jueves, 26 de enero de 2012

CHÁCHARAS: LA GUAGÜITA DE SAN PEDRO

Por Henry Osvaldo Tejeda B

Como otras veces, hoy tuve que ir a San Pedro de Macorís a realizar unas diligencias personales. 
Por economía, y los fácil que es abordar una guagua próximo a mi casa y lo cerca que me dejan del lugar de destino donde haré mis diligencias, dejé mi vehículo en mi casa y me fui en autobús; en 25 minutos está uno en San Pedro por sólo $70.00 pesos. (Recuerdo que en Ocoa, yo me daba tremenda jartura de frituras con setenta pesos, donde Tetea, la friturera).



Me quedé frente a la UCE y me monté en una de esas "satánicas" guagüitas de transporte que tanto abunda en esa ciudad y, también ahora en La Romana. No bien había subido un pie en el estribo de la puerta, el "descricajao" chófer arrancó, cayendo yo sentado en el asiento que me por el "jondión" me tocó.
De ahí en adelante me dispuse a apretar la puerta de campo,  lo más que pude, por la que la misma estaba tan herméticamente cerrada, que no cabía ni un granito de millo. 

El motivo de la arrancada de golpe fue, que el chófer se dio cuenta de que detrás de él venía otra guagüita, al parecer con un chófer más loco que el héroe de mi historia. Para no cansarle con el cuento les diré, que no sé cómo logró el otro chófer adelantarse a la "bala loca"(perdón quise decir, a la guagüita en la que yo iba montado). Cuando "mi chófer se dio cuenta de que el tipo se le adelantó, metió el acelerador hasta "la taza" e iba zigzagueando por la calle evadiendo a los vehículos que iban a su derecha, y cada vez que se le acercaba a la otra guagüita, el otro chófer, metía el acelerador hasta donde le dicen "Cirilo".


Y así, entre el terror de los pasajeros y sus protestas. llegamos al parque de San Pedro donde le voceé al maldito chófer que se parara. Antes de apearme le pregunté a una señora lo siguiente:
_Dígame Doña, ¿Es que en San Pedro de Macorís no hay policías de AMET? La señora se sonrió y me dijo: _Ahí tiene usted uno -me dijo señalando hacia adelante-Al no ver a ningún AMEMAO en la calle, le dije: _ ¡No veo a nadie, señálemelo por favor!
Me dijo: Señor, échese pa'ca y mire para ese asiento delantero, y lo verá.
 Véa el letrero en el cristal. "El Correror"
Señores, en el asiento delantero, al lado de la puerta derecha iba un policía de AMET lo más quitado de bulla hablando por un "guaya-hielo". Ahí mismo se me quitaron los deseos de que apareciera un AMEMAO, a la vez que  juraba no montarme jamás en una de esas "guagüitas de San Pedro".

 En ese trajín, el AMET se apeó (iba de bola, como era de suponer), dio las gracias y se fue. Cuando se apeó, el "picher" le dijo al chófer:
|Coño, loco, corrite demasiao con ese AMET montao en la guagua"
El chófer le contestó: 
Lo primero e'que iba de bola y lo otro'e que yo tenía que corré mucho pa'que él sepa que ese letrero que ta ahí en el vidrio. se puso por mi! Soy el corredor.

El Amemao cambia de oreja para oir su "Guaya-hielo"

Me alegré por haber llegado entero a mi destino, me sacudí el encojonamiento y me largué a hacer mis diligencias. De vuelta a la salida hacia La Romana, me fui en un motoconcho que por suerte, iba cantando una canción cristiana. Cuando me desmonté me deseó un buen viaje a la vez que me dijo: ¡Cristo salva!". 
Primera vez que agradecí una prédica religiosa.










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