martes, 9 de marzo de 2010

VIVENCIAS POLICIALES DE BENERITO LLUBERES, UN POLICIA OCOEÑO


Por Henry Osvaldo Tejeda

Las Tablas, es un paraje remoto de los campos de San Jose de Ocoa, donde nació y vivió mi amigo Lluberes cuando su padre lo abandonó junto a dos hermanos mas, una hembra y otro varón; lo mandaron a vivir donde un tío para alivianar un poco la carga de la familia, pues la mamá quedó sola con ellos tres sin un soporte familiar que la ayudara en su extrema pobreza.

Cuando Lluberes llegó donde el tío le dijo: __"Sión tío, le mandó a decir mi mamá, que si ud puede dejarme a vivir aqui en su casa porque allá la situación esta muy mala y papá nos abandonó".El tío contestó:

_Dios te bendiga sobrino, pero, ni corto ni perezoso, cortó un racimo de plátanos, se lo entregó a Lluberes y le dijo:
_Toma estos plátanos y vete pa'donde tu'tabas porque yo no te puedo tené aquí.
Cuando Lluberes se fué, el tío se dijo: _Tamaña vaina me iban a echá encima, no señor.

Golpeado asi por la vida desde pequeño y entre calamidad y miseria, Lluberes cayó en el pueblo de Ocoa, donde se hizo un hombrecito; vendía dulces, helados y otras golosinas, se hizo mecánico y ya algo mas formado, logró engancharse a la policía, yendo a caer de puesto en Baní.

Allí tuvo una discusión con un nacional haitiano, llevándoselo preso y cuando lo iba a trancar en la celda, el haitiano dijo en Patuá, algo asi como: _¡No te apures!
Un sargento que oyó lo que dijo el haitiano, le dijo a Lluberes (no se sabe si por relajar con él o, para meterle miedo y luego reirse de él):

_Mira Lluberes, a mi me han dicho que cuando un haitiano dice una vaina enredá como la que te dijo ése, e'que te va a echá un hechizo, asi que ya veo que te jodite solo va a esperá el momento pa'echate una maldición y si no le saca sangre, te va a joder, tu va a sé gente ma'nunca.
_¡ Cóoooño! ¿Una maldición? -Voceó nuestro amigo sorprendido y asustado-

Lluberes, un hombre que aún en estos tiempos, con mas de cincuenta, años todavía cree en Bacá, en ciguapas,en brujas que vuelan, en Guanguá, y cuantas vainas mas le lleguen a la cabeza de quellos cuentos que oyó cuando vivía en las lomas de Ocoa, se metió en miedo y le dijo al sargento:

_Zaya, hágame el favor de abrirme la puerta de la cárcel ahora mismo y sáqueme a ese haitiano de ahí! Yo soy ocoeño de pura cepa y a mi nadie me va a jodé por quedame con lo brazo cruzao. -dijo Benerito, asustado y llenándose de valor-

El sargento, con su música por dentro y ya no aguantaba la risa, le abrió la celda y llamó al preso. No bien habia salido el haitiano, cuando Lluberes le dió un coñazo entre el "guevo'el oido y la "tabla'el cocote" que le hizo una leve rotura de la cabeza, por donde salió un hilillo de sangre, fué cuando le dijo al sargento:

_Si por sangre e, ahí la tiene sargento, ése no me echa maldición a mi".
El sargento se explotó de la risa.

Cuando Lluberes me estaba contando la historia, me aclaró lo siguiente:

_Mira Osvaldo, yo le dí un solo golpcito, yo no soy abusador, yo na'má quería sacale un chorrito de sangre y, para decite la verdad, a mi me dió pena el pobre haitiano, pero no podía dejá que me echara un Guanguá encima, él también tuvo la culpa. ¿Pa'qué se puso a decí esa vaina enredá? Y suerte que el sargento taba oyendo, porque si no, me jode ese Pití. ¿Qué tu cree?....¿De qué te tás riendo tu ahora?
Yo no aguantaba la risa, no por la situación del haitiano, sino, por las pendejas creencias y tabúes que aún persisten en los campos dominicanos......

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