domingo, 2 de mayo de 2010

CHACHARAS SUELTAS Y DE BURRAS


Henry Osvaldo Tejeda Baez


Hay noticias que causan risa, esta es una de ellas: "los descendientes del general Luperón quieren recuperar los bienes del prócer, porque están pasando las mil y una noches.

Si la cosa es así, como yo también estoy corto económicamente, me estoy animando a reclamar lo que me toca de lo que Cristóbal Colón se robó en sus viajes a este conuco que una vez se llamó La Hispaniola, que ahora se llama República Dominicana y que no tiene nada que envidiarle a un gran batey cualquiera.

¡Ajá!, mire qué ameno el banilejo que se llevó la novia, y luego de asquerosearla y hacerle de todo lo que le dio la gana la devolvió a su casa dizque porque no era virgen. ¡Que buena pela en cueros, carajo! ¡Qué gandumbas (Las bolsas, en Ocoa) tiene ese carajo!

Me dicen que en el Cibao están robando cabellos para venderlos a los salones de belleza, esa es una buena noticia para los lampiños, los que no fueron dotados de una crin en el entorno del miembro reproductor.

Ahora pueden llegar a cualquier salón de belleza y pedir un par de onzas de pelos, pero si les da vergüenza ir a un lugar de esos a hacer semejante compra, puedo darles mi dirección de correo para que hagan un único pedido de pelos rubios, porque de nada me están sirviendo los que tengo?

Tengo una perra que, cuando le toco una Armónica (instrumento de viento), levanta el hocico y se pone a cantar (aullar). Puedo decir que esa perra canta mejor que Omega, si no lo creen, pregúntenle al periodista  Elpidio Tolentino quien la oyó cantar una vez en el programa De Cara al Pueblo por la vía telefónica. Puedo decir que entona más que toño Rosario.

LAS BURRAS
A propósito de animales, no sé si ustedes saben que en Azua, los “Tigueres”son muy dados a hacer el amor con animales (zoofilia), especialmente con burras. Ahora les diré lo que le pasó a un Romeo burroide, cuando vivía en mi pueblo natal San José de Ocoa. La julieta, era un burra panza blanca.

Había un señor que tenia unos cuantos burros de ambos sexos en un potrero no muy lejos del poblado de Azua. Desde hacia días, un tipo era visto merodeando el potrero donde estaban los nobles y trabajadores onagros. El hombre siempre andaba con un banquito de esos que hace tiempo usaban los limpiabotas (ahora usan una lata de pintura vacía).

Un día, el dueño de los animales andaba por los predios de la playa Monte Río, lugar donde tenía su conuco casi a orillas de la playa, cuando de repente, divisó a los lejos dos burros apareándose, pero como estaba algo distante, el hombre pensó inicialmente, que eran dos burros haciendo sus pleberías.

A medida que se iba acercando, pensaba: “Pero que burro tan raro el que esta encaramado encima de la pollina” (Pollino: Burro joven)” se preguntó.

Sigió caminando hacia el lugar de la orgía, y lo que antes le parecía un par de orejas, se estaba pareciendo ya a un sombrero. Cuando pudo ver bien el  panorama, ¡oh sorpresa!, ahí estaba el hombre del banquito haciendo de las suyas con su burra.

El hombre sacó su machete y apuró el paso, pero el amante de la burra lo vio, se subió el pantalón, cogió una botella de romo que tenia encima de una piedra, y se mandó en una alocada carrera arrastrando todavía los ruedos del pantalón, donde se le iban pegando montones de Guasábaras. (La Guasábara, Es una planta espinosa que se da en suelos áridos, es como un cactus en miniatura, propio de zonas áridas)

De regreso al pueblo, el dueño de los animales empezó a investigar quién era el hombre que le estaba dando amores a su burra, removió la ciudad de arriba abajo hasta que dio con el paradero del Romeo burrero, y luego ubicarlo procedió a poner la denuncia a la policía, por lo que el amante burreril fue a parar a la cárcel siendo traducido a la justicia acusado de sdomizador de asnos.

Fue juzgado y sentenciado a casarse ( no por la ley por ser eso imposible) con la salea (burra joven) en una ceremonia en el patio del parque central de Azua, como un escarmiento para ése y otros burreros que tanto abundan en esa ciudad.

Buscaron un “tiguere” de esos que se prestan para todo para que hiciera de sacerdote, tres “tigueres” mas para que sirvieran de testigos, e iniciaron el casamiento.

“Señor Fulano de tal, acepta ud a esta burra como su legítima esposa jurando quererla en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe”?

Sííí, maldición, lo juro (y mirando al dueño de la burra pensó: “No te apures hijo’eputa, ya me pagarás esto algún día”.
El “tiguere  que esta haciendo de sacerdote dice: 
_En vista de que la burra no habla, le pedimos al dueño que diga si acepta a este hombre como marido de la burra”.

_ Acepto”-Dijo el hombre- 
Ahí mismo terminó un episodio más del día a día del pueblo de Azua, donde la no se acabará nunca la practica de hacerle el amor a las burras, cariñosamente llamadas "panzas blancas".
¡Carajo, pero que puercos son!