Espérate ahí, no jodas con eso, acaso
tengo que decirte mi edad, creo que comenzamos mal, pero si te sirve de algo, tengo
38 añitos.
_Haz estudiado algo?
_Claro que sí, no hay quien estudie más
que un cuero, no se me nota? Vivimos estudiando el cuerpo de los clientes,
puedo decir que soy graduada en veteranía corporal.
_-Qué es lo que más te gusta de tu
trabajo?
_Venir de "reversa" con el baúl
abierto.
_Te casaste alguna vez?--
_No, nunca me casé, esa vaina no es
necesaria.
_Tienes hijos?
_Sí, tengo siete "cacuses"
¿Siete hijos? -Exclamé, sorprendido-
_ ¿Oh!, y de qué carajos te sorprendes?
¿Cuántos hijos tuyos se han ido por el baño de tu casa, desde que eras un
adolescente?
No le respondí, solo le sonreí para darle
confianza.
_Son hijos de tu primer novio los siete
muchachos?
_Tu ta'loco?, son de siete
"maríos" diferentes, y no me da vergüenza; toditos me ayudan, menos
uno que es sargento de la policía, to'los policías son rastreros y cuberos.
¡Suuu santísimo!
_Cómo haces tu trabajo.
_Qué pregunta más pendeja, lo hago arriba,
abajo, de lado, de espalda y de otras formas más, y hasta como arepa lo hago.
_ Arepa, dice usted, y qué es eso?
_ Cogiendo candela por arriba y por abajo.
jijijiji
_ Bien, pero no me refiero a eso, ahora explícame
cómo atraes a los clientes.
_Ah, bueno, habla claro. Yo me paro en una
acera de la Bolita del Mundo allá abajo en La Feria, y cuando pasa un
hombre en su vehículo le hago señas, si se para le pregunto:
_ Buscas algo especial mi negro?
Si nos ponemos de acuerdo, nos vamos a un
motel del malecón, y a Dios que reparta suerte. No me importa el tamaño
del hombre, no ha sabido de ninguna mujer que se haya muerto haciendo
"eso".
_ Alguno de esos hombres te ha contado
algo de su esposa, de su intimidad, de sus problemas o algo así?
_ Ufff!, claro que si, precisamente anoche
me acosté con uno que me hizo coger cuerda porque empezó con una maldita
letanía, hablando de los cuernos que su mujer le estaba pegando con el propio
jefe de él.
_ Vamos, cuéntame eso! Le inquirí-
La mujer se acomodó en la silla,
para luego seguir:
_ Mira, te contaré lo que me dijo ese
hombre, pero te lo contar como me lo contó él a mí.
Antes de empezar, sacó un cigarrillo, lo
encendió con un desparpajo propio de alguien a quien nada le importa, y se
dispuso a continuar.
Mira lo que me dijo ese tipo, entre riendo
y "encojonao":
"Resulta que un día, la muy hija‘e puta
me dijo que invitó a mi jefe para que nos visitara una noche, y tan pronto
llegó el hombre ella me dijo que necesitaba que yo fuera a Villa Mella a
comprar unos chicharrones porque "mi
jefe es loco con los chicharrones".
"No sé cómo se enteró esa puta de que
a mi jefe, le gustaban los chicharrones, parece que le venía "pelando el
guineo" desde hacía tiempo, y con esa duda en mi cabeza, me
fui dizque rumbo a Villa Mella a comprar los chicharrones, pero lo que
hice fue, dar una vuelta por el barrio, volviendo como a la media hora".
"Aunque, tengo llave, toqué bien
fuerte la puerta de la casa, lo hice varias veces y muy fuerte para no
encontrarlos en lo que yo imaginaba, cosa esta que me evitaría perder el
trabajo porque si lo encontraba encima de mi mujer, le iba a dar un "guamazo" en el "guevo'el oído"que
iba a "raspá" la tierra".
"Mi mujer, es decir, la mujer de mi jefe,
abrió la puerta y puso los ojos como dos caimitos. Me fijé que en su cuello,
tenía un maldito "chupón",
de esos a los que en el bajo mundo les llaman "Chupón
de chulo".
"Tenía las greñas mas encrespadas que
las del Padre Rogelio, peor aún como las greñas de Don King, tenía un tirante
del sujetador que le salía por la barriga cerca de lo que ella llama ombligo,
para mí que eso fue una maldad de la partera que ayudó cuando la estaban
pariendo".
"Esa partera le dejó el ombligo muy
largo, y con el paso del tiempo esa vaina se le puso como una salchicha de hot
dog. Un día en que nos metimos en pleito, para hacerla sentir mal le dije, que
ella tenía un ombligo "fuera de borda". Me "jondeó" una bacinilla media de "miaos".
"Pues bien, cuando entré, le pregunté
por mi jefe y la muy descarada me dijo que tan pronto yo salí él llegó,
pero que lo llamaron de su casa y tuvo que irse. (Claro que no le
creí)
Muy quitado de bulla subí a nuestra
habitación y lo que vi, me dio tanta risa como coraje, en un rincón, vi un
bulto como de un metro ochenta de estatura".
"El gran bulto, estaba cubierto con
una sábana, por lo que le pregunté a mi mujer:
_ Pero Herminia, qué carajo es eso que
está tapado con esa sábana en ese rincón?"
"Se quedó de una sola pieza, pero se repuso
rápidamente, y como si yo fuera tan pendejo, me dijo:
_ Chacho, esa es una estatua de bronce que
yo había encargado, y hace como veinte minutos que me la trajeron.
Yo pensé: "Qué inteligente y
cínica es la maldita".
"En esta parte de la narración, la
mujer se inclinó hacia mí para decirme:
_ Mira, antes de seguir con la historia,
quiero decirte que mi jefe, era un tipo de color cobrizo, e iba mucho a la
playa donde adquiría un color aún más acentuado, y es posible que mi mujer
sabiendo eso, fue que se inventó la vaina de la estatua.
"Como ya no me cabía dudas del
cuernazo de que era víctima -y ante el nerviosismo de mi mujer, agarré un
martillo y me acerqué a la "estatua", pero antes, le dije a mi
mujer:
"Ahora veré si la estatua esa es en
realidad de bronce, no vaya a ser que te hayan engañado (Si mi mujer no se
había "miao", era porque ya se había hecho pupú).
Tú sabes que cuando el bronce es golpeado,
emite un sonidito agudo que se prolonga por unos segundos.
"Me acerqué a la estatua y con
el martillo, le pegué un leve golpecito en una oreja. Se escuchó un
sonidito que salió de la estatua, más o menos así: Tiiiinnnnnnn!
"Aún con todo el encojonamiento que
yo tenía, estaba al explotarme de la risa".
"Volví y le di otro golpecito, ahora en la
frente, y volvió a emitir otro sonidito, Tinnnnnnnn, pero esta vez el sonido se
varió al final convirtiéndose en un sonido inconfundible.
Yo sabía que ese sonido no era de un
metal, pero me hice el desentendido, yo sabía que la estatua se había
"jondiao" un "follón".
Ahora es, me dije, entonces le arremangué
un martillazo en la punta del ripio, pero aún así, la "estatua" creía
que yo me estaba comiendo el cuento de los anteriores sonidos. El sonido
emitido ahora fue mas o menos así: ¡Coñinnnnnnnnnn..guayyyyyynnnn!
"Ese sí que le dolió, tanto así que hasta
se inventó lo que yo bauticé como "sonido híbrido"; la mitad de un
coño reprimido por no gritar, y la imitación del sonido del cobre".
"CHáCHARAS A ese cuernero no le fue bien en mi
casa".
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